Capítulo dos

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¡¡Feliz San Valentín!! He adelantado el capítulo como regalito de San Valentín, con mucho amor <3. Así que regaladme a cambio vuestros likes y, sobre todo, comentarios XD.

¡Os quiero!

Joy no podía dormir

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Joy no podía dormir. Ya casi nunca lo hacía. Desde que unas semanas atrás esos hombres habían irrumpido en su casa, rompiendo la puerta y... No. Ya no dormía. Solo lloraba. Temblaba. A veces vomitaba.

Así que cuando Horacio le dijo que iba a arreglarlo todo unas horas atrás y salió de casa, solo consiguió dar vueltas, con el miedo apretando su estómago, deseando salir corriendo y no mirar atrás. Pero no podía.

Había cosas que no podía dejar atrás por más que lo deseara.

Cuando oyó el coche subir por la rampa del garaje tembló. Su casita era pequeña y bastante humilde, en un barrio muy lejos de los buenos de la ciudad. Antes habían vivido en una zona mejor, pero... El dinero se acabó y ahora no tenían otra cosa. Ni siquiera tenían el coche ya, así que estuvo a punto de esconderse, sin saber quién podía ser, hasta que oyó la llave en la cerradura. Ellos no tenían llave. Ellos no la necesitaban. A ellos no le importaba.

―¿Joy? ―La voz de Horacio parecía tan nerviosa y temblorosa como la de ella, que se asomó desde el salón para ver a su marido.

Y su marido no estaba solo. Había un tipo enorme tras él, tan grande que hacía que su marido pareciera un adolescente de nuevo. Y pese a que su aspecto parecía mortal, el traje que llevaba era caro, lo supo, lo notó. No era uno de esos matones que acompañaban a su marido cuando se gastaba más dinero del que tenía.

―¿Qué pasa? ―preguntó Joy, sin quitar la vista del enorme negro que se apoyó en la puerta y cruzó los brazos, sin pronunciar ni una sola palabra.

―Hablemos a solas ―le pidió Horacio, tirando de su mano y llevándola hasta el dormitorio.

El hombre habló entonces, con voz tan mortal como sugería su aspecto.

―Cinco minutos y nos vamos.

―¿Dónde vais? ―preguntó Joy confusa.

Su marido abrió la maleta que desde hacía un par de semanas dejaban a un lado, por si tenían que salir corriendo, y sacó la ropa de él y metió más de ella, sin mirarla.

―Vas a estar a salvo, él cuidará de ti.

―¿Qué dices, Horacio? ―preguntó, colocando la mano sobre la de él para que dejase en paz su ropa interior―. ¿Quién es ese hombre?

―No importa, Joy. Te juro que estarás bien, te cuidará ―repitió―. Lo sé. Lo sé. Si ellos vuelven y estás aquí... ―Miró el corte de su ceja, que apenas quedaba oculto con su flequillo castaño―. Por favor, hazme caso.

―No te entiendo ―le dijo ella, con las lágrimas empañando sus ojos y la congoja apretando su garganta.

―Pagará nuestra deuda, a cambio de... pasar un mes contigo.

El precio del amor - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora