Joy se quedó sola buscando una copa de champán cuando, tras un discurso precioso que apenas pudo oír por parte de Reth, porque solo pensaba en cómo podría hacer para colarse en su cama, este se disculpó para ir al baño con una sonrisa socarrona. Así que Joy decidió que necesitaba beber algo.
Y se encontró de frente a Chanel, muy poco casualmente, supuso. Y sin copa de champán. Hubiera sobrellevado mejor el encuentro con algo de alcohol en el cuerpo y no con los restos de un orgasmo que aún la tenía atontada.
―Se cansará de ti ―le dijo, sin más.
―Hola a ti también.
―¿No me has oído? Se cansará de ti como de todas. Solo eres una más. Ahora le haces gracia, pero después... se cansará de ti.
―Es curioso, porque hoy ya me han dicho eso, pero no acepto consejos de personas que tengan nombre de caniche de pija, lo siento.
Chanel la miró con la indignación pintada en la cara y luego, sus ojos muy abiertos, se dirigieron a su espalda. Joy ni siquiera necesitó girarse para saber que Reth ya había vuelto, solo esperaba que hubiera traído un par de copas con él. Su mano grande y caliente se posó en la parte baja de su espalda desnuda.
―¡No puedes permitir que me hable así! ―le dijo Chanel a Reth, con tanta indignación que Joy no pudo evitar una risa.
―Ni que fuera su amo y señor, Chanel, ¿cómo pretendes que evite que te hable de ninguna manera si encima has venido tú a provocarla?
―¡Reth! Deja de hacer el idiota ya ―le pidió la chica, con un puchero caprichoso, dando un paso hacia él―. ¿Por qué no nos vamos a ese fin de semana romántico por el que pujaste y lo hablamos?
―Qué idea tan genial ―dijo Reth y la emoción de su voz obligó a Joy a mirarle por primera vez desde que había vuelto―. ¿Te apuntas a un fin de semana romántico, Joy?
―¿Los tres? No sé yo ―se burló Joy, antes de soltarse de él y perderse entre la gente en busca del bendito champán.
Oyó a Chanel gruñir de indignación, pero ni siquiera se volvió. Paró a un camarero que llevaba una bandeja y cogió dos copas. Cuando se giró, Reth ya estaba allí.
―Echaba de menos a la Joy que tenía una cruzada contra las animadoras ―le dijo, dándole un toquecito en la nariz con la punta del dedo―. Pensé que habías desaparecido, pero solo estás oculta debajo del miedo y el dolor, ¿no?
―Y la pérdida... ―susurró ella, mirando sus labios solo un momento, deseando que rozasen los suyos―. No sé si puedo irme un fin de semana, Reth, no sé si quiero alejarme por si... mis padres me necesitan...
―Saldremos mañana por la tarde y volveremos el domingo, tendrás tiempo de avisarlos. Me gustaría mucho alejarme de aquí contigo solo dos días, Joy, por favor.
Y no pudo decirle que no, pese a su deseo de hablar en serio con él... ¿Tan mal estaba que disfrutase solo un fin de semana del viejo amor de su vida? Puso cara de disgusto, pero, en realidad, quería dar saltos de alegría.
―Está bien. Solo el fin de semana.
―Perfecto. ¿Tienes el pasaporte en regla?
―¿Cómo que el pasaporte? ―Le miró con los ojos muy abiertos―. ¿De qué hablas?
―El fin de semana es en Venecia.
―¡¿Quieres ir a Venecia el fin de semana?! ―Reth dejó ir una risa ante su grito de indignación―. Te has vuelto loco.
―Pensé que lo sabías, estabas en la puja.
―Estaba más pendiente del alcohol que de la geografía. No puedo salir del país, Reth, ¿te has vuelto loco?
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El precio del amor - *COMPLETA* ☑️
Romance¿Cuánto pagarías por pasar una noche más con la persona que te rompió el corazón para siempre? *** Todos los derechos reservados