6. El baño

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Dalton.

¡Qué cojones ha sido eso! 

La he mirado y ... Nada. Absolutamente nada. Incluso se ha ido, me ha dejado plantado en medio de la conversación y DOS VECES ya. Esto es nuevo, muy nuevo. Y no soy el único que se ha dado cuenta, Gregory se está descojonando de mí. No me hace falta ni verlo, solo le escucho, y mira que la música está a tope.

Greta y Ada me han acorralado ... Literalmente. Estoy en una de las esquinas del barco conversando con ellas. Llevo veinte minutos hablando con ellas y la verdad es que solo quiero ir a tomarme unas cervezas con mi amigo, porque lo que acaba de pasar no es normal. Que la he mirado a los ojos, no es por ser egocéntrico, pero esa es mi cosa. Miro a los ojos y bum ... Magia, pero aquí no.

¿Cómo es posible?

Veo a Greta muy concentrada en lo que me está contando, pero la verdad es que su voz se me hace muy lejana.

¿Quién eres?

- Chicas, perdonad que os interrumpa, pero tengo que llevarme a Dalton – dice Gregory mientras se hace un hueco entre Greta y Ada.

¿Cuándo ha aparecido en la conversación? Estoy distraído.

- ¿Y se puede saber qué es tan importante? – pregunta una Greta chocante a mi amigo.

- Ay ... Es que ... Le tengo que ayudar con ... - no se me ocurre nada, estoy en blanco. Y miro a Gregory con cara de ayúdame.

- Con... el motor – afirma Gregory, mientras chasquea los dedos.

- Sí, sí, eso – le digo a las chicas mientras me llevo la mano a la frente – Lo siento, disculpadme.

Me hago un hueco y Gregory y yo conseguimos salir de la situación. Cuando ya estamos lo suficiente alejados de ellas, tranquilamente hablando y con unas cervezas en nuestras manos, me suelta;

- Te han dejado en visto ¿eh? – murmura entre risas. – ¿cómo se siente? Al famoso Dalton Brooks le han dejado plantado. Y ni siquiera se ha despedido.

- Oye, oye, que tenía que ir al baño – me intento defender porque la verdad no sé qué otra cosa decir.

- Sí, claro... Eso no te lo crees ni tú. – dice entre risas – ha pasado de tu cara, Dalton.

Pero ¿qué le hace tanta gracia?

- No, ahora en serio, tío – le digo mientras le doy en el brazo – ¿no te suena de nada? Es decir, ¿no la hemos visto antes? - pregunto intrigado, buscando una clara respuesta por su parte.

- Tú, quizá en tus sueños, porque yo es la primera vez que la veo. – afirma mi amigo, convencido.

Es que hay algo en ella que me llama la atención. Bueno, aparte de su obvio físico que es brutal. La falda que llevaba puesta en la fiesta se ajustaba perfectamente a sus caderas. Y el bikini que lleva puesto ahora mismo le hace una silueta que cualquier amigo que tengo se quedaría loco. Su pelo ahora lo tiene recogido, pero antes en las escaleras de los acantilados se movía acorde al viento que hacía. Pero hay algo en ella que me parece misterioso. 

Mejor voy a dejar de pensar en ello, voy a dejarme llevar ... Como las olas del mar, eso es lo único de lo que entiendo.

- ¡Oye, chicos! ¡Ya hemos llegado! – grita Gregory. Que, por cierto, casi me rompe el tímpano.

- Oye, tío, que estoy aquí al lado – le respondo molesto mientras me toco el oído en señal de dolor.

La gente empieza a tirarse al mar, a coger las tablas, poner más música, pero ¿dónde está mi intrusa ...? ¿Dónde te has escondido?

Hazel.

En el baño.

Ahí es donde estoy escondida y no pienso salir. Nunca, repito, nunca he sentido tanta vergüenza. Estaban todos en un círculo y Dalton y yo en medio. Y encima le digo que me voy al baño. Al maldito baño. Y aquí llevo encerrada treinta minutos. Bueno, la verdad es que no me quejo porque el nombre de baño se le queda corto. Parece un spa. Es enorme, hay cinco espejos, una bañera de hidromasaje, cuatro lavabos y de más. Las paredes son de mármol, son preciosas.

Como él ...

Hazel, vamos a concentrarnos. Entonces escucho a Gregory desde arriba gritar algo. No lo escucho muy bien, pero como ya no nos movemos doy por hecho que hemos llegado. Escucho a la gente tirarse al mar, escucho risas y música. Pff, pero al salir qué hago ¿le saludo? O ¿paso de él?

Ya te gustaría pasar de él, pero no puedes ...


Siento mi cara roja, no sé si es de vergüenza o porque me lo he vuelto a imaginar delante de mí. Vuelvo a recordar su cuerpo a centímetros del mío. Siento la tensión que había en el ambiente, cómo el tiempo se paraba entre nosotros, o por lo menos eso pienso yo. Me echo algo de agua fría en la cara y me miro al espejo. Menos mal que no me he puesto maquillaje, porque entre el agua y el sudor ahora mismo estaría hecha un cuadro.

Al fin y al cabo, he venido a estar con Aubrey y Maya. Y estas aguas son tan bonitas que sería un crimen no nadar en ellas. Decidida salgo del baño, abro la puerta.

Y bum.

Siento cómo un cuerpo choca con el mío. Y caigo hacia atrás. Gracias a Dios no me hago daño. Unos brazos me tienen cogida por la cintura, aunque hemos caído al suelo igualmente. Me intento recomponer y miro al rostro que tengo delante.

Dalton. Me he chocado con él. No podía chocarme con otra persona, tenía que chocarme con él.

Nos hemos chocado y hemos caído. Su pecho está desnudo y mojado, parece que acaba de venir del mar. Su mirada está perdida, como si intentara leerme la mente, mis pensamientos. No puedo evitarlo y le analizo, cómo de marcados están sus abdominales, están contraídos, ¿nervioso? Yo llevo el bikini con los pantalones cortos puestos, así que lo único que nos separa ahora mismo es una ligera capa de tela. En un momento se mueve contra mí, para levantarse y suelto un pequeño gemido como respuesta ante su ligero movimiento.

Ahora sí que estoy sonrojada. Bueno roja es poco.

Estoy como un tomate.

A él se le dibuja una sonrisa pícara en la cara. Ha pasado de estar casi ausente a mirarme con ardor en sus ojos verdosos, que ahora están más profundos que nunca. Todo mi ser me advierte, pero no puedo negar que se está muy bien entre sus brazos. Sus músculos definidos me hacen sentir de alguna forma ¿segura?

Debido a mi respuesta ante su movimiento no se ha levantado, pero tampoco se mueve. Nuestros labios se encuentran a milímetros de distancia entre el uno y el otro, solo con que arranquen el motor del barco de nuevo podría romper el espacio que nos separa. Le noto a todo él, su olor, respiración, deseo, calor, ambiente, esencia. Puedo escuchar los latidos de nuestros corazones que se han fusionado en uno. Finalmente, no sé cómo, pero consigo sacar fuerza de mis adentros y me levanto.

No se lo voy a poner tan fácil.

- ¿Qué haces aquí? – pregunto mientras me coloco la pinza del pelo y me levanto de un solo golpe

- Es que te estaban buscando y me han dicho de venir a buscarte. – hace una ligera pausa y continua – pero vamos, si quieres quedarte... – dice dando un paso hacia mí – no tenemos por qué volver. – una sonrisa pícara se dibujó en sus labios

¿A qué estás jugando?

Necesito mantenerme alejada de ti.

- ¿Qué? ¿Por qué iba a querer quedarme aquí? – pregunto mientras voy a abrir la puerta.

- No sé, me había dado la impresión de que aquí – dice mientras da un paso hacia mí y posa sus manos junto a las mías que están localizadas en el pomo de la puerta – te sentirías más cómoda. – dice marcando la última palabra en forma de susurro en mi oído.

No sé qué responderle

Escucho cómo el motor vuelve a encenderse. ¿Ya nos vamos? Ni que nos hubiéramos pasado la tarde en el baño. ¿No? De repente, la luz de la sala a la que lugar el baño se enciende. Gregory baja las escaleras y se para en seco al vernos, y se le dibuja ¿una sonrisa?

- Uhmm, si interrumpo algo puedo irme – dice mientras señala con su mano a la parte por donde ha venido.

- Vete – dice Dalton decidido y mientras me mira.

Noto su mirada clavada en mí. Es más alto que yo, pero lo noto. Porque si no no estaría tan tensa.

- No - aclaro mientras le lanzo una mirada asesina a Dalton – además, yo ya me iba.

- ¿En serio? ¿Tú crees?

- Sí, en serio – le confirmo.

Me doy la vuelta y entro al baño de vuelta para coger las sandalias que me había dejado. Cuando voy a pasar de vuelta, veo que Gregory ya no está. ¿Se habrá subido de vuelta? Me dispongo a subir las escaleras cuando Dalton me agarra de la muñeca, y me susurra:

- ¿Sabes, intrusa? Hay cosas que son inevitables – y suelta mi agarre.

Por un momento me quedo quieta, pero al final subo las escaleras hasta llegar dónde están todos sentados, decidida, sin mirar atrás. Ya es casi de noche, la luna se ve reflejada en el mar y Gregory nos está llevando de vuelta a casa. Sigo colorada y me siento al lado de Maya que se encontraba mirando el móvil. Probablemente escribiéndole a sus padres. Cuando me siento a su lado despeja sus ojos de la pantalla.

- ¿Dónde estabas? – pregunta confusa – Te estaba buscando.

¿No era que le habían dicho a Dalton que él fuera a buscarme?

- Pues estaba en el baño – digo algo distraída, todavía no me creo lo que acaba de pasar.

Los ojos de mi amiga se fijan en las escaleras que llevaban al baño, y tengo la suerte de que ve a Dalton subir las escaleras. Me mira con una sonrisa de oreja a oreja y, con unos ojos de picardía, me dice:

- Claro, claro... Con que el baño ¿eh? – dice mientras me da un codazo. – Ya me contarás qué tal te ha ido "en el baño"... – hace un gesto con sus dedos entre comillas en el aire.

Dalton tiene los ojos clavados en mí mientras camina hacia Gregory y Leo, que se están terminando unas cervezas juntos.

Madre mía, y solo llevo un día aquí ...

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NOTA DE LA AUTORA

Hasta aquí el nuevo capítulo de hoy. Espero que os guste tanto leerlo como a mí me ha gustado escribirlo.

Me encanta la química de estos personajes. Me gusta ver cómo Dalton no llega a juntar todas las piezas del puzle que hacen a Hazel.

Maverick P


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