Las noticias llegan de a tres...

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¡Es navidad! Muchos me dijeron que querían capítulo para este día, así que acá estoy cumpliendo con el pedido. Espero que hayan y estén pasando un lindo día. Creo que es el cap más largo que he escrito hasta el momento en esta historia. Gracias por la buena onda y los buenos deseos de todos esos que me estuvieron saludando por las fiestas. Saludotes para todos ^^

Capítulo XV:

                                              Las noticias llegan de a tres…

 

“Querida, Vagina retraída… dado que hablar contigo se ha vuelto más difícil que conseguir audiencia con el presidente, decidí usar el medio directo. Porque sé que eres incapaz de negarte a leer algo, lo llevas en la sangre… hasta me atrevería a recomendarle a Cameron que escribiera su cuerpo por completo para que tú le dieras la follada que está necesitando. Ahora que lo pienso, voy a anotarlo para no olvidar decírselo.

Entonces, no es como si me hubieses estado ignorando y sólo me estuvieses utilizando todo este tiempo para vaciar el contenido de tu negra alma sobre mí, como si yo fuera tu maldito confesor. No, claro que no, sé que necesitas de tus desahogos y a decir verdad, se me da mil veces mejor escucharte lloriquear que contarte algo sobre lo que pasa de este lado del mundo. Iba a decir continente, pero luego me percaté que estamos en el mismo continente. Sólo que tú estás en un paraíso y yo en Milaca, hogar de la granjas sosas, la chusma inmortal y el diablo de tres colas al que también solemos llamar Paige.

Ni siquiera sé con qué propósito comencé a escribir esto, Marlín, pero ahora que estoy en ello voy a intentar decirte algo relevante. Últimamente he notado, con total asombro por mi parte, que con cada día que pasa me voy poniendo más buena. ¡Es increíble, lo sé! Pero me miro en el espejo y pienso “diablos, cómo hago para salir a la calle con esta cara y no ser asaltada sexualmente en cada esquina”. Te lo juro, chica, tengo problemas para alejar las manos de mí cuando tomo una ducha. Y son en esos momentos de contemplación completamente superficial en el espejo, en los que pienso que al Bombero tampoco se le ha de hacer sencillo. Así que más o menos entiendo su necesidad de estar queriendo sacudir el polvo a cada momento del día. Me preguntaba, ya que tú tienes uno también… ¿es esto normal? ¿Hay alguna clase de cuota semanal que tienen que cubrir para mantener vivo el espíritu de sofocadores de incendios? Porque… ¡infiernos! Acabo de ser madre, ¿sabes? Mis piernas no son lo que solían ser, ni mil ejercicios de Kegel preparan a una para este tipo de tareas. Mucho menos mis noches de sexo desenfrenado… que para ser honesta, nunca fueron tan desenfrenadas. Hecho que no parecer desanimar a Marc, dicho sea de paso.  

Y no es que me esté quejando aquí, pero tengo esta duda dando vueltas en mi cabeza. A veces me da la impresión de que está corriendo para tratar de recuperar el tiempo perdido, y vaya mierda… ambos sabemos que es imposible volver atrás. La marca de Eddie está sobre nosotros, sin importar cuánto Marcus haga de cuenta que no está. No lo sé… Marín, quiero esto tanto como tú quieres a Cam en tu vida (supongo) y por alguna razón me sigo diciendo que algo está mal ubicado. ¿Te suena a locura? ¿Crees que es mi paranoia latente? Ya ni creo que merezca tener una vida romántica idílica o cualquier cosa remotamente cercana a ello. Estaba más que dispuesta a renunciar a todo eso y dedicarme a ser una madre relativamente decente, y ahora él llega con sus aires de caballero andante. Y me choca.

Antes solía pensar que lo nuestro era especial, ¿sabes? Bueno, era una niña entonces y tenía pensamientos estúpidos, no puedes culparme tú “madre de los hijos no natos de Cam”. Pensaba que una vez que sorteáramos todos los obstáculos que la vida nos lanzaba, estaríamos bien y finalmente podría sentarme a apreciar el resultado de la espera. Pero no puedo hacerlo del todo, sigo sintiendo que esto es temporal, que en algún momento se va a cansar de jugar a la casita conmigo y va a desaparecer como antes. Sabes que no te cuento esto para pedirte un consejo, sólo necesito que lo sepas, necesito que alguien escuche lo que no estoy diciendo. Porque no quiero decírselo a él, la última vez que le confié algo que sentía me terminó pateando el culo (no literalmente), así que ¿para qué caer en la vieja costumbre?

Lo que aprendí de Cameron Brüner. (Bitácora 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora