Capítulo Diecisiete

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Me quedo mirando a la pared con los ojos muy abiertos, sintiendo cómo me arde la garganta por haber estado gruñendo mientras Masky me cosía la herida. Jamás había experimentado algo tan horrible y desagradable. Mi mano, marcada por mis dientes, que llegaron a perforar la carne, acaricia las vendas que me recorren la cintura y me tapan las costuras mientras veo una y otra vez la imagen de Masky matando a base de puñaladas a aquel chico joven.

Una mano se posa sobre mi hombro y me da la vuelta lentamente. Los ojos negros de mi padre aparecen frente a mí, inyectados en sangre. Chillo con dificultad debido a que tengo las cuerdas vocales destrozadas. Sin embargo, en cuanto parpadeo, la imagen de mi padre desaparece y, en su lugar, veo a Masky frente a mí. Él aleja su mano de mí y me mira en silencio un buen rato.

—Mañana por la noche irás a recoger las notas con Hoddie.

Alzo ligeramente las cejas, sorprendida, pero no digo nada. Es extraño que Masky no me volviera a decir que fuese con él, aunque yo me habría negado en ese caso.

La tensión es palpable entre nosotros. Yo desvío la mirada para no seguir mirándolo a los ojos y él se da la vuelta, abre la puerta de la habitación y se marcha, dando un portazo.

  
  
Hasta la noche del día siguiente, todo sucedió a cámara lenta. A penas vi a Masky, unicamente entraba para dejarme algo de comida y volvía para llevarse los platos sin terminar. No me moví de la cama en ningún momento debido al dolor y a que la herida tenía que cerrarse. La mayor parte del tiempo estuve durmiendo, pero tenía pesadillas horribles, así que duraba poco.

—Vamos.

Hoddie me guía por el bosque mientras yo voy detrás de él. Por el rabillo del ojo, veo a Masky alejarse por otro lado con Toby, que tiene el brazo derecho vendado. Él también giró la cabeza para mirarme, pero fue entonces cuando nos adentramos y los árboles me escondieron de él.

Hoddie empieza a colocar las notas siguiendo un orden diferente al de Masky.

Lo sigo en silencio mientras mis pensamientos chocan los unos con los otros, como si una enorme ola rompiera contra las rocas de la costa. Hoddie no se ha girado en ningún momento a verme, ni siquiera me ha dirigido una palabra. Sin embargo, yo sí tengo algo que decirle.

Me armo de valor y abro la boca.

—Siento... siento mucho lo que pasó.

Hoddie se para en seco y, segundos después, se gira a verme.

—No era mi intención que te sucediera... eso.

—No lo hice por ti— me contesta —. Lo hice por Masky. Lo peor que ha hecho es traerte aquí, pero no se da cuenta.

—Pero, ¿por qué...?

—¿Te crees que lo sé? Llevo años junto a él y no tengo ni puta idea de lo que le está pasando por la cabeza— su puño choca contra el tronco de un árbol con fuerza, llevándose por delante la corteza y haciendo un agujero. Trago duro al ver la fuerza que tiene; la que tienen todos.

—Vosotros... ¿os conocéis desde hace mucho tiempo?

—Yo fui el primero— me responde. No comprendo —. El primero en convertirme en un proxy. Pero yo ya había conocido a Masky, habíamos sido mejores amigos antes de separarnos— continúa —. Luego llegó él y, más tarde, Toby. Slenderman nos salvó a todos, nos ayudó, nos convirtió en lo que somos ahora.

Sus palabras me producen escalofríos. Lo dice con admiración, con respeto y con toda sinceridad. Realmente cree que ese ser sin cara lo salvó, a pesar de que le ha creado múltiples heridas en el cuerpo por el castigo.

También cree que lo merece.

—¿Qué pasó...?— murmuro.

—Yo estaba en el instituto— comienza, mientras sigue caminando para continuar con su labor. Advierto que cojea de la pierna izquierda —. Aun antes de todo, yo sabía que Slenderman era real, a pesar de que muchas personas dijeran que no era más que una leyenda— dice, con recelo —. Todos se reían de mí precisamente por ello, pensaban que estaba loco, que tenía algún problema mental... pero una noche sucedió.

»Slenderman me escogió para ser su proxy. Entonces dejé de ser humano. Me convertí en su servidor y pude vengarme de todo lo que me habían hecho pasar... Nuestros nombres dejaron de tener importancia para nosotros, solo los que nos puso él.

Me quedo en silencio, escuchando con atención su historia. Nunca habría imaginado que lo hubieran pasado tan mal. Siento una gran empatía por él cuando recuerdo todo lo que me hicieron a mí en el instituto.

—A Toby le pasó lo mismo, pero fue peor— prosigue —Él perdió a su hermana en un accidente y sufrió los abusos de su padre hasta que explotó y lo mató.

Me cuesta mucho imaginarlos sin gafas, bozal, pasamontañas o máscara.

¿Cómo es Masky debajo de su máscara?

—¿Y Masky?— interpelo, con un hilo de voz.

Hoddie se queda en silencio un buen rato.

—Su caso fue diferente.

—¿Diferente?

—Sus padres fueron asesinados, todavía no sabe por quién— explica Hoddie, colocando otra nota en un árbol. Yo me llevo las manos a la boca, estupefacta —. Él sufría de esquizofrenia y no tenía a nadie a su lado cuando sucedió, pero Slenderman lo liberó de todo ese dolor cuando lo aceptó como el segundo proxy.

Masky tenía esquizofrenia... como yo.

Se me rompe el corazón al escuchar su historia antes de ser así. Pero, ¿de verdad el pasado es una excusa para matar gente?

—Lo siento— atino a decir, agachando la cabeza. Hoddie se vuelve a parar. Suelta un profundo suspiro, relajando los hombros y, después, se da la vuelta para mirarme. Alzo la cabeza para verle y él da un par de pasos hacia mí, sin acercarse demasiado.

—No es a mí a quien tienes que pedir perdón, sino a Masky— decreta. Me muerdo el labio inferior y agacho la cabeza, cerrando los ojos con fuerza —. Tenía que hacerlo, lo sabes.

—Pero eso no...

—No sé qué le pasa a Masky por la cabeza— me interrumpe él —, pero sé que quiere mantenerte a salvo a toda costa, porque no deja de hacer el imbécil con tal de que a ti no te pase nada.

Se me encoge el corazón y me empieza a latir con fuerza.

—Te ha salvado incontables veces de morir y tú le das la espalda solo porque quiso protegerte de la única forma que conoce, además de cumplir con su deber como proxy. Si no vas a darle las gracias por lo que hizo, si no vas a aceptar a Masky como lo que es, entonces deberías haber muerto de esa sobredosis para que él hubiera podido continuar con su vida.

Sus palabras me hieren más de lo que quería.

—Es un asesino— gimoteo, con la voz rota, incapaz de olvidar lo que hizo.

—Todos lo somos aquí— espeta él —. La diferencia es que él es un asesino que mataría por ti.

Alzo la cabeza y lo miro con los ojos muy abiertos.

—Eso es...

—¿Mentira?— cuestiona él por mí, terminando mi frase —Ya lo ha hecho. ¿Es que todo lo que ha sufrido por ti no te parece prueba suficiente para creerlo?

Sus palabras se me clavan con fuerza. La culpabilidad me desgarra el pecho y se abre paso dentro de mi cuerpo mientras me abrazo a mí misma y aprieto los dientes. Hoddie no dice nada más y me deja pensar en silencio mientras termina su labor y caminamos de vuelta a la casa con tranquilidad. Justo en el instante en que pasamos los últimos árboles antes de llegar al claro en el bosque, advierto a Masky y a Toby esperándonos antes de entrar.

Hoddie se adelanta a mí y le da una palmada en la espalda a Masky mientras le susurra algo antes de marcharse junto a Toby. Masky se gira a verme y yo me detengo a dos metros de él, encogida.

Schizophrenic[Masky]© Book 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora