Capítulo X

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Mason estaba terminando su última tarea, había estado haciendo con gran esmero todas las tareas para terminarlas antes de que el sol comenzara a ocultarse en el horizonte pues sabía que en el momento en que la luz caía en el horizonte Bill no le permitía salir ni por más que le rogara, no sabía por qué no lo dejaba salir, pero de cierta forma lo prefería así ya que el bosque cuando se oscurecía era lúgubre y aterrador, parecía un lugar muerto, muy diferente a cuando la luz del sol lo iluminaba radiante. 

Aunque no siempre se puede ser veloz, menos cuando la tarea se ve interrumpida por la cena, fue ese tiempo en el que se dedicó a comer que cuando menos lo sintió ya había pasado al menos una hora, al volver a su habitación para continuar con sus deberes por alguna razón la tarea que tenía se extendió más de lo que debería o se lo que él sentía debería haber tardado a que al terminar de hacer aquellas sumas de su libro de matemáticas la luz del sol ya no era visible desde su ventana... ya no quedaban ni siquiera los rayos de luz del atardecer...

Había anochecido.

El castaño hizo un puchero al ver la oscuridad a través de su ventana triangular, no podía creer que ese día se había perdido de su aventura diaria. 

—parece que ir a ver esas sirenas tendrá que esperar hasta mañana, Mi Pequeño Pino —La voz vino desde las espaldas del castaño, el cual dio un brinco del susto volteando a ver a su amigo con el ceño fruncido. 

Para los ojos del rubio eso era adorable. 

—pero quería verlas hoy... —refunfuñó Mason, inflando sus mejillas con frustración. 

—lo sé, lo sé, pero no se podrá, sabes que no podemos salir de noche —asintió el rubio ente, dejando de flotar para acariciar la cabeza del castaño. 

—sí... lo sé —el tono del pequeño fue desanimado y lleno de resignación, a Bill no le agradó mucho el decepcionar a su pequeño pino por lo que suspiró irguiéndose en su lugar. 

—pero, puedo recompensártelo.

—¿cómo? —cuestionó, curioso, el menor pues era raro que Bill llegara a ofrecer segundas opciones. 

—contándote una historia antes de dormir —sonrió el mayor mirando al niño. 

Al menor le brillaron los ojos de emoción ¿cómo no emocionarse? nunca le habían contado una historia antes de dormir por lo que eso sería como una nueva aventura para él. 

—¡está bien! —exclamó feliz guardando sus cosas a una velocidad vertiginosa antes de saltar a la cama acomodándose en esta ansioso por escuchar la historia que su amigo le tenía preparada para esa noche. 

El ente vio, impresionado, la velocidad con la que el castaño ordenaba todo y no supo si alegrarse por la emoción del menor o preocuparse por tal reacción ante algo tan común como un cuento antes de irse a dormir... cada día con el castaño era un día más en el que sus deseos de venganza contra la familia de este crecían, pero se contenía, no porque les tuviera piedad, sino porque sabía que el pequeño todavía sentía aprecio por aquellos que lo lastimaron ya que al menos no lo habían dejado morir en la calle, por lo que prefería dejar que el niño deseara vengarse antes de actuar. 

—bien, bien, pareces muy emocionado al respecto —mencionó el mayor sentándose al borde de la cama del castaño mirando al niño arropado en su cama. 

—¡lo estoy! —exclamó Dipper —será la primera vez que alguien me cuenta una historia antes de dormir —sonrió, lleno de inocencia. 

Ver esa sonrisa le dejó muy claro al ser que ese niño no sería capaz de guardar rencor en su corazón tan puro. 

—entonces escucha con atención... —sonrió el rubio antes de comenzar a contar. 

>>Hace muchos años, en una tranquila tierra de criaturas un pequeño centauro, este pequeño centauro a comparación del resto tenía el cuerpo de un ciervo pequeño era esa peculiar característica lo que causaba que todos los demás centauros lo apartaran, pues ellos eran grandes y de claros colores, mientras él era pequeño y marrón, le llamaban débil, fenómeno e inútil, lo consideraban una vergüenza para su raza y eso lo lastimaba mucho, pero un día un cazador llegó al bosque en el que vivían.

El rubio hizo una pausa, a Dipper eso le hizo sentir como si estuviera recordando algo que pasó hace muchos años. 

>>La paz del lugar se vio perturbada por su aparición, ahora en los terrenos de los centauros habían continuas trampas que se cerraban con la presión sobre ellas causando que sus patas quedaran atrapadas y se fracturaran evitando su escape, aunque esa no era su forma favorita de cazarlos, por sus llamativos y coloridos cuerpos podía distinguirlos con facilidad entre los árboles y arbustos por lo que lo que más le encantaba era dispararles con un arma peculiar, pues esta no estaba hecha para matarlos, estaba hecha para sedarlos dejándolos inconscientes en el suelo. 

Bill volteó su mirada hacia el castaño, esperaba que este se encontrara asustado o perturbado por la idea de alguien que cazara a animales inocentes, pero grande fue su sorpresa al notar que este permanecía atento y parecía solo tener gran interés en la historia... no había ni una sola pizca de miedo en su joven rostro. 

>>Fue entonces que el pequeño ciervo supo que tenía una ventaja sobre los demás, él era capaz de confundirse con los troncos de los árboles, el cazador sabía de la existencia de aquel joven centauro, pues un centauro había soltado la información de aquel pequeño por accidente al preguntarle a otro centauro si ya habían cazado al "pequeño vástago"... en ese instante, al saber que había un centauro que todavía no había cazado, se encaprichó con encontrarlo y cazarlo, pero el pequeño centauro era astuto, no se dejaría cazar con tanta facilidad así que durante mucho tiempo mantuvo al cazador detrás de él engañándolo con falsas rutinas y escabulléndose por lugares que el cazador desconocía del bosque, pero su juego no pudo durar mucho tiempo más, pues un día... o más bien una noche, cuando el ciervo bebía agua del lago que pasaba por el bosque el cazador lo encontró y no desaprovechó su oportunidad, no habían muchos Centauros marrones ni tan pequeños por lo que tener uno sería tener una fortuna en sus manos, le disparó uno de sus dardos dándole en el lomo y causando el desmayo casi inmediato del pequeño ser.

Para ese momento Dipper estaba a punto de dormirse, pero se forzaba a estar despierto, quería saber el final de la historia. 

>>El cazador se acercó a su presa y sin tener cuidado alguno lo tomó del rostro, nunca lo había logrado ver de frente, pero esa vez, con el pequeño rostro entre sus manos, notó que en realidad aquel ciervo no era más que un bebé, el cazador no podía creer que todo ese tiempo un pequeñín se estuvo burlando de él con tal habilidad, por lo que lo cargó en su espalda para llevarlo a su refugio, una cabala pequeña con un taller lleno de herramientas para cazar y retener a sus presas. El cazador sabía que era alguien reprobable, pero nunca llegó a hacerle daño a alguien tan joven como aquel pequeño centauro por lo que prefirió conservarlo como una mascota, alguien a quien cuidaría hasta que este fuese capaz de vivir solo...

El mayor estaba por llegar al final de la historia, pero fue interrumpido por un suave ronquido proveniente del niño a su lado, al ver que este dormía plácidamente rio bajo evitando despertarlo y se levantó observando al menor. 

—dulces sueños, Pino —sonrió apartando un mechón de cabello de la frente del menor mirando su marca de nacimiento en su frente. se inclinó dejando un beso en aquella peculiar marca y desapareció de la habitación, dejando la historia inconclusa. 

Con eso sus pensamientos cambiaban, el niño era inocente y bueno, pero no se perturbaba con cosas que dejarían traumadas incluso al adulto más valiente, eso le era curioso, fascinante y peculiar al rubio demonio quien ahora sabía que, de alguna forma, podría hacer que el pequeño sintiera rencor por su familia... el suficiente como para desear venganza. 

Mi amigo imaginarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora