Capítulo Veintiuno

385 59 16
                                    

Todo el cuerpo me duele cuando empiezo a recuperar la consciencia. Siento que algo me acaricia la cara y el frío llegarme a los huesos.

Abro los ojos e intento incorporarme con los brazos, pero me fallan y me tiemblan como flanes. Me duele la cabeza, como si me la hubieran estampado contra la pared.

Me pongo de rodillas y me llevo la mano a la frente, sintiendo una especie de costra en la frente: tengo una brecha en la cabeza y sangre seca en la frente, ¿cómo me la he hecho? ¿Como he llegado aquí si yo recuerdo estar en la cocina de...?

Toby.

Justo después de alejarme del fregadero choqué con alguien, pensé que era Masky y me di la vuelta, pero era Toby.

Toby me dio un golpe en la cabeza y me dejó inconsciente.

Toby me trajo aquí.

Toby.

¿Por qué ha hecho esto?

Soy más que consciente de que al único que le agrado en esa cabaña dejada de la mano de Dios es a Masky. Toby y Hoodie me odian, y no hablemos de Él. Tal vez he sido demasiado ingenua al pensar que, porque tenía la protección de Masky, los demás no me tocaría un pelo de la cabeza.

Me muerdo el labio inferior y me levanto lentamente, apoyando mi peso en las rodillas. Luego, en un pie y en otro. Me tambaleo ligeramente y me apoyo en el tronco de un árbol para no caer al suelo de nuevo. Alzo la mirada e intento buscar en camino de regreso a la cabaña.

No reconozco la zona en la que me encuentro. En realidad, no reconozco nada. Solo he salido un par de veces al bosque, acompañada de Masky y de Hoodie, no memoricé ningún recorrido ni me puse a buscar rutas de escape, porque es imposible. Lo único que se pueden ver son pinos, pinos que se extienden hasta donde alcanza la vista y más allá. No puedes ver lo que hay más allá porque la oscuridad es casi absoluta.

¿Qué puedo hacer ahora? ¿Empezar a caminar y esperar encontrar una salida?

Si me quedo allí, no sé cuánto tiempo tardarán en encontrarme. Puede ser Masky, puede ser Hoodie, o puede ser alguien armado que me confunda con un asesino sectario. O puede ser Toby, que venga a asegurarse de que ha hecho bien su faena.

Estoy segura de que quiere deshacerse de mí, no me faltan pruebas para confirmar que lo está deseando.

Me incorporo soltando un gemido y empiezo a caminar en una dirección cualquiera, esperando llegar a la cabaña, deseando volver a ver a Masky, explicarle lo que ha pasado, preguntarle a Toby por qué.

Aunque ya lo sé.

No pasa mucho tiempo hasta que empiezo a escuchar crujidos detrás de mí, así que empiezo a avanzar más rápido. Y más rápido, pero no logro dejar de escucharlos.

Y corro.

Empiezo a correr todo lo deprisa que mis doloridas piernas me permiten hasta que algo me roza la pierna y un ardor muy fuerte me atraviesa el gemelo.

No logro mantener el equilibrio y caigo de bruces contra las ramas sobresalientes de un pino, golpeándome la nariz, que empieza a sangrar a borbotones.

Todavía en el suelo, me doy la vuelta para ver cuál ha sido la razón por la que he caído al suelo y el corazón me da un vuelco muy violento cuando advierto que tengo un corte horizontal en el gemelo que parece bastante profundo, porque ha cortado mis medidas y las está bañando en sangre. .

Gimo por el ardor que me produce en toda la pierna mientras hago un esfuerzo para levantarme. Miro detrás de mí, a los lados, a todas partes... pero no hay nadie.

¿Cómo me he hecho el corte?

Me levanto ayudándome del tronco del árbol y sigo caminando, todo lo deprisa que puedo, hasta que vuelvo a escuchar los crujidos y, de repente, siento un viento muy fuerte sacudirme el pelo.

Otra vez noto dolor. Esta vez, en el brazo: tengo otro corte que ha empezado a sangrar con bastante abundancia.

El miedo empieza a impedirme respirar.

Quiero correr, escapar de allí, pero no puedo: tengo las piernas congeladas y estoy sangrando y temblando. No soy capaz de avanzar mientras veo que, de entre la oscuridad, sale una criatura a cuatro patas que yo ya había visto antes.

Recuerdo perfectamente cómo sus garras me cortaban y rasgaban la piel como una tela vieja, cómo la sangre brotaba y el escozor de las heridas que me hacía gritar con fuerza.

Masky fue a salvarme aquella vez.

No vendrá en esta ocasión.

Estoy yo sola frente a esa bestia humanoide, sin pelo, de ojos blancos y dientes afilados y deformes, con una sonrisa retorcida y escalofriante. Sus garras, parecidas a rastrillos, me señalan, moviéndose como si estuviera jugando. Suelta gruñidos que parecen risotadas enfermizas y sé que disfruta viéndome aterrada.

Sus patas traseras se doblan, preparándose para saltar hacia mí. Justo cuando está a punto de atraparme, una descarga de adrenalina me recorre todo el cuerpo de pies a cabeza y salgo corriendo lo más deprisa que puedo para escapar de él.

Detrás de mí escucho que grita, rabioso por no haberme atrapado a la primera. Y suena como si un tenedor estuviera rayando un plato.

Va a ir detrás de mí.

He dejado de sentir el dolor de las heridas que me ha provocado, en lo único en lo que soy capaz de pensar es en escapar, salvarme; sobrevivir.

Grito cuando me empuja y choco de costado contra el tronco de un árbol. El golpe me deja aturdida y, durante unos instantes, veo borroso. De nuevo, no puedo moverme mientras veo que la bestia se arrastra lentamente hacia mí, arrancando la tierra que sus garras tocan, creando pequeñas líneas en el césped.

Masky aparece detrás de él, pero sé que no está ahí de verdad, sino que lo ha creado mi mente, probablemente porque estoy a punto de morir.

Se aleja del animal y camina hacia mí, me toma de la mano y mis dedos tocan algo en el suelo. Su mano se cierra con fuerza y me obliga a cogerlo.

-Lucha; sobrevive.- me susurra al oído. Y cuando me giro a verle, ya ha desaparecido.

Bajo la mirada, todavía mareada, y veo que en mi mano tengo una rama ancha y alargada de un pino, bastante resistente y afilada al final.

Schizophrenic[Masky]© Book 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora