9. MAREAS EXTRAÑAS

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A medida que avanzaban, el mar se volvió más oscuro y más espeso, haciendo que el barco redujera su velocidad.

Alice tembló ligeramente de frío al notar que la temperatura disminuyó de repente y, al ver que se levantaba una bruma espesa que nublaba el horizonte, supo que habían llegado a Mareas Extrañas.

¡Mantener los ojos bien abiertos!- ordenó FP agarrando el timón con fuerza mientras estaba atento a cualquier circunstancia.

La Serpiente del Sur siguió avanzando hasta vislumbrar una estructura de rocas colocada en medio de su trayectoria.

¡Debe ser ahí!- exclamó Alice, que había visto aquel mismo paisaje dibujado en el mapa y podía distinguir una luz verde escondida entre las rocas.

¡Echad el ancla y preparad los botes!, ¡nos acercaremos a echar un vistazo!- ordenó FP, que no quería aproximar más la Serpiente del Sur a la estructura rocosa.

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Alice y FP observaron con detenimiento las rocas, que todavía estaban lejos, mientras que cada uno capitaneaba uno de los botes. FP hubiera preferido mantener a Alice a su lado, pero ella no le había dejado opción y tampoco quería presionarla.

Siguieron las corrientes de las mareas, que les empujaban lentamente hacía las rocas. Y, a medida que se acercaban a ellas, todo se volvía más lúgubre. Parecía cómo si estuvieran navegando sobre un cielo nocturno y sin estrellas. Era tal la oscuridad, que tuvieron que encender los candiles e iluminar los botes para poder ver los alrededores.

¡No os separéis y estad atentos!- ordenó FP, que conocía los rumores de las mareas y no era buena señal el silencio perturbador en el que se encontraban. Además, una niebla misteriosa comenzó a cubrir el mar e inquietó más a su tripulación.

¡Algo se ha movido!- gritó un hombre nervioso mientras iluminaba el lugar.

Entonces, una suave melodía empezó a sonar rompiendo el silencio.

¿De dónde viene?- preguntó otro hombre fascinado por el canto hermoso e hipnótico.

¡No lo escuchéis!- advirtió FP, pero cuánto más se aproximaban a las rocas, más alta se volvía la melodía.

¡Seguid remando!, ¡tenemos que llegar a las rocas!- ordenó Alice agarrándose fuerte al notar cómo su bote se zarandeó. Estaba segura de que había algo debajo del agua que los estaba moviendo.

Casi habían llegado a su destino, cuando unas criaturas emergieron del mar y comenzaron a rodearlos.

¡Son sirenas!, ¡no las escuchéis!, ¡son peligrosas!- advirtió Alice mirando a su tripulación. Ella no se veía afectada por su bella voz, pero sabía que las sirenas eran unas expertas en encandilar a los marineros y ahogarlos hasta la muerte.

A mí me parecen hermosas- soltó una de sus Serpientes mientras se acercaba al borde del bote.

¡No!, ¡espera!- gritó Alice al verlo tirarse al agua.

Acto seguido, Alice observó cómo el resto de su tripulación saltó del bote y fueron arrastrados por las sirenas al fondo del mar.

Ante la situación en la que se encontraba, Alice se apresuró a buscar el bote de FP. Sin embargo, lo había perdido de vista y no conseguía encontrarlo, por lo que comenzó a entrar en pánico. Estaba enfadada con él, pero no quería que una maldita sirena agarrara a su marido para matarlo.

¡FP!- gritó Alice mirando alrededor con un candil en la mano para poder ver mejor y alejar a las sirenas de su propio bote, que se había quedado vacío.

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