ᴅ ɪ ᴇ ᴢ

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Ten se encontraba realmente bien durante las últimas semanas, especialmente después de la visita a Lisa

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Ten se encontraba realmente bien durante las últimas semanas, especialmente después de la visita a Lisa. Quizás, no recordaba comer todos los días y a veces no lograba dormir tampoco, pero eso era excelente a comparación de lo miserable que estuvo hace un mes. Ahora, se acercaba el momento de ir a visitarla otra vez y, por alguna razón, ese bienestar que había logrado conseguir se desmoronó en frente de sus ojos en un segundo.

El día anterior se había ido a dormir sintiéndose normal, igual a cómo se sentía todos los días desde que Lisa se había ido. Sin embargo, cuando se levantó, supo que ya no estaba igual a como se había acostado. Ya no se sentía "normal", se sentía como la mierda otra vez. No quería levantarse, no quería desayunar, no quería salir de su casa ni tener que ir a trabajar. Deseaba quedarse acostado hasta que alguien recordara su existencia y lo obligara a moverse, aunque deseaba con más ganas que nadie lo viniera a buscar y punto.

Su cambio de humor se debía a un sueño que tuvo. Había soñado con ella, y hace mucho tiempo que no soñaba con ella. La había visto, radiante como siempre, en aquel festival que había dado lugar al comienzo de su relación. Todo estaba igual a como estuvo ese día, todo sucedía igual a como sucedió ese día. Sin embargo, en un momento, Ten vio a Lisai alejarse de la multitud y, por supuesto, decidió seguirla. La siguió, sin prestar atención a su alrededor, hasta que ambos dejaron de moverse. Cuando Ten vio donde estaban, entendió que estaban en el cielo, pues así imaginaba él que era el cielo: todo blanco y esponjoso, con rayos de sol atravesando las nubes en las que estaban parados.

Lisa ahora vestía completamente de blanco y él también. «Ven conmigo», dijo ella, extendiendo su mano hacia él. Lisa lo miraba con el mismo amor que siempre y Ten se sintió a sí mismo empezar a llorar. «Sé que me extrañas», volvió a hablar mientras se acercaba a él y secaba sus lágrimas. Ten ahogó un sollozo cuando sintió las manos de Lisa apoyarse en su rostro, pues se sentía muy real. Demasiado real. Él decidió tomar su mano, aceptar su propuesta y seguirla hacia donde fuera que ella se dirigiera.

Pero despertó. Despertó en su habitación, a oscuras y solo. Sin Lisa. Exactamente igual a cómo había estado durante el último mes. Deseaba no haber despertado nunca de ese sueño.

Con las pocas ganas que tenía, tomó el celular y mandó un mensaje a la señora Wong avisándole que no se sentía bien y no iría a trabajar, pues incluso en ese estado no querría decepcionar más a quién lo trataba como un hijo.

Una vez envió el mensaje, arrojó su celular a algún punto de la habitación, sin preocuparse si fuera a romperse, pues todo el piso estaba cubierto de ropa acumulada que amortiguaría su caída. Se dio media vuelta en la cama y se dispuso a dormir una vez más, esperando soñar nuevamente con ella.

Mientras tanto, en el vivero, Lucas estaba trabajando con menos ganas y más estrés de lo usual, pues era la primera vez que tenía que hacer todo el trabajo él solo. Cuando la señora Wong le avisó que Ten no vendría, no pudo evitar notar la preocupación en su tono de voz. Quiso preguntarle si había pasado algo, pero supuso que si ella no le decía algo, no era de su incumbencia. Sin embargo, ahora la curiosidad lo estaba matando y provocando que él también se preocupara por su compañero.

Al cabo de unos minutos, logró despejarse completamente de los pensamientos acerca de lo que podría haberle pasado a Ten (si es que le había pasado algo en lo absoluto) y comenzó a trabajar diligentemente, sorprendiéndose a sí mismo con lo mucho que tenía para hacer aún.

Estaba a punto de terminar un arreglo de flores cuando la señora Wong lo llamó al frente.

―Aquí estoy ―anunció él, limpiándose las manos en el delantal.

―Oh, Lucas, querido. Quiero que conozcas a alguien ―respondió ella, señalando al chico que estaba al lado suyo. Era menos alto que Lucas, y tenía el pelo cafe, aunque se notaba que estaba lavado―. Él es mi hijo, Hendery. Hendery, él es Lucas.

Lucas alzó las cejas al asimilar que él era el famoso Hendery del que le habían hablado. A decir verdad, era algo obvio quién era, pues tenía la misma sonrisa que su madre. Era casi un calco idéntico de ella, con treinta centímetros más y menos pelo.

―Hola, Hendery. Un gusto ―saludó él primero, extendiendo su mano hacia el chico. Hendery la tomó, sonriéndole.

―Igualmente ―respondió él―. Sé que estás trabajando solo hoy, pero tu sufrimiento ha terminado ―comentó él, mirando a su madre antes de volver a mirarlo a él y dirigirse a la parte de atrás―. No tengo nada que hacer hoy, así que voy a ayudarte.

Lucas sonrió y Hendery pasó de largo. La señora Wong le indicó que lo siguiera también, practicamente echándolo por la puerta con una sonrisa plasmada en el rostro.

―Wow, veo que hiciste casi todo el trabajo ya ―dijo Hendery al ver que la gran mayoría de los pedidos ya estaban listos―. Si quieres, dejame los que quedan a mí. Tomate un descanso.

―Está bien ―respondió Lucas sin siquiera dudarlo. Hendery rió ante su velocidad―. Así que, tú eres el famoso Hendery.

―¿Famoso? ―el mencionado dijo, ladeando su cabeza. Se notaba en su expresión que se sentía halagado―. ¿Así que hablan mucho de mí?

―Ten, más que nada. Dijo que nos llevaríamos bien...

Hendery asintió, colocándose el delantal y agachándose frente a las plantas. ―¿Ah sí? ―preguntó, cortando algunas hojas. Lucas murmuró una afirmación―. Pues, si él lo dice, debe ser cierto, ¿no? ―él sonrió, volteando a mirar a Lucas, quién sonrió con él.

―¿Sabes si le pasó algo? ―Lucas aprovechó para preguntar luego de unos momentos. Esperaba no estar entrometiéndose en nada, pero realmente quería saber―. A último momento avisó que no vendría y tu madre parecía preocupada, así que, no sé... me preocupé ―trató de explicar al ver que Hendery no le respondía.

―No, no, está bien. Entiendo ―respondió Hendery, levantándose y dirigiéndole la mirada―. Mamá solo me dijo que Ten no se sentía bien y por eso no vendría hoy. Posiblemente, tampoco venga mañana ―dijo él, con una mueca en el rostro―. Pero no te preocupes, iré a verlo hoy y mañana te cuento cómo está, ¿sí?

Lucas se sintió más aliviado luego de escuchar eso. Asintió.

―Está bien. Dile que espero que mejore.

―Lo haré ―prometió Hendery.

Sin embargo, cuando ambos terminaron de trabajar y Hendery se dirigió a casa de Ten, olvidó completamente decirle eso, pues cuando su amigo no respondió la puerta y tuvo que tomar la llave debajo de la maceta (que ni siquiera sabía si seguía ahí, simplemente tuvo suerte de encontrarla), lo último que se le cruzó por la cabeza fueron las palabras de Lucas. En lo único que podía pensar era en Ten, su amigo, quien estaba acostado en la cama, aparentemente plácidamente durmiendo, mas no reaccionaba.

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