—Buenas, ¿Qué desea ordenar? —pregunto mirando al señor que está al frente mío.
—El Mc combo del día —responde extendiéndome un billete de 10 dólares. Se lo recibo entregándole el cambio junto a la factura.
—Que tenga un buen día.
Y así es como ha transcurrido toda mi semana, recibir y dar pedidos a persona que ni las gracias dan. Nada les cuesta decir un maldito gracias.
También, me la he pasado trabajando con turnos rotativos y ni tiempo de ver a Asher tengo. Si mi horario es en la tarde, la de él es en la mañana y así.
No hemos tenido oportunidad de vernos por mucho tiempo, a veces viene al restaurante a gastar dinero en comida solo para conversar aunque sea un momento conmigo y la verdad es que me alegro demasiado, lo he estado extrañando mucho aunque no se lo diga.
Hemos quedado en buenos términos y se nota el interés hacia mí que de cierto punto no le he sido indiferente, solo que me cuesta un poco, pero hago lo posible.
Tampoco me voy a auto exigir, pero tampoco lo tratare como lo hacía en sus inicios, aunque hay veces que no controlo mi carácter y lo hago.
En fin, hoy es viernes y mi turno es hasta las 22:00 horas y ya deseo que estas dos horas que faltan culminen para llegar a casa y acostarme a dormir. Ni ganas de bañarme tengo por lo cansada que estoy.
Sigo atendiendo a las personas que entran al local, unos que otros con malas caras y mis ganas de insultarlos es tan grande que termino mordiéndome los labios para no hacerlo.
Solo porque necesito el trabajo y que feo la verdad, tener que aguantar a estos tipos de personas por un salario que solo alcanza para lo mínimo.
La hora de salida se va acercando poco a poco, el local se va quedando vacío y aprovecho para limpiar algunas mesas para matar el tiempo y no estar pendiente al reloj.
Siento la mirada de alguien fija en mi espalda, pero supongo que es algún cliente o unos de mis jefes. No le tomo importancia y cuando giro me doy cuenta que es Asher.
Dios. Tiene las ojeras muy marcadas, el cabello desordenado y un poco más largo de la última vez que lo vi, sinceramente se ve demacrado el pobre; pero también guapo.
Él también me detalla detenidamente y me ruborizo por inercia, mis manos están empezando a sudar y es que este chico me pone un poco nerviosa. Es el único que ha logrado ponerme de esta manera
Como si tuvieras muchos chicos.
Pues gracias conciencia.
Respiro profundamente antes de acercarme a él.
—Ya cerramos —mentí y ni sé porque le dije eso.
En cambio, él me enarca una ceja y señala la puerta.
—Según la puerta, cierra a las 00:00 horas y apenas son las 21:45.
—Hablare con mi jefa para que arregle eso —paso por su lado y solo escucho como suelta una leve risa.
Esta vez me sorprendo que no esté caminando detrás de mí como siempre, lo que hizo fue sentarse en unas de las mesas que acabo de limpiar y me mira fijamente antes de lanzarme un beso al aire.
Le ruedo los ojos con una sonrisa tonta en mis labios y me coloco en mi lugar de trabajo.
Solo me faltan 15 minutos para salir y me siento ansiosa para que ese reloj cambie de hora, no entiendo el porqué y con la mirada de ese chico encima de mí me pone más ansiosa, me siento torpe. ¡Dios, que me pasa!
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Todo lo que fuimos sin etiquetas [EDITANDO]
RomansaHannah Spencer es una joven solitaria, ya que su única familia acaba de morir, la cual le dejo un gran vacío de Soledad. Pero antes de eso ella tenía una relación formal, pero no funcionó. Él sólo la utilizó y denigró enfrente de todos sus amigos en...