8. La tienda

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Cuanto más me fijo, más me doy cuenta de lo bonito que es este lugar. Las calles irradian pasión y felicidad. La gente se mueve de un lado a otro, pero en el buen sentido. No es que digas que hay tantas personas que no se puede caminar, es más bien una sensación de vida y bienestar.

Recuerdo ir de pequeña al mercado todos los días de verano con mi abuela. La fruta, las verduras eran naturales ... no como las de los supermercados. Había puestos de ropa de segunda mano, muebles e incluso vinilos. En serio, ¿puede haber algo de este pueblo que no me guste?

He conseguido aparcar el coche cerca de la plaza donde se organiza el mercado, así no tengo porque caminar mucho a la vuelta ... Porque, aunque puede que yo este cambiando un poco, el tiempo se niega. Hace un calor abrasador y yo en pantalón largo.

¿Es en serio, Hazel? ... ¿Pantalón largo?

Entre largas colas y mucha espera consigo todos los ingredientes para lo que le voy a cocinar a Maya y a la Abu Annie, lasaña. Mi abuela ADORA la lasaña, lo que pasa es que mi madre no le dejaba comerla por temas de la nutrición habiendo llegado a una cierta edad. Para mí, eso es una tontería. ¿Por qué no puede la abuela tomar lasaña una vez al mes? Ni que fuera eso un delito. Bueno, para su hija, es decir, mi madre, o comúnmente conocida como doña perfecta, eso sería "anti-dieta".

Justo cuando estoy tomando el camino de vuelta a coger el coche mis ojos visualizan una pequeña tienda al lado de la playa que tiene un cartel pegado su puerta que pone "La casa del mar". ¿La casa del mar? ¿Qué significa eso? ¿Qué habrá dentro ...?

Hazel ... demasiadas preguntas ...

Esta tienda de madera está pintada de un color azul pastel y tiene dos grandes cristales a cada lado de la tienda. Al final, entro (como era de esperar) y mis ojos se abren de como nunca antes. Esta tienda es el paraíso. Tiene tablas de surf, bañadores, trajes de submarinismo, camisetas de verano, sudaderas, llaveros ... incluso zumos ecológicos. Sus paredes son de color azul pastel y tiene varias ventanas que dejan entrar luz natural a esta pequeña tienda.

¿Dónde has estado todo este tiempo?

Mis ojos se detienen en un cartel que tengo delante de mis ojos. Hay un texto escrito a tiza sobre una pizarra oscura que pone "se buscan empleados a tiempo parcial". Ahora que lo pienso, estaría bien conseguir un trabajo aquí. Al fin y al cabo, empiezo la universidad en tres meses y no estaría mal tener algo de dinero ahorrado por mi cuenta. Y esta tienda es preciosa, no me haría falta ni que me pagaran.

Bueno, eso mejor no se lo digo al jefe ...

Aun con las bolsas de comida del mercado en el brazo me aproximo al mostrador para poder hablar con alguien. Veo una especie de campanilla, la toco y suena una especie de eco en la toda la habitación. Al cabo de un par de segundos una persona sale de la trastienda y cuanto más se acerca a mí más claro lo veo.

Dalton ...

Lleva una camiseta a rayas de color azul y blanco que se ajusta perfectamente a su cuerpo marcando sus hombros. Sus brazos morenos por el sol de la playa resaltan por el claro color de la camiseta. Y lleva puestas unas bermudas de color blanco que vuelven a hacer contraste con sus musculosas piernas. En la camiseta tiene un pin que pone su nombre "D. Brooks". Subo la mirada hasta su cara, sus labios entornados, sus verdosos ojos y su pelo algo desordenado. ¿Cómo es posible que le quede todo bien? ¡Incluido un uniforme de trabajo!

Dalton apoya sus codos sobre la caja dejando caer sus manos entrelazadas sobre la mesa y me mira atentamente.

- Anda ... mirar quién ha aparecido por aquí... - hace una pequeña pausa mirando hacia la puerta para en menos de un segundo volver a mis ojos - Si no es nada más ni nada menos que mi intrusa favorita. ¿Se puede saber a qué debo este honor? – dice con sarcasmo.

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