Los problemas de ser Marín

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¡Hola! Esta vez no me demoré nada, pero es que tengo que estudiar y cuando eso pasa, me dan ganas de escribir. Ustedes ya saben como es esto, las musas quieren que me vaya mal en mis exámenes xDD Bueno, no les doy largas... este cap es para... ammm descomprimir un poco. Espero les guste ^^

Capítulo VIII:

                                               Los problemas de ser Marín

¿Recuerdan lo que les dije antes? ¿Eso de que los problemas serían para la Marín que despertara? Pues básicamente desde que la pobre desgraciada abrió un ojo, los problemas comenzaron a agolparse uno detrás de otro.

Pero no voy a adelantarme a los hechos, esto merece ser contado paso por paso.

El viaje en camión o camioneta (la verdad es que no comprendí la diferencia que intentaron explicarme) fue relativamente rápido. En un momento me encontraba completamente extasiada y mortificada por el reencuentro con Cameron, y al siguiente nos estábamos registrando en un bonito hotel en Caguas. Se me ocurrió preguntar de dónde saldría el dinero para pagar ese sitio, a lo cual Claudia respondió con una de sus—ya comenzaban a ser exasperantes—sonrisas alegres; que su tío trabajaba allí y nos había conseguido acomodar por un precio razonable. No seguí indagando más, me dejé acarrear cual ganado vacuno al matadero. Pues lo único que mi cuerpo anhelaba era una cama, ya no me importaba cómo llegara o a qué tío hubiésemos sobornado para obtenerla, sólo quería dormir.

Para ser honesta no intercambié más que algunas frases de cortesía con Cameron durante todo el tiempo que nos tomó registrarnos, cuando él me dijo que me veía cansada y que lo mejor sería que me fuese a dormir no se lo discutí. En parte porque sentí ese “te ves cansada” como un “luces del asco”; por la forma en que su entusiasmo iba decayendo conforme pasaban los minutos, fui incapaz de desechar la idea sin más. Me metí en la cama arrebujándome en las mantas, para dormirme casi al instante con el fin de no ponerle más pensamientos a mi mente abarrotada.

Y entonces desperté, fue así tal y como se los estoy describiendo. No estoy segura de que exista una forma simple de explicarlo, pero fue como si repentinamente algo me jalara en todas las direcciones incorrectas. Mis músculos se sentían agarrotados, hasta la más pequeña articulación de mi cuerpo dolía y un profundo sabor a metal inundaba cada centímetro de mi boca. Creo que ese sería el modo más franco de ponerlo para ustedes, sentía que mi cuerpo estaba rebelándose ante mí y no podía hacer absolutamente nada por controlarlo. Me sacudí en la cama de un lado al otro, buscando una posición que no doliera hasta la jodida mierda, pero fue imposible. En algún momento mi mano fue a dar contra la espalda fría de Cameron y él sólo se movió un milímetro sin perturbar su placido sueño.

Me arrastré fuera de la cama, conteniendo un gemido al momento en que mis pies tocaron el suelo, y entonces comencé a intentar ubicarme en espacio y tiempo. Estaba en un cuarto de hotel, la luz del exterior se colaba por las ventanas pero aún era de noche y mi piel se sentía pegajosa y caliente. Mientras me concientizaba sobre mi estado, nuevamente sentí aquella extraña presión que me había despertado antes… y fue cuando ocurrió. Corrí al cuarto de baño a ciegas, esperando realmente que fuese el cuarto de baño, porque fallar sería terminar vomitando dentro del equipaje de Cam. Para mi poca buena fortuna, la primera puerta que abrí me llevó al baño y de allí al retrete, y de allí a contemplar el agua azul destacando contra el fondo de porcelana blanca.

Las arcadas se precipitaron a través de mí como viejas amigas que vuelven a encontrarse después de una prolongada ausencia, el ácido propio de mis jugos gástricos quemó todo su camino por mi tráquea y saludó a mis encías, antes de estrellarse en el agua azul del escusado. Intenté incorporarme para demostrar que yo tenía el control, pero la verdad era que no había hecho más que empezar con todo ese circo. Con el pie que descansaba sobre las frías baldosas, golpeé la puerta hasta cerrarla. Lo que menos necesitaba en ese momento era que Cameron me descubriera en ese estado, por lo cual me esforcé en vomitar como una correcta dama y no emitir sonidos muy delatores.

Lo que aprendí de Cameron Brüner. (Bitácora 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora