Capítulo 40

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Adrien se encontraba en su oficina esperando a que su amada esposa llegará, pues estaba a nada de comenzar la última reunión, y su esposa simplemente no llegaba, le había dado intenciones precisas a Iván para que la trajera a tiempo, pero parece que ese guardaespaldas era un alcahueta de Marinette, Adrien seguía en su computadora registrando los último contratos del mes, pero pronto se vio interrumpido por los toques en la puerta, esperaba que fuera su esposa porque si no le daría un ataque de ira

—adelante —dio pase para la persona que estuviera tocando— ¿qué hacen aquí y no en la sala de juntas? —pregunto a los hombres que entraron

—huy lo siento señor puntualidad, pero debíamos informarte que tu querida Mari no llegará a tiempo

—explícate —le dijo con la ceja enarcada

—Kagami convenció a Bridgette y Chloe de ir por ella, hace un momento le hablé para saber en dónde estaban y me dijeron que apenas estaban saliendo de mansión

—¡¡¿que?!! —pregunto exaltado —esa mujer, dios, ¿por qué no puedes controlar a tu novia —dijo dirigiéndose a Luka

—ella es así —se encogió de hombros —no puedo decirle nada

—lo que pasa es que te tiene dominado —dijo Nathaniel con notable mofa

—cállate que tú estás igual— dijo a la defensiva

—lo sé, no me quejo y tampoco lo niego

—bueno ya, debemos empezar esa junta, no podemos posponerla —se puso de pie para comenzar a caminar

—pero ¿qué no es primo diario que ellas estén aquí?

—si lo es, con que llegue a la votación en el caso de que lo sea estará bien, así que vamos

—bueno tu mandas jefe

Adrien se dirigió a la sala de juntas con sus amigos y primo detrás, todo el que los viera caminar se enamoraba de ellos, con ese porte en su caminar como si de una pasarela se tratase, viéndolos tan serio como su trabajo le exigía, pues todos los empleados estaban de acuerdo que jamás había visto verlos sonreí, anteriormente les habían regalado una cuantas sonrisas coquetas, pero eso era cuando estaban solteros, Luka era el que siempre tenía una sonrisa pero esta era de amabilidad y muchos la consideraban la más hermosa del mundo, tanto que les hacía alegrar el día

Los cuatro hombres entraron a la sala de juntas con ese porte llegando a intimidar a unos cuántos, sobre todo la mirada de seriedad de Adrien que no solo hacía que las mujeres soltara suspiros si no también que los hombres sintieran miedo de él, era algo que los Agreste tenían y es que Félix tenía ese mismo mirar

—buenos tardes a todos —dijo una vez que se sentó en su lugar correspondido —debemos iniciar esto, sonrió ladino

Las chicas iban en el ascensor rumbo a al quinceavo piso, en el cual estaba la sala de juntas, pero Marinette iba inquieta por el plan que tenía que ejecutar, quizás Adrien se enoje y eso era lo que le preocupaba

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Las chicas iban en el ascensor rumbo a al quinceavo piso, en el cual estaba la sala de juntas, pero Marinette iba inquieta por el plan que tenía que ejecutar, quizás Adrien se enoje y eso era lo que le preocupaba

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