Compañeros de desdicha

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Bueno... es hora. Nah en realidad no iba a decir nada importante, estoy medio dormida todavía (siesta y eso) así que les dejo un nuevo cap y ya me dirán qué opinan. A nada, estamos del final y es tiempo de aclarar los últimos puntos de la agenda. xD

Capítulo XXVIII:

                                               Compañeros de desdicha

¿Han visto la película Ferris Bueller's Day Off ? A veces me siento un tanto vieja preguntando este tipo de cosas, ¡es una jodida película de los 80! Pero a mi entender ha trascendido completamente su época. Al punto que pienso que cualquiera podría encontrarse de algún modo, identificado con la necesidad de Ferris de tomarse un día libre del mundo en general.

De todos modos, si son lo bastante jóvenes como para no haberla visto o simplemente no quieren admitir que ya están comenzando a dejar atrás sus mejores años, les aconsejo que tomen nota de ella. Es especial para subirle el ánimo a una tarde particularmente aburrida, es especial cuando quieres pensar en cualquier cosa menos en tu vida, pero… (Y tomen una jodida gran nota sobre ese “pero”), no es especial cuando intentas sacar de tu cabeza cierto nombre. Porque —ya como se ha demostrado repetidas veces a lo largo de esta bitácora (y la anterior) — el destino tiene un sentido del humor taimado e incluso me atrevería decir que algo despiadado, pues sin duda no habría hecho que el mejor amigo de Ferris se llamara Cameron de lo contrario.

Aunque este Cameron no se parecía en nada a mi Cameron —obviemos aquí esa patética muestra de posesividad, ustedes saben a lo que me refiero—, el simple hecho de escuchar a Ferris regañar a su Cameron por tal o cual razón, hacía que me costara mucho no enseñarle el dedo medio al cielo raso. Donde, la católica/agnóstica/atea en mí, pensaba que se encontraba aquel ente superior descostillándose de risas a mis expensas.

Pero me daba igual, no iba a dejar que me vapuleara una estúpida película y sin duda, tampoco iba a permitirle a Cameron —en este caso sí estoy hablando del mío— que me arruinara una excelente película, sólo para evitar escuchar su nombre. Aunque no iba a negar que de aquí en adelante me sería muy difícil no fruncir el ceño ante la mención de esa palabra, o César, o Blue, o Marín… diablos, esto era genial, ahora iba a tener que cambiar mi nombre. Justo cuando comenzaba a acostumbrarme al condenado.

La puerta principal se abrió, antes de darme más tiempo de seguir sobre esa línea de pensamiento. Me había dado cuenta que al contar con tiempo para pensar, tendía irrevocablemente a echarme mierda encima. No crean que no había pensado, dado vueltas, volcado, trastocado, y vuelto a girar una y mil veces el tema de Cameron —el mío, no el de la película—; pero incluso con todos mis esfuerzo seguía sin llegar a una conclusión. ¿Estaba más feliz sin él? Bueno, eso era fácil, la respuesta era un rotundo no. Pero entonces me preguntaba, ¿estaría más feliz él sin mí? Y a esa pregunta automáticamente le seguía, ¿estaría más triste a su lado? Gratamente no tenía respuestas, gratamente me entregaba al disfrute poco intelectual de las películas para no pensar en profundidad algo con lo que contestar a todo eso.

¡Sí, soy una cobarde! ¿Es que acaso les di una impresión distinta en algún momento?

—¿Ferris Bueller, Marín? —Marc se dejó caer en el brazo del sofá que yo estaba ocupando, aún cuando tenía como dos traseros de sofá libre para recibirlo a él—. ¿A qué se debe?

—Me gusta le película —susurré, echándole una mirada superficial. Ya se había quitado la chaqueta, para luego doblarla diligentemente y colocarla sobre el respaldo de nuestro asiento.

En los dos días que llevaba invadiendo su casa (las cosas hay que decirlas), me había dado cuenta de que era muy meticuloso al moverse en sus propios dominios. También era sigiloso, atento y un excelente anfitrión. Creo que su rasgo más notable, era el hecho de que no había preguntado nada sobre lo ocurrido durante el viaje. Marc era paciente, sabía que presionarme a hablar no surtiría efecto y se lo agradecía.

Lo que aprendí de Cameron Brüner. (Bitácora 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora