—¿Cuánto falta? — eché la cabeza para atrás y cerré los ojos.
—Dos horas y algo, deberías dormir — besó mi cabeza y siguió leyendo su libro de política.
—No soy de dormir en aviones, menos en viajes largos ¿Y si no despierto más?
Andy me miró pasmado y luego, simplemente rompió a reír. Reí con él solo porque tenía muchas ganas de ver esa hermosa sonrisa en su rostro después de todo lo que me había contado.
—Voy al baño — me levanté en silencio, era la cuarta vez que me paraba al baño y me quedaba ahí mirándome en el reflejo del pequeño espejo por varios minutos tratando de sonreír sin sentirme mal.
Sí Maurice sabía de lo mío con Andy porque él se lo contaba ¿Entonces Lourie sabía que Andy tenía una aventura conmigo? No me atrevía a preguntarle a él. No después de decirme todo lo que Lourie le dijo en los mensajes de voz. No después de ver el rostro de su hijo al confirmar que ella le era infiel. Me preguntaba si ¿Acaso Jacob también sabía sobre mí? ¿Si me odiaría tal cual dijo que odiaba a Maurice?
Cerré los ojos y dejé caer la cabeza. Respiré varias veces para poder calmarme cuando sonó la puerta. Tres golpes suaves que hicieron que el corazón se me saliera por la boca. Como si supiera que era él.
—¿An...? — antes de que pudiera terminar de decir su nombre cuando su mano me cubrió la boca y me empujó de vuelta adentro cerrando la puerta antes de que la azafata volteara a ver quien había entrado o salido.
—Te noto un poco aburrida — sonrió. Pero su voz fue como un ronroneó. Su mano soltó mi boca y bajó hasta mi cuello.
—¿Qué haces?
—Quitarte el aburrimiento ¿No es obvio? — se inclinó hacia mi cuello y su lengua se deslizó por mi piel hasta que sus dientes mordieron el lóbulo de mi oreja y se me escapó un gemido — me muero por tomarte aquí Meg.
—Pero...
—No pasa nada — subió su boca y encontró la mía, mordió mi labio inferior y tiró de él. Su mano derecha bajó por mi espalda y se metió dentro de mi vestido sin preguntar y sin previas. Directo a la humedad entre mis pliegues. Andy gruñó con los labios sobre mi piel mientras yo estaba recargada sobre el lavado — estás tan mojadita para mí siempre. Tan suavecita.
Abrí los labios para dejar escapar el aire cuando sus dedos comenzaron a subir y bajar por mi interior, sobre mi clítoris haciendo giros suaves con esos dedos tan profesionales, hasta que de un golpe los retiró y me giró de espaldas contra la pared. El espacio era tan reducido que solo un movimiento bastó para que quedara inmovilizada contra la pared.
Me subió el vestido y bajó la ropa interior, sacó un condón de su bolsillo del pantalón y en menos de lo que me llevó un respiro estuvo dentro de mí. De golpe. Hasta que su piel chocó con la mía y más. Más allá. Rodeó una mano alrededor de mi cuello y esperó hasta que yo pudiera recobrar el aliento de su estocada. Entonces salió con suavidad y entró de nuevo pero con fuerza. Sus dedos me taparon la boca, pero no todos. Andy metió un dedo dentro de mi boca mientras se movía dentro de mí al mismo tiempo. Se inclinó sobre mí, mordiendo mi cuello y mi oreja al mismo tiempo una y otra vez hasta que sus suaves gemidos eran todo lo que podía oír fuera del sonido del motor del avión.
Con una mano tapando mi boca, afirmó la otra en mis caderas y empujó, tan hondo y tan profundo que creí que iba a desvanecerme ahí mismo de placer. Las piernas me comenzaron a temblar, él sabía lo que iba a pasar y lo sentí sonreír cuando besó mi cuello.
—Ya sabes que decir, mi amor — gruñó
Mi lengua rodeó su dedo dentro de mi boca con placer, estaba exhorta. No había otra cosa mejor para mí en el mundo que aquello, que tenerlo ahí conmigo, dentro de mí. A mi lado. Estaba en las nubes. Viendo las estrellas. Literalmente (por que estaba de noche y podía ver el oscuro cielo a través de una minúscula ventana en el baño).
—¿Puedo correrme, daddy?
Andy gruñó, mordió mi hombro y empujó con más fuerza una y otra vez, pegando mi cuerpo a la pared como un latigazo.
—Ah sí — gimió — y yo también lo haré bebé.
Comenzó a moverse más rápido y más fuerte, no estaba segura de si el avión se movía a causa de una turbulencia o la turbulencia la había provocado Andy, pero todo comenzó a moverme de pronto y Andy se sostuvo de la pared con ambas manos mientras me penetraba una y otra vez cada vez más rápido. Las piernas me temblaron y terminé sucumbiendo al orgasmo que él había provocado y cuando esperé que él se corriera dentro de mí, Andy salió, se quitó el condón lo tiró al basurero y sentí... su caliente y duro miembro rozar mis glúteos de arriba hacia abajo. Explicar la sensación y lo caliente que me sentí aún después de haber tenido mi orgasmo era imposible.
Estaba tan caliente y suave... y se frotaba entre mi raja una y otra vez tentado a entrar dentro de mí sin protección y por un momento no me importó, por un momento ¿Por qué debería importarme? Yo lo amaba, él me amaba... Nos amábamos. Y habíamos llegado tan lejos...
Aún así, él parecía tener la misma disyuntiva que yo porque agarró mis caderas gruñendo como si realmente estuviera muy enojado y finalmente se alejó de mí, lo sentí jadear y miré sobre mi hombro. Andy desparramó todo de él sobre mi trasero y gimió... gimió como no lo había hecho nunca conmigo antes. Como si la idea de sentirnos, piel con piel... sin tapujos, lo pusiera más que cualquier otra cosa. Como si eso fuera otro nivel.
Y la sensación caliente de todo su esperma en mi piel... era tan suave y deliciosa.
Andy abrió los ojos con su mano aun rodeando su pene y miró el desastre en mis pantalones y trasero. Luego me miró. Rojo, y despeinado.
—Lo-lo siento — murmuró. Tomó un poco de papel higiénico y me limpió con cuidado. Luego se limpió él en silencio y cuando me acomodé el vestido y me giré a él lucía un poco abrumado — lo siento Meg. No quise...
—No pasa nada — lo tomé del rostro — estuvo... bien — no pude terminar la frase sin una sonrisa. Andy me cogió por la cintura y me besó, un beso salvaje pero corto.
—¿Sí? — asentí — deseaba... — tragó saliva con temor y pegó su frente a la mía. Yo me mordí los labios, sabía lo que quería decir... probablemente era lo mismo que yo pero no quería decirlo yo. Así que solo sonreí — será mejor que volamos...
Me besó de vuelta y se acomodó el cabello, abrió la puerta con cuidado. Asomó la cabeza y salió rápidamente sin mirar atrás. Una vez él se fue, dejé pasar un par de minutos cuando alguien tocó la puerta. Me mojé las manos y me arreglé el escote un poco.
Abrí la puerta, una adorable anciana me sonrió al salir y yo volví muy campante a mi asiento. Una mano fuerte tomó la mía y se la llevó a los labios cuando me senté a su lado. Los ojos azules me miraban brillantes, ansiosos. Y no pude evitar estirarme para besarlo.
—Mi Meg — susurró como un poema. Apoyé mi cabeza en su hombro y me quedé así, por el resto del viaje.
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Incondicional ━ Andy Barber
ФанфикLa vida de Andy está desmoronándose y de pronto la persona que ha estado evitando se convierte en alguien totalmente indispensable e incondicional. Y Megan, está dispuesta a hacer lo que sea, por el amor de Andrew Barber.