12: ¿confianza?

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La figura esbelta del pelinegro se hizo visible frente a ambos, tenía al bufón acorralado, parecían tener una discusión. Ninguno de los dos habían notado la presencia de los detectives, estaban en una esquina de la sala, tapando por completo la salida por un pasillo. Fukuzawa estaba alerta a cualquier cosa, y especialmente a los movimientos del terrorista, cual desconocía sus habilidades.
Asimilar la discusión entre ambos villanos era difícil para ambos, empezando con que se entremezclaban idiomas y murmullos. Antes de hacer un movimiento discreto para ocultarse con el menor, su brazo fue jalado dos veces, llamando su atención.

─ Presidente... ─el dedo índice del irises esmeralda apuntaba una posición cerca del sofá, sus ojos se movieron lentamente hasta esta quedando intactos sobre la infanta de cabello suelto. La habilidad de su enemigo, la habilidad que más le repugnaba.

Fukuzawa extendió su brazo, la tela de la yukata caía sobre la misma, intentando proteger al joven. De reojo pudo observar como ambos hombres se retiraban por el pasillo aún discutiendo, se le hacia completamente extraño que la rubia no los hubiera detenido para informar el escape de sus prisioneros.
No pudo hablar, las palabras fueron arrebatas por la infanta que poco a poco se acercaba a ellos, ocultando algo en su espalda. No había notado la opaca mirada que llevaba, como si no le importase tenerlos ahí, sus movimientos eran robóticos, parando enfrente del peliblanco y reluciedo sus manos pequeñas que sostenían la funda de su espada, con ella dentro. Hubo un silencio, Ranpo estaba bastante callado y espectante, mientras que Fukuzawa estaba desconcertado.

─ Tómala. No puedo hacer nada para ayudar a Rintarō, confío en tí.

Esas palabras habían sonado como una plegaria ante sus sentidos, tomó la funda de su más preciada arma y la acomodó al molde de su vestuario, sucesivamente observó más a la rubia, estaba confundido, aunque la definición era poco. Asintió, desconocía por completo las intenciones de la niña, pero aquellas palabras sonaban tan familiares, tan programado. No olvidaba el hecho de que era una habilidad de larga distancia y compleja, capaz de materializar los pensamientos distorsionados de su usuario, o incluso transmitir en diferente manera, era dudoso, y de alguna forma también molesto. No sabía qué hacer o decir, si confiar o no.

─ Lo haremos, señorita Elise. ¡Es lo que hace un detective! ¿Verdad, presidente? ─las palabras del pelinegro sonaron como una salvación, lo observó por detrás suyo ocultandose a medias, tenía una sonrisa segura dibujada en su rostro, la mano del mismo acomodó su boina─ podemos confiar en ella, me tomé el tiempo de usar mi habilidad.

─ Ranpo... ─el más alto sonrió, se sentía con más decisión en su camino. Volvió a asentir con más confianza en ello, apretando el mango de su espada resguardada, al voltear, la chica ya había desaparecido, dando la sensación de que fue desactivada y no escapó.

Debían apresurarse, caminaron hacia un pasillo contrario por el que ambos hombres habían pasado, había una larga alfombra roja, el pasillo estaba más iluminado que el otro y una gran puerta detuvo su camino. Fukuzawa con lentitud hizo fuerza abriéndola, demostrando lo que parecía ser un comedor.

─ Wuoh... Cosa de personas millonarias, diría yo.

Asintió, sin duda son lujos insignificantes. Una gran mesa ocupaba más de lo que debía, habían varias sillas, la mesa era decorada con velas, manzanas y plátanos sobre platos y algunas copas notablemente manchadas con un líquido rojizo. La habitación no tenía otra salida o entrada más que la usada, habían macetas con plantas verdes pegadas sobre la pared, y ningúna ventana que ventilara o reflejaba sol en estas.
Al parecer no había salida, era una habitación insignificante, o eso creyó el peliblanco antes de sentir como el suelo temblaba mientras un ruido escurridizo se oía a su lado, el pelinegro que había intentado tomar un dulce, movió accidentalmente el tarro activando algún dispositivo. El ex-guardespalda volteó a su dirección, para sucesivamente ambos dirigir la mirada hacía la barra de madera que se movía linealmente hacia un costado, dejando un espacio abierto debajo de este, oscuro y sombrío, el dúo se asomó observando que una escalera los llevaba a un pasillo no muy oscuro.

Fukuzawa rozó su mano con el mango de su espada, mientras iba siendo el primero en bajar. Ninguno de los dos sabía por dónde iban, pero de lo que estaban seguros es que no serían los únicos al cruzar aquellas escaleras.
Un gran camino los esperaba.

alianza ✧ Fukumori.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora