Capítulo XVI

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Ya había vuelto a casa y desde que llegó parecía nervioso por algo, ansioso de que llegara a ocurrir algo grande, era como cuando de niño llegaba de la escuela sin deberes y luego de haber comido pedía permiso para salir a jugar al bosque, a Stanley aquel comportamiento se le hacía sorpresivo en su sobrino en aquel momento ya que rara vez o más bien nunca desde que cumplió los trece se había dejado ver tan nervioso o ansioso con algo como aquella tarde por lo que no pudo contenerse al momento de preguntarle a su sobrino lo que estaba pensado. 

—¿qué te tiene tan apresurado hoy Dipper? —cuestionó el mayor mirando al joven castaño mover inquieto su pierna izquierda sí como si quisiera salir corriendo de ahí. 

—¿eh? nada... ¿por qué la pregunta? —Dipper estaba distraído y abstraído en sus pensamientos ideando alguna forma de decirle a su demoniaco amigo lo que deseaba, sabía que Bill siempre le cumplía cualquier capricho que le pedía, pero esa vez lo que tenía no era un capricho, era un deseo sincero y profundo que tal vez desde hace más tiempo del que admitiría mantenía guardado en su ser. Esa era la verdad de que pareciera salir corriendo de su silla para encerrarse en su habitación y llamar a Bill para poder decirle lo que sentía. 

—pareces estar deseando salir corriendo de la silla y desde hace mucho no te veo así por algo —el mayor hizo una pausa que no fue interrumpida por Dipper cosa que le hizo continuar —por eso es que te pregunto ¿qué sucede? ¿a caso estás nervioso por el baile de esta noche? 

Dipper guardó silencio un momento, su tío tenía en cierto punto la razón ya que estaba nervioso por el baile o más bien por a quién quería llevar al baile, miró al mayor frente a él quien no despegaba sus ojos de él cosa que le hacía sentir observado y escudriñado de una forma aterradora. 

—b-bueno... sí, estoy nervioso por el baile —confesó, no le gustaba guardarle esa clase de secretos a su tío y tal vez él, con sus años de experiencias, podría darle un consejo para lo que quería hacer esa tarde —es que... invité a un chico que... me gusta al baile y... tengo miedo de terminar haciendo el ridículo...

Stanley fue esta vez el que guardó silencio, ver a su sobrino con las mejillas sonrojadas y avergonzado de confesar lo que le pasaba le hacía recordar el pasado cuando le confesó a su hermano lo que alguna vez sintió por Preston hace tanto tiempo... y que ahora no podía ni verlo en pintura cerca de él. 

—¡ja! ¿mi sobrino haciendo el ridículo? eso no puedo ni imaginarlo —dijo el mayor con una sonrisa bromista en su rostro captando la incredulidad del castaño frente a él —nosotros no hacemos el ridículo Dipper, incluso cuando parezca que somo unos payasos no hacemos el ridículo ya que nadie se ríe en nuestra cara, mira, la única forma en la que podrías terminar haciendo el ridículo sería si te dejar llevar por tus nervios, si quieres evitar algo incómodo muéstrate seguro de lo que haces, incluso si estás temblando por dentro tu actúa como el dueño de lo que te rodea, una vez que muestres tu seguridad interna nadie te verá como una posible victima.

Volvió a haber silencio en la cocina Dipper analizaba lo que su tío le decía, al parecer aquel día todos querían darle consejos no solo para decir lo que sentía, sino que también para poder vivir con tranquilidad y sin complicaciones por inseguridades tontas, era inesperado. 

—además ¿quién sabe? tal vez incluso ese chico misterioso también sienta algo por ti —agregó el mayor alzando sus hombros dándole en primer trago a su jugo de naranja que hizo consciente a Dipper de que debía volver a comer para poder hablar con Bill —y si en todo caso las cosas se descontrolan solo te sugiero que pases a la farmacia y te lleves algo de dinero porque no quiero ruido en la madruga en mi casa.

Aquel último comentario había sido dicho con clara picardía y Dipper lo comprendió al instante sonrojándose como nunca antes de solo pensar que las cosas se "descontrolaban" con Bill, joder que este era un demonio interdimensional podría hacer lo que se le diera la gana si quería y él no podría evitarlo, era tal su vergüenza que no pudo ni responder a las palabras de su tío, en cambio el que respondió fue Ford quien iba entrando en la cocina mientras Stanley decía su comentario fuera de lugar. 

Mi amigo imaginarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora