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Caminamos por un largo pasillo mientras me agarra con fuerza del brazo. Yo miro en todas direcciones intentado memorizar todo lo que veo. Me va a estallar la cabeza. Me duele todo el cuerpo, soy casi incapaz de mantenerme en pie mientras este chico me arrastra por todo el lugar, estoy apunto de dejarme caer al suelo.
En un intento desesperado y fuera de control, me zafo de su agarre y corro en dirección contraria a la que estábamos siguiendo. Pero me caigo al suelo boca abajo cuando un dolor punzante me recorre el cuerpo, como si un montón de alfileres se estuvieran clavando en mi piel y fuesen tan largos y afilados que logran llegar a mis huesos y órganos. Ahogo un grito y clavo las uñas en la madera del suelo, suplicando que el dolor pare. Pero la situación empeora cuando escucho los pasos tranquilos de una persona acercarse a mí.
-Estúpida inconsciente- musita, de mal humor. Me coge de los brazos y me obliga a levantarme. Vuelve a arrastrarme por el pasillo, pero esta vez mucho más rápido, hasta que llegamos a una habitación que está completamente oscura, abre la puerta y me empuja al interior. Yo caigo al suelo, boca arriba y sintiendo que se me revuelve todo el estómago. Tengo ganas de vomitar otra vez.
Me llevo una mano a la boca y me trago todo lo que estaba subiendo por mi garganta hace solo unos segundos.
-¿Quieres escapar?- da un fuerte portazo y todo se queda a oscuras, ni siquiera puedo verle, solo escucho sus pasos -Escúchame- me ordena. Algo me coge de la mandíbula y me alza la cabeza con brusquedad, provocándome un mareo -. En caso de que lograras salir de esta casa, el bosque tiene más de mil hectáreas, ¿de verdad crees que lograrás llegar a tu casa sana y salva? ¿Crees que no estás segura aquí? Pues deberías pensar en lo que te espera si cruzas esa puerta.
Toda esa información me resulta muy difícil de analizar. Ni siquiera escucho bien la voz del muchacho, solo oigo palabras sueltas. Estoy muy mareada.
¡Gwendolyn! ¿Dónde te has escondido?
¡Gwendolyn! Te estás ganando un castigo...
¡Ven aquí, zorra!
Unos ojos negros y sin vida aparecen en medio de la oscuridad. Unos ojos que reconozco perfectamente. Su cara no expresa nada, no siente arrepentimiento ni culpa, solo una ira incontrolable que ni siquiera es capaz de exponer con muecas. Su cabello, también negro, está grasiento y algunos mechones caen sobre su frente.
-¡No, no!- chillo, chillo con todas mis fuerzas hasta que noto que se me desgarra la garganta. Me alejo arrastrándome por el suelo hasta que me doy un golpe en la cabeza con la pared. El miedo aumenta en mi corazón y me pongo a temblar -¡Por favor, por favor! ¡¡Mamá!!
-Tu madre se ha largado, ¡no era más que una guarra!
Súbitamente, una tenue luz ilumina la habitación y ya no logro ver ningún rostro aterrador, solo al chico de la máscara. Él está de pie, mirándome. Es alto, mucho más alto que yo.
Todo queda en silencio. Lo único que se escucha es mi respiración. Miro a todos lados en busca de unos ojos negros desalmados, pero ya no están. Al chico parece haberle llamado la atención mi miedo repentino, a pesar de que ya estaba asustada anteriormente. Entonces, el estómago se me revuelve de nuevo y, esta vez, no puedo contenerme.
-Mierda.
Me llevo una mano a la boca mientras el chico sale corriendo de la habitación. Más rápido de lo que esperaba, regresa con el mismo cubo con el que me choqué en la otra habitación y lo deja en el suelo. Yo asomo la cabeza en su interior y lo expulso todo, notando cómo se me van aun más las fuerzas.
Cuando ya estoy más aliviada, abro los ojos y alzo la mirada, con una mano apoyada en el suelo de madera y otra recogiendo mi pelo, pero un olor metálico me llega a la nariz y tengo que volver a agacharme.
Color rojo.
Rojo.
Rojo.
Sangre.
-¡¡Aaaaaaahh!!- me echo hacia atrás soltando otro grito. La boca entera me sabe a sangre. Mi ropa huele a sangre, todo... ¡Todo!
No lo imaginé, no lo soñé. Desperté en un sofá de verdad, me moví por una sala desconocida abriendo puertas de verdad, vomité sangre de verdad...
-¡Cállate, joder!- el chico se agacha y me tapa la boca con la mano, de golpe. Su tacto frío por el cuero me tranquiliza ligeramente, pero sigo aterrorizada. Estoy temblando bajo su mano. Por fuera estoy helada, pero por dentro estoy ardiendo, como si me hubiesen prendido fuego en el interior.
Se me cierran los párpados.
Advierto que los hombros del muchacho se ponen tensos de golpe y gira su cabeza unos instantes en dirección a la puerta. Después, vuelve a mirarme.
-¿Qué... que me está pasando...?- interpelo, con un hilo de voz. Dejo que mi espalda se apoye en la pared y me abrazo a mí misma para protegerme del frío que siento, lo cual no sirve de nada.
-Cállate y quítate la ropa.
-¿Q-qué?
-Que te quites la ropa- se me corta la respiración cuando endurece su tono de voz. Entre llantos, me levanto sin dejar de ayudarme de la pared y me quito la chaqueta, dejándola caer al suelo. Las lágrimas me vuelven a caer por las mejillas mientras me quito los zapatos y levanto ligeramente mi camiseta. Alzo la mirada y no puedo evitar sorprenderme.
No me está mirando. Incluso llevando la máscara puesta, ha girado su rostro para no verme.
Aun a riesgo de que pueda mirarme en cualquier momento, me siento un poco aliviada, así que me quito la ropa rápidamente hasta quedarme en ropa interior. Él sigue sin mirarme y yo estoy empezando a tener más frío.
-Metete en la cama- señala la cama deshecha que hay a un lado de la habitación. Tan rápido como puedo, retiro las sábanas y me tapo hasta la boca. Él se da la vuelta, se acerca y me quita la manta de piel sintética que tiene encima de las sábanas. Yo ahogo una exclamación y me aferro a la única cosa que me protege de quedar casi expuesta ante él -. No voy a violarte.
Lo ha dicho con tanta normalidad que me ha dado hasta vergüenza.
Trago saliva y siento que me arden las mejillas.
-Ni se te ocurra moverte de la cama, ¿entendido? Y no hagas ningún ruido si aprecias tu vida- asiento lentamente, con un nudo en la garganta. Él se aleja de mí, coje el cubo lleno de sangre y sale de la habitación, cerrando detrás de él.
¿Qué va a pasarme ahora?
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Schizophrenic[Masky]© Book 2
Ficção AdolescenteGwendolyn recuerda perfectamente el momento en el que su padre enloqueció y mató a su madre en un arrebato de ira y descontrol. Su familia adoptiva suele visitar al psicólogo con frecuencia en busca de ayuda para ella, puesto que padece de alucinaci...