La vida de Andy está desmoronándose y de pronto la persona que ha estado evitando se convierte en alguien totalmente indispensable e incondicional. Y Megan, está dispuesta a hacer lo que sea, por el amor de Andrew Barber.
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Megan
—¿No dormiste anoche o qué? — me pregunta Alice.
La miro por sobre mis gafas de leer, voy por mi tercer café y a penas son las ocho de la mañana. En realidad tiene razón. Anoche no pude dormir. Después de todo lo que pasó con Andy terminé dándome una ducha y viendo Grey's Anthomy hasta las siete de la mañana. A penas pude pegar los ojos media hora.
Estaba muy nerviosa.
—Tenía dolores de cabeza — respondo. Dolores Andrew, en realidad. Dolores buenos.
Alice a penas me mira, está sumergida en un montón de trabajo que le ha dado Maurice. Igual que yo, con el absurdo trabajo de Greg. El cual espero que no aparezca tan temprano y no vuelva a invitarme a tomar café.
—Megan — cuando alzo la vista veo al jefe de Alice venir en mi dirección.
Maurice es alto y delgado, el cabello negro y corto peinado hacia atrás. Siempre lleva trajes caros y finos y a pesar de que tiene una mirada dura, en realidad es más bien. Muy simpático. Alice tiene mucha suerte.
—¿Sí?
Dejo de escribir en el ordenador y le doy otro sorbo a mi café que está por terminarse.
—Tengo noticias para ti y espero que no te molestes — se acomoda la corbata mientras me mira. Puedo sentir la mirada de Alice a un costado — Andy necesita con urgencia ayuda extra y como en unos días va a llegar un nuevo pasante habíamos pensado en moverte como su secretaria. Ya sabes, tú has trabajado con él y además se conocen — termina de acomodarse la corbata y ve la basura junto a mi escritorio, dos vasos de café vacíos — Eso es mucho café.
—Dolores de cabeza — dice Alice por mi, viéndonos con una mano apoyada en su mentón. Maurice la ve y asiente pensativo antes de volver a mí.
Mi vientre está contraído y mis emociones estancadas en mi garganta. ¿Yo? ¿Secretaria de Andy? Ni siquiera estoy tan segura de si es una buena idea. Pero no puedo dejar de ocultar mi dicha interna. Eso me hace reír y morder mis labios para disimularlo.
—Se... ¿Seguro no hay problema con Greg? ¿No se va a... Molestar? — pregunto.
Maurice hace un ademán.
—Que va
—Tenía informes que terminar y ajustar su agenda, yo...
—Déjale eso a Alice — responde mirándola. Alice despabila y mueve su mano sonriendo.
