Liam guardó los papeles en la guantera antes de que Reth bajase de la oficina y subiera en el coche, en el asiento del copiloto. Solo subía atrás cuando iban con alguna mujer a la que impresionar.
Tras la declaración en la comida no habían hablado de nada más personal, Liam cambió de tema, y le pareció que su amigo lo agradecía, pero él... Sabía que algo no cuadraba, la forma en la que esos dos hablaban de lo sucedido... Y se lo habían confirmado, porque era absurdo que los dos pensasen que el otro le había dejado y él sabía que ninguno mentía. Entonces había gato encerrado, o eso pensó. Y vaya si lo había, dos horas de su detective privado habían bastado para encontrar al dichoso minino.
Y ahora tenía que lidiar con esa información, pero no era con Reth con quien necesitaba hablar primero. Porque en todo el mundo solo había una persona que le importaba más que su mejor amigo y tenía que asegurarse de que no sufría por lo que él estaba a punto de revelarle a Reth.
―Vas muy callado ―le dijo su amigo, con los ojos cerrados, masajeándose el puente de la nariz.
―No pareces tener ganas de charla.
―No. La verdad.
―Pues ya está. No pidas lo que no puedes aguantar ―bromeó, dándole un golpecito en el hombro.
Aparcó poco después en el garaje. Su amigo tenía una pinta pésima. Con la corbata floja, la camisa desabrochada y la chaqueta colgando del brazo. Además, diría que se había pasado toda la mañana pasándose las manos por el pelo y lo tenía revuelto en todas direcciones.
Lidia estaba sola en la cocina cuando llegaron allí, lavándose las manos y con una olla burbujeando en el fuego.
―Qué mala cara traes ―le dijo enseguida a Reth.
Y Liam sintió un pequeño pinchacito en el pecho porque a él ni le mirase. Sujetó su mano y la hizo girar hacia él. Se rio un poco, sorprendida por el movimiento brusco.
―¿Podemos cenar juntos esta noche? ―le pidió con suavidad, como si pudiera espantarla. Quizá era así.
―Cenamos juntos casi todas las noches, Liam ―le dijo, con una risilla.
―Me refiero fuera.
―Ah. Bueno, ya casi he hecho la cena, pero supongo que la podemos dejar para mañana... ¿Dónde queréis ir?
Lidia miró a Reth, que se encogió un poco de hombros, como si la cosa no fuera con él, y clavó la mirada en Liam, que suspiró, pese a que trató de evitarlo.
―Lidia, ¿qué tal si cenamos tú y yo, solos y juntos, fuera de casa, esta noche? ―aclaró.
―Ah. ―Sus mejillas se tornaron rojizas―. Bueno, si a Reth le parece bien.
―Yo solo tengo secuestrada a una persona en esta casa, Lidia ―bromeó Reth.
―No tiene gracia ―le dijo Lidia, con un resoplido―. Está bien, cenemos, pero no en uno de esos sitios pijos vuestros. Algo normal.
―Claro. Buscaré algo. ¿Por qué no te cambias? Creo que si vas con delantal a un restaurante te ponen a trabajar en lugar de darte de cenar ―bromeó.
Lidia se puso mucho más roja y luego les pidió que apagasen el fuego y salió corriendo hacia su dormitorio.
―¿Una cena? ―preguntó Reth cuando se quedaron solos―. ¿Solos y juntos, fuera de casa?
―Cállate, no es lo que piensas. Voy a cambiarme también, apaga el fuego.
―¡¿Para qué quiero empleados si me hacéis trabajar a mí?! ―le gritó cuando ya se iba, aunque le oyó reír. Liam también sonrió, solo un poco.
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El precio del amor - *COMPLETA* ☑️
Romance¿Cuánto pagarías por pasar una noche más con la persona que te rompió el corazón para siempre? *** Todos los derechos reservados