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Ten se había despertado con la extraña sensación de que todo estaba bien

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Ten se había despertado con la extraña sensación de que todo estaba bien. No podía explicarlo, pero estaba de muy buen humor y se sentía genial consigo mismo. No quería cuestionar mucho esa sensación; hacía mucho tiempo que no se sentía así. 

Era fin de semana. Sábado, para ser más exacto, por lo que tenía que ir a trabajar solo medio día. Al entrar al vivero, hasta a la señora Wong le llamó la atención el repentino aumento de ánimo en él, pero también prefirió no comentar nada y disfrutarlo junto a él. 

No se suponía que Lucas fuera a venir a trabajar hoy; la señora Wong le había dado el día libre debido a la herida en su mano así que ambos se sorprendieron cuando lo vieron cruzar la puerta con una amplia sonrisa en su rostro. 

—Buenos días —saludó él. Frunció el ceño al notar la expresión en el rostro de ambos—. ¿Tengo algo en la cara? 

—No, cariño —rió la señora Wong— Pero, ¡te había dado el día libre para que descansaras tu mano! —recordó ella, acercándose al más alto y tomando su mano para inspeccionarla y asegurarse de que estuviera en orden. 

—Ah, sí... pero me aburro mucho en mi casa así que decidí venir igual —confesó él, con una tímida sonrisa, rascándose la nuca con la mano que aún tenía libre. Ten rió. 

—Mejor para mí —acotó el mayor—. No me gusta trabajar solo. 

Lucas sonrió y ambos se dirigieron a la parte de atrás para encargarse de los pedidos que quedaban pendientes. 

Estaban trabajando diligentemente en un cómodo silencio a pesar de tener la música de la radio de fondo

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Estaban trabajando diligentemente en un cómodo silencio a pesar de tener la música de la radio de fondo. Ten estaba tarareando una canción, asegurándose de que el ramo de rosas que estaba terminando quedara perfecto. Cuando estuvo satisfecho, lo llevó a una caja junto con el resto de los pedidos. Sonrió al observar su trabajo completo y volteó a ver a su compañero de trabajo. Se lo veía muy concentrado, su lengua estaba entre sus labios mientras cortaba las espinas y hojas secas de su último ramo. Al terminar, levantó la vista y se dio cuenta de que el menor lo estaba mirando. 

—¿Listo? —preguntó Ten, agachándose para tomar la caja de pedidos en sus manos. Lucas lo imitó, acomodando sus ramos cuidadosamente en otra caja y levantándola también. 

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