Prologo

1.2K 84 0
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

[22 de noviembre de 1993

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

[22 de noviembre de 1993. Alacante, Idris].

Pov. Narradora

La respiración pesada de Jocelyn Fairchild retumbaba en el gélido viento de otoño, sus cabellos borgoña rebotaban con cada paso que daba, y sus finas cejas fruncidas por los miles de pensamientos que sirvan su mente; preocupación, arrepentimiento, cansancio, miedo, entre otros. La joven Fairchild mordió suavemente su labio mientras aceleraba el paso.

Dirigió su mirada a la pequeña niña que pendía de su mano, está era casi idéntica a ella; su cabello rojizo oscuro y ondulado caía con gracia encima de sus hombros, sus grandes y brillantes ojos color esmeralda miraban con curiosidad el camino repleto de altos pinos que llevaban varios minutos siguiendo siguiendo. Cientos y cientos de árboles castaños movían con delicadeza y gracia las pocas ramas que albergaban en sus grandes y pastosas ramas. Otoño en Idris sin duda era un paraíso.

Jocelyn soltó un suspiro de alivió al reconocer la puerta beige con detalles dorados a su costado.

La casa de su vieja amiga rozaban los bosques de la llanura Brocelyn. Realmente no había tenido tiempo de planear a detalle el plan que llevaría acabo, cada paso en falso que diera podía costar miles de vidas en este punto.

Jocelyn por fin soltó la pequeña mano de la niña, que entre pucheros, acariciaba suavemente su muñeca sonrosada por el brusco agarre. La Fairchild mayor no lo pensó mas y corrió con rapidez para estampar su puño en la gran y majestuosa puerta, esperando que Raziel la bendijera y le diera una opción más fácil.

Las uñas de la joven Fairchild iban desapareciendo una por una mientras los minutos pasaban, la niña a su costado jugaba con el esquina de su vestido color cereza y repleto de pequeños puntitos que la hacían ver adorable. Una lágrima recorrió la mejilla izquierda de la joven pensando en todo lo que se perdería a partir de ese momento, todas las cosas que jamás compartiría con su pequeña cereza. Pero era lo mejor, se repetía constantemente. Clarissa si tendría un futuro en la sociedad mundana... Pero Amelia.., su pequeña Mia... Ella jamás podría cambiar lo que era, jamás podría llevar una vida normal.

The Morgensterns (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora