Prólogo

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Doctor: "Felicidades. Su hijo nació con un nivel de pelea de alrededor de 100 unidades. Nada mal, considerando que es un saiyajin de clase baja. Si se desarrolla apropiadamente y aumenta su nivel hasta el parámetro deseado, podría ascender en rango hasta convertirse en un guerrero de la élite saiyajin".

Estás palabras inundaron a una demacrada madre de felicidad, orgullo y principalmente alivio, mientras observaba a un pequeño infante con una melena sorprendentemente larga (al menos para un recién nacido), dentro de una cámara de incubación. Una máquina llena de agua. Era el primogénito de la relación de Bardock y Gine, una pareja saiyajin de clase baja de lo más inusual.

Gine: "(Eso significa que no tendrá que ser enviado a un planeta desde tan pequeño...)"

Doctor: "Entonces, ¿ya escogió un nombre digno para la criatura?"

Gine: "Algo así, doctor. Fue Bardock el que me dijo como debía llamarse. Su nombre es... Raditz. Y sé que superará las expectativas que tenemos de él con creces".

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Unos años después, los primeros llantos del segundo hijo de Bardock y Gine, Kakaroto, no se hicieron esperar, sin este saber del peligro inevitable que acechaba su mundo. Al mismo tiempo, un joven Raditz estaba a punto de tomar parte en su primera misión.

Gine: "Raditz, sé lo emocionado que estás por ser esta tu primera misión, pero ten cuidado ahí afuera, ¿de acuerdo? No puedo soportar la idea de que alguno de mis bebés termine lastimado".

Raditz: "Ya te dije que no te pongas así de regañona, mamá. Ya no soy un bebé. Igualmente es casi garantía que me enviarán a un planeta de pusilánimes con los que podré entretenerme un buen rato. Y si algo sale mal, simplemente me esconderé sin que nadie se dé cuenta. Aunque dudo que un guerrero tan perspicaz y elegante como yo llegue a ese extremo".

Gine: "Seguro que sí..."

Raditz: "Dejando eso de lado, ¿dónde diablos está mi padre?"

Gine: "Está terminando una misión propia, seguro que regresa en poco tiempo".

Raditz: "Cómo sea. A él yo no le importo".

Gine: "Ahora bien, Raditz. Eso simplemente no es cierto. De hecho, él me dijo personalmente que te diera estos antes de que te fueras".

Gine le mostró unas bandas rojas.

Raditz: "¿Y estas qué son?"

Gine: "Son unas bandas que tu padre usaba cuando salía a pelear. Quería que las heredaras como amuletos de la suerte".

Raditz: "Hmmm... Nah, yo puedo crear mi propia suerte".

Gine bajó la mirada con tristeza, y Raditz no pudo evitar sentirse mal por ello.

Raditz: "(¿Por qué siempre me pasa esto cuando mamá se pone así? Un saiyajin no debería mostrar esta clase de compasión, ni siquiera hacia su familia.) Rgh... Pensándolo bien, las tomaré, supongo".

Gine: "Ay cariño, sabía que te importaba. Déjame que te ayude".

Gine ayudó a Raditz a ponerse las bandas en el brazo y pierna izquierdos.

Raditz: "Y bien, ¿cómo luzco?"

Gine: "Muy apuesto, hijo mío. La viva imagen de tu padre. Recuerda que debes hacerte respetar. Solo porque seamos saiyajin de clase baja no significa que no haya nada más que podamos ofrecer además de eso. Te prometo que algún día vivirás mejor que el estándar de un saiyajin cualquiera. Y en cuanto llegue el día, lo mismo aplicará a tu hermano. Si alguna vez sientes que ya no puedes seguir adelante, recuerda que si pones tu mente en ello, lograrías ser más fuerte que el propio Rey Vegeta".

Raditz: Hermano de KakarotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora