4: "café"

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El cálido sabor a hierbas ingresaba por la garganta del estratega y líder ruso, con su ushanka mal colocada puesta la posición ladeante de su cabeza. Sentado sobre el sofá individual, una pierna encima de la otra y su abrigo cubriendo gran parte de la anatomía. La mano cual sostenía delicadamente de la taza rellena de aquél líquido, disminuyó el agarre para posicionarlo encima de la mesita cristalizada. Murmullos fueron asomándose detrás de él, no se tardó en identificar la chillosa voz de su fiel mano derecha, el albino con personalidad demasiado extrovertida recorrió toda la oficina, buscando algo entre los libros guardados en la estantería.

La gran ventana del séptimo piso que permitía ver el paisaje de Yokohoma era reconfortante, pero ahora tener a su aliado ucraniano revolviendo su oficina innecesariamente empezaba a colmarle la paciencia.

─ Kolya, hace poco he descifrado el patrón de tu personalidad tan desastrosa y acelerada pero... ¿Puedo ser informado la causa por la cual ahora mis estanterías son tus víctimas? ─ la comisura inferior de sus labios creó un puchero en el peliblanco, mirando a su acompañante con tristeza y los brazos elevados.

─ ¡Tengo que seguir espiando a esos ancianos, pero no tengo más pelucas! Seguro tienes alguna aquí guardada, Sigma no me deja entrar a su oficina.

─ Relativamente nadie debe dejarte, haces un desorden. Tiñelo con aerosol vegetal, podrás quitarlo con agua. ─ se levantó del sofá, yendo con lentitud hasta el contrario, el mismo bufanda negando con su cabeza. Fyodor, a la par que oía a su compañero, se inclinaba recogiendo libros tirados en el suelo.

─ ¡¡No!! Conseguiré una peluca y un buen disfraz, ¿Debería ser un vendedor de periódicos? El más alto de los dos suele comprarlas, puedo iniciar una conversación con él... ¡Ya sé! Eres genial, Dos-kun, tengo que irme.

Sin más y muchas vueltas, el de cabello trenzado se retiró ignorando y dejando de lado el desorden que había hecho. Fyodor exhaló, reconocía una actitud demasiado hiperactiva como la de Gogol, al igual que es hostil y peligrosa, sin duda, el chico a pesar de sus constantes ataques de energía y las necesidades de juegos humorísticos, ── tal y como un payaso ── Nikolai es un alma libre, tomará sus propias decisiones y matará cuando su percepción lo rogue.

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─ Entonces... ¿Alguno de ustedes dos me explicará esta situación? ─ detrás del presidente, se encontraba un rubio curioso, su subordinado más alto espiaba la escena. ─ estoy esperando tu declaración, Ogai.

El nombrado suspiró, ocultando sus manos levemente temblorosas detrás de él mismo, sus ojos observaban el piso. A su lado, el castaño de vendas se aferraba al brazo de su ex jefe, ambos temian por su vida ahora. ¿Cuál era la situación? Bueno, en la cafetería del piso principal, Fukuzawa había sido informado de que su empleado e invitado estaban haciendo un desastre con los ingredientes. Conociendo a ambos, compartían el mismo carácter quisquilloso con la comida, al igual que personalidad desastrosa.
El pelinegro se decidió por fin verlo a los ojos, sonriendo con temor.

─ si ellos tuvieran mejor cuidado con el café... ¡Yo no tendría que preparar el mío!

─ Fukuzawa-sensei, yo lo traté de impedir, lo juro...

A lo lejos se asoma la voz de una chica, de dos trenzas y cabello tan rojo como la sangre. Tenía el ceño fruncido.

─ Que mentira. ¡Te di la orden correcta, solamente me parecía asquerosa la conversación que tenían! ─ la chica se cruzó de brazos, bufando malévolamente.

─ No era razón para lanzarnos el café... ─ Ogai sobó su nuca, haciendo un puchero infantil, Fukuzawa fue el segundo en suspirar pero más pesadamente.

alianza ✧ Fukumori.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora