6. La máster de las preguntas p*ndejas

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Hola, bola. Digan presente, señoras:

 Digan presente, señoras:

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¿Estoy nerviosa? Sí.

¿Siento que me dará un paro cardíaco? También.

¿Me da más miedo mi madre a que me dé un paro cardíaco? Sin dudarlo.

Mis manos se acarician entre sí con tanta brusquedad por culpa de mi ansiedad que debo colocarlas entre mis muslos para que la mujer al lado no deba notar lo que me causa su presencia en un espacio sólo para mí. Jeremy se mantiene en el sillón al frente junto a Alondra y aunque le pedí que se fuera, no ha querido marcharse sabiendo la situación y la casi nula relación que tengo con mi madre.

—Así que... aquí vives.

Intento ignorar la forma tan despectiva que encuentro en su tono al pronunciar tales palabras para dirigirse al departamento que comparto con Chad. Sé que la familia de mi novio tiene mucho más dinero que la mía pero mi madre siempre ha pertenecido a una vida de lujo por lo cuál mi padre siempre ha trabajado para darle todo lo que quiere y necesita de acuerdo a su crianza.

Giro de un lado a otro para observar los detalles que adornan el departamento y si bien no cuenta con grandes lujos como lo es mi casa o la mansión de mi novio, la verdad es que es mucho más de lo que cualquiera podría permitirse con un sueldo común en Australia. El apoyo económico que Chad recibe de sus padres es envidiable teniendo en cuenta que es hijo único.

—¿Podrías quitar ese gesto de tu rostro, madre?

—¿Qué gesto?

—Como si estuvieses a punto de vomitar.

Mamá me dedica una mirada seria y despectiva cuando suelto aquella oración en frente de mis amigos. Jeremy no ha soltado una sola palabra desde que vio a mamá y aunque ella sepa de la vieja amistad que tengo con el moreno, casi siempre lo ha visto como alguien inferior a mí debido a nuestras clases sociales. Ella podía sonar muy manipuladora a través de un teléfono fingiendo preocuparse por mi bienestar, pero la verdad reconocía que sólo lo hacía debido a las habladurías de las amistades que tenía.

—¿Dónde está tu novio?

—Está en una reunión en la empresa de su padre. Ya estará por venir.

—¿Y te deja sola?

—Es por eso que llamé a mis amigos.

—¿Qué hay de la seguridad? El edificio no parece tan seguro.

—Estoy bien, mamá.

—¿Y si alguien viene e intenta entrar cuando estés sola? ¿Realmente crees que puedas defenderte teniendo tal... condición? —sus ojos viajan hacia mi abdomen y sé que debo estar acostumbrada a la manera como se refiere a mi embarazo, pero la realidad es que estaría mintiendo.

No estabas en mis planes © [1.2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora