Capítulo 15

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Unos brazos envolvían mi cuerpo de forma protectora

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Unos brazos envolvían mi cuerpo de forma protectora.

Sabía donde estaba y el olor tenue que aun podía identificar me hizo saber que era Daven.

Sonreí con suavidad al ver frente a mí a Cowen cuando abrí mis ojos.

No sabía cuánto tiempo había pasado después de haber cerrado mis ojos cuando me desmayé. Sí, me había desmayado.

Después del placentero momento entre Cowen y yo, Daven me tomó en sus brazos y como bien había previsto Sarkans, me cogió una y otra vez hasta que no tuvo más fuerzas para hacerlo.

Y lo dejé, dejé que me pusiera en cualquier posición que él quisiera, en el lugar que el decidiera y de la forma en la que prefiriera.

Y agradecí el frasco que la pelirroja me había dado, pues había sido lo que me había ayudado a soportar la potencia de cada embestida de Daven.

Con un suave movimiento me deshice de sus brazos y me arrastré por la cama hacia la orilla de esta.

A través de la ventana podía observar las gotas de lluvia caer, era una tormenta fuerte y los relámpagos me lo dejaron sabes.

Abrazándome a mi misma ante mi desnudez me encaminé al baño y oriné sintiendo un leve ardor, luego me limpié y me acerqué al lavabo para mojar mi rostro levemente.

Una vez me sequé salí del baño y me encontré con Derek de pie junto a la puerta. Con suavidad me hizo señas y sin dudarlo tomé una polera del piso y me encaminé hacia él mientras me la colocaba.

Él se hizo a un lado dejándome pasar y luego cerró la puerta con cuidado para después guiarme a través de los pasillos hacia las escaleras.

—¿Por qué no se despertaron? —cuestioné en un susurro.

—Porque apagaron sus sentidos. Hay una tormenta afuera, de no haberlo hecho no podrían dormir.

Asentí comprendiendo y me senté en el sofá que me indicó.

—¿Tu no puedes dormir? —cuestioné suavemente mientras me acercaba a él en cuanto se sentó.

—Dormí lo suficiente, además debo estar despierto, en las tormentas suelen suceder algunos desastres y debo estar pendiente por si alguien necesita ayuda.

—¿Los escucharías? —él asintió.

—Mis sentidos son más desarrollados que los de mis hermanos por ser el alfa, puedo simplemente aislar todo el ruido de la tormenta y enfocarme en sonidos que no sean parte de ella.

—Eso es impresionante —susurré.

Él asintió en acuerdo.

—¿Te sientes bien? —yo asentí con cuidado y él sonrió.

—Te temblaban las piernas mientras bajabas las escaleras, eso no es estar precisamente bien —mis mejillas se tornaron rojas ante su declaración.

—Bueno, efectos secundarios de las cosas que me hicieron.

—¿Qué hiciste mientras estabas en tus tierras? —mis ojos se encontraron con los de él y sentí como mi corazón bailó encantado con las vistas.

—Además de pensarlos todo el tiempo, estudié, trabajé y me aislé del mundo todo lo que pude —me encogí de hombros sin sentir pena por mi miserable vida —después de ese sueño todo fue cuesta abajo.

—No fue nuestra intención joder tu vida de esa forma —admitió con suavidad mientras sus manos acariciaban suavemente mi cabello despeinado —solo queríamos conocerte, saber cómo te sentías, tocarte, aunque solo fuera un sueño.

—Lo entiendo y si te soy sincera no me importa en lo absoluto volver a pasar por todo lo que pasé si eso me trae de vuelta a ustedes.

—¿Sabes que ahora eres parte de este mundo? ¿Entiendes que no te dejaremos ir? —asentí eufóricamente.

—Sé que ahora pertenezco aquí, y según lo que he aprendido soy tu Luna ahora y de tu manada —él sonrió abiertamente y se inclinó para darle un par de picos a mis labios.

—Ahora eres parte esencial de esta mañana, hermosa y nuestro mundo también. 

 

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Jade (Segunda Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora