ᴄ ɪ ɴ ᴄ ᴏ

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YangYang había visto toda la escena desde la ventana de su habitación

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YangYang había visto toda la escena desde la ventana de su habitación. Había visto a Lucas llegar y notó su mano vendada, pero eso no era lo que más le había llamado la atención. Lucas estaba con Ten.

Espero a que Ten se fuera y a que Lucas haya entrado a su casa para él salir de la suya. Quería preguntarle de dónde conocía a Ten. En realidad, quería preguntarle cuál era el secreto para que Ten lo tratara así como lo trató. Quizás era estúpido de su parte —apenas conocía al chico— pero no podía evitar sentirse atraído por él. Sí, su rostro era hermoso, todo él lo era, eso era obvio para cualquiera a simple vista. Pero la primera vez que lo vio, lo notó tan triste que le dieron demasiadas ganas de hacer algo para que dejara de sentirse así. Jamás le había pasado algo parecido con nadie.

Ahora se encontraba dentro de la casa de su amigo, quién lo miraba con curiosidad.

—¿Qué te pasó en la mano? —fue lo primero que le preguntó.

—Me corté en el trabajo —respondió el más alto, algo avergonzado. Todo el grupo de amigos estaba al tanto de que Lucas había conseguido un nuevo trabajo; pero, si bien se alegraban mucho por él, no pudieron evitar cuestionar si un vivero era lo más indicado para alguien como él, considerando que no tenía nada de experiencia en eso y que era la persona más propensa a accidentarse. Evidentemente, habían tenido razón en preocuparse—. Pero estoy bien, mi compañero llamó a emergencias y allí me vendaron.

—Hablando de tu compañero... —YangYang aprovechó la mención para preguntarle lo que realmente quería saber—. ¿Era el chico que te acompañó hasta aquí?

—¿Cuántas veces tengo que decirte que tu hábito de espiar la calle por la ventana de tu habitación me da escalofríos? —preguntó el mayor, el tono de voz en su voz demostraba su exasperación. YangYang rió, pero no le dio importancia pues sabía que no iba a dejar de hacerlo. Era uno de sus pasatiempos favoritos—. Sí, era él. Se llama Ten.

—Sí, pues, verás... ya lo conozco —dijo y Lucas enarcó las cejas. El menor comenzó a contarle de dónde conocía a su compañero; no dejó de lado el hecho de que estaba casi seguro de que estaba desarrollando un crush en el chico y no sabía qué hacer al respecto. Lucas lo escuchaba atentamente.

—Pues, Ten parece un chico genial así que no sé por qué te preocupas tanto —dijo cuando YangYang terminó de hablar, caminando a la cocina en busca de algo para comer. YangYang exhaló frustrado y lo siguió.

—Porque estoy muy seguro de que me odia —respondió, sentándose en la mesada de la cocina—. Bueno, no- no me odia pero tampoco le caigo bien... y no sé qué hacer para que cambie de opinión. Realmente me agrada... —su voz fue cayendo mientras dijo esa última frase—. Vi cómo se trataban hoy; apenas se conocieron y ya parecían mejores amigos. No sé qué tengo yo que no le agrada.

—No creo que tengas algo en particular, Yang —opinó, llevándose una galleta a la boca. Extendió el paquete a su amigo, quien tomó un puñado de galletas rápidamente—. Por lo poco que hablé con él, siento que es de los tímidos - como yo - y, quizás, por eso se llevó mejor conmigo. Sabes que tu puedes ser... mucho para cualquiera que no te conozca. No creo que te odie, solo tiene que acostumbrarse a tí primero —concluyó él. YangYang lo escuchaba atentamente. Lucas no le había dicho nada que no haya pensado él ya, pero casi nunca hacía caso a su propia mente y necesitaba que alguien lo ayudara a poner sus pensamientos en orden. Por eso se alegraba y agradecía que fuera el chico alto quien viviera al lado suyo y no Mark, quien era casi igual o peor que él para aconsejar.

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