-ˏˋ Veinte ˎˊ-

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...

Hyunseo despertó y frotó delicadamente sus ojos antes de levantarse con vagancia. Flaqueó en un intento de ponerse las zapatillas correctamente, pero resultó que se las puso al revés. La del pie izquierdo en el derecho, y viceversa. Su mal humor mañanero le obligó a enfurecerse y empujarlas hasta el otro extremo de la aún vacía habitación.
Terminó saliendo descalza, yendo hacia el baño, donde se encontró con Gaeul. Esta se lavaba la cara, y cuando vio a su hermana le sonrió.

-Buenos días -musitó con voz ronca de recién levantada-. He hecho tostadas, por si quieres desayunar.

Hyunseo asintió y esperó a que saliera del baño para entrar ella, asearse y salir con la misma rapidez de antes, esta vez por el hambre.

El desayuno fue silencioso, lo único que se escuchaba era el pan crujiente cuando alguna de las dos lo mordía, y el ruido que provocaba la fricción del cuchillo untando mantequilla en él.
Durante ese rato en el que ninguna hablaba y se limitaban a comer y tratar de espabilarse, Hyunseo pensó. Pensó en lo que se reconoció a sí misma la noche anterior, en que eso era un gran avance. Inevitablemente, se le escapó una pequeña sonrisa. Se preocupó de que Gaeul la hubiera visto y le fuera a pedir explicaciones, pero esta estaba demasiado enfocada en que ningún rincón de la superficie del pan quedara vacío. De lo contrario, parecía que no quedaría feliz.

Hyunseo se quitó esos pensamientos de la cabeza para continuar el comienzo de su mañana en paz y sin pensar demasiado. Podrían surgirle inconvenientes o esas características dudas llenas de negatividad. De todas formas, continuaría con aquello en cuanto llegara a la universidad. Vería la respuesta de Heeseung a su última carta preguntándole qué otras cosas le gustaban de ella, es decir; Béatrice. Y escribiría una respuesta, pues no podía dejar aquello aún, como si nada.

Cuando terminó, vio la hora y se dio cuenta de que no llegaba a tiempo para hacer todo lo que quería en relación a su carrera y acudir a cada clase, así que se vistió rápidamente y se despidió de Gaeul ya en la lejanía del pasillo principal del edificio. Con su despiste, olvidó cerrar la puerta.

Un mensaje de Yeonjun interrumpió su caminata no tan pacífica hasta el instituto, justo en la parte del camino en la que siempre se separaba de Heeseung cuando salían juntos.

"Esta noche celebraré una fiesta en mi casa, y ya me he asegurado de invitar a la gente justa y que entre ella no haya nadie tan idiota.
¿Vendrás? Algunos de tus amigos ya me han dicho que sí".

Hyunseo, sin contestar, guardó el teléfono en su bolsillo de nuevo y continuó caminando. Probablemente aceptaría, pero tenía que pensárselo.
En circunstancias normales, no le habría importado ninguno de los obstáculos; tener que estudiar o cualquier compromiso o responsabilidad, en general. Sin embargo, estaba en un punto en el que salir de fiesta le gustaba, pero no era importante como antes. Su diversión se hallaba en otra parte, la misma en la cual toda su curiosidad estaba vertida, sus sentimientos se resguardaban y donde su tiempo quería permanecer. Heeseung.
Quería invitarle a pasar un rato con ella, a hacer lo que fuera junto a él para descubrir qué era exactamente el amor, aquello que estaba sintiendo cuidadosamente. Sin embargo, no sabía cómo hacerlo. Ya le pareció todo un acto de valentía ofrecerle comer en su casa aquel día, y no creía que podría sacar el mismo coraje esa mañana.

Cuando se vino a dar cuenta, ya estaba frente al campus, por lo que atravesó los jardines, rodeó cada departamento y terminó entrando al edificio donde se encontraban su taquilla y sus clases, en la tercera planta.

Finalmente se encontró frente a su taquilla y la abrió con cierto nerviosismo.
Un sobre cayó como normalmente lo hacía, desde el borde hasta el suelo. Se agachó viendo sus pantalones bombachos estirarse en sus rodillas y lo recogió. Estaba mal cerrado, por lo que la polaroid que contenía resbaló desde dentro hasta la palma de su mano.
Un paisaje que parecía Japón. Los cerezos en flor cubrían el césped de lo que parecía un parque natural frente a un templo que se contemplaba a lo lejos, levemente visible, de color marrón y dorado.
Esbozó una sonrisa de oreja a oreja, pareciéndose a sí misma una estúpida. Pero, por primera vez, aquello no le molestó. Lo aceptó, era una tonta enamorada. Una tonta enamorada feliz de estarlo.

𝐏𝐎𝐋𝐀𝐑𝐎𝐈𝐃 𝐋𝐎𝐕𝐄 | Lee Heeseung ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora