Capítulo 3

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Tuve que pedir varios días libres, a mi cuarentón jefe no le agradó la idea, pero tenía vacaciones sin recibir y no tuvo opción más que dármelas, sin mencionar que era mi cumpleaños y el día siguiente era sábado, por lo que solo pedí una semana e ...

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Tuve que pedir varios días libres, a mi cuarentón jefe no le agradó la idea, pero tenía vacaciones sin recibir y no tuvo opción más que dármelas, sin mencionar que era mi cumpleaños y el día siguiente era sábado, por lo que solo pedí una semana e iniciaba el lunes.

Una vez tuve todas mis cosas recogidas fui a mi departamento, hice una maleta con las cosas que necesitaría y luego me duché y coloqué ropa cómoda para poder soportar el vuelo transcontinental al que estaría sometida.

Y luego tomé un taxi que me llevó al aeropuerto en el que pocas horas después pude tomar el avión sin escalas hacia Polonia.

Según las indicaciones donde realmente debía ir era hacia Bielorrusia, pero según el correo, el poblado al que iría estaba más cerca del aeropuerto de Polonia, aunque tuviese que cruzar la frontera.

Debía llegar al aeropuerto, tomar mis cosas y luego subir a un tren durante pocas horas que me llevaría del otro lado, luego me debía quedar en una reserva natural prácticamente virgen y luego esperarla.

Según sus cálculos ella sabría cuando llegaría, por lo que no discutí sus métodos y el que no tendría cobertura de mi compañía telefónica al llegar a ese lugar.

Y así lo hice, en cuanto salí del aeropuerto en un estado nauseabundo por las náuseas que me atacaban, fui hacia la estación del tren en un taxi y una vez compré mi boleto subí al tren no muy moderno y me ubiqué en un lugar no muy concurrido.

Tenía frío, por lo que rebusqué en mi pequeña maleta unos guantes y un gorro de lana los cuales me puse de inmediato.

Mi maleta era pequeña, por lo que si permanecía por mucho tiempo en aquel lugar era evidente que debía lavar mi ropa durante mi estancia.

Con un suspiro pesado me deshice en el asiento y cerré mis ojos mientras veía como los primeros rayos del sol comenzaban a salir.

Tiempo después desperté sobresaltada al notar que el tren había detenido su andar. Ya la luz del sol estaba en su apogeo permitiéndome ver a varios metros de distancia un cartel que indicaba la cercanía de la reserva natural. Algo deprisa me levanté de mi lugar y tomé mi equipaje para dirigirme a una de las puertas más cercanas y descender el tren para poder salir de la estación.

Estaba cansada, el viaje había sido largo y tedioso, pero aun debía llegar a la entrada de aquel lugar al que mi mamá me había ordenado ir.

No fue difícil llegar, pues no estaba muy lejos de donde se encontraba la estación.

Al llegar dejé mi maleta a un lado mío y esperé paciente mientras mi zapato chocaba una y otra vez con la tierra del terreno en el que estaba.

El nombre de la reserva natural se alzaba glorioso junto a mí, pues me encontraba cerca de la puerta y esperé paciente el tiempo necesario, pues según ella estaría ahí cuando yo llegara, pero la verdad es que no estaba.

Justo cuando pensaba entrar al lugar para ver si podía conseguir un teléfono o algo para llamar al número que me había llamado el día anterior, la vi.

Llevaba pantalones ajustados dejando ver que ya no estaba delgada. Un jersey cubría su torso y su cabello estaba ahora por los hombros, cuando hacía un par de meses se le habían caído todos a causa de las quimioterapias.

Mi corazón palpitó frenético y cuan do se detuvo frente a mi simplemente no supe que decir. 

 

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Jade (Segunda Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora