Broken 5

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Los días anteriores al viaje familiar... Fueron horribles.

Dan estaba -por alguna razón- estresado. Se irritaba con sólo escuchar "Cullen". Obviamente, sacaba a Alice de ese desprecio. Se enojaba por casi todo y pasaba más tiempo en casa.

Finn insistía en no ir al viaje familiar ya que "Los Taylor necesitan tiempo de Taylors".

—Creo que Dan se está volviendo yo y yo me estoy volviendo él. —le comenté a Jasper en medio de nuestra charla en nuestro lugar especial.

El único lugar en el que puedo verlo físicamente tal y como es: brillante.

—No digas eso. Aún me envía los mensajes diarios de buenos días y buenas noches. —dijo muy consentrado en picar mi actualmente, roja nariz, con su dedo. Estaba hermosamente sentado frente a mí —Pero sí es cierto que estás mucho más... ¿dulce?

—¡Es tú culpa! Siempre andas con tus poderes mágicos manipulando mi cerebro.

Soltó un melodioso "Mmm..." Aceptando los hechos. Aproveché su posición para tumbarme sobre él.

—¿Sabés? Agradezco mucho el que sepas cocinar. Aunque, si sigues preparando pasteles, tendrás una novia obesa, obesa, obesa.

—Es que tú comes por mí también, ranita.

Ranita... Un lindo apodo que creó para no quitarle el "Danita" a Dan. No puede ser más lindo.

—¿Se irán este fin de semana, no?

—Si... —respondí recordando las palabras de Alice. Cada que tiene oportunidad, me recuerda el que no puede tener visiones de nadie en mi familia. Esme dice que es por la constante presencia de Leah, una loba. Según, los lobos tienen una clase de... ¿Escudo? ¿Protección? Encontra de los vampiros. Ni idea.

—Otra vez te quedaste pensando... —conecté mis ojos con los suyos.

—Si... Dos cosas. Uno: eres tan lindo que creo que moriré por deleite visual. Dos: ¿Alice sigue sin vernos? —pregunté haciendo referencia a mi familia completa.

—¿Te podría responder sólo la primera cosa?

—Es que esa no era una pregunta.

Cerró sus ojos emitiendo un quejido. Se veía adorable. Basta. ¿Cómo le puedo creer a Sam Uley el que mi Jazz es uno de los vampiros más temibles y peligrosos? Temible los Teletubbies.

—Así como Edward no escucha algunos pensamientos y yo no puedo controlar de manera duradera las emociones, a Alice le puede ocurrir el no ver visiones.

Chasqueé la lengua. Buen argumento pero no me convence. No me convence al tener a un Dan soltando conspiraciones cada vez que se ducha y obligándome a escucharlas con la oreja pegada a la puerta del baño en cada ocasión.

[...]

A Alice ya le estaba pegando la edad. Estábamos guardando ya las cosas en el auto y ella apareció arrastrando a Jasper para "convencernos" de abandonar la idea del viaje.

—Dan, por favor. No vayan. Prefiero tenerlos cerca hasta estar segura de sus futuros.

—Ali. Alita. Mi amor. —inclinó su cabeza hacia abajo para conectar su mirada con la de su novia. —La cabaña sólo está disponible este fin de semana, es el cumpleaños de mis padres y ya estamos guardando las cosas.

—Pero, Dan... —intentó poner su cara más tierna. Sólo consiguió un beso de mi hermano junto a una negación rotunda con la cabeza. —¡Jasper! —buscó apoyo en el otro inmortal.

—Alice, ya déjalos.

—Pero... —se calló de inmediato al sentir los pasos próximos de mis padres.

—¿Qué le pasa a Alice? —preguntó Hannah con ternura. —Te devolveré a tu adorado Dannie el domingo en la tarde.

—Estamos intentando convencerla de que no cabe en la maleta, mami. —mentí levemente.

—Quizás sí quepa. —añadió Adán metiendo las últimas cosas. —Es una hadita compacta.

Ay Dios mío, qué par de señores más lindos.

Alice le sonrió a mis padres y los atrapó entre sus cortos brazos.

—¿Y Jaspercito? ¿No llora? —siguió papá.

Jazz negó con una sonrisa. —Lo hace. En secreto. —comenté. —Pero se porta bien.

Antes de hacer más dramática la clase de despedida, nos fuimos con la promesa de que la vampira nos llamaría cada tantas horas para estar "seguros". O simplemente para asegurar su propia tranquilidad.

Fuimos en nuestro lindo largo camino a las afueras de Forks disfrutando del hermoso y húmedo paisaje, acompañado de alguna broma por parte de Dan. Papá contaba alguna historia divertida y mamá cantaba alguna canción de "su época" de manera hermosa. Yo simplemente les aplaudía cada una de sus ocurrencias.

Al llegar a la cabaña, no pude evitar reírme de mi idea de una casa del terror llena de musgo e insectos. La casita era moderna y no encajaba con las casas medio antiguas de todo Forks. Sólo en eso se parecía a la casa Cullen.

Apartir de allí, pude asociar cada razgo de la cabañita con mis amigos inmortales, descubriendo que lo diferente de su aspecto no era lo único en común. Pide ver la elegancia de Rosalie en las escaleras y pisos; la sencillez de Emmett en las decoraciones y paredes blancas. Una repisa inmensa con libros hasta en francés que me recordó a todo el conocimiento y sabiduría de Carlisle; una cocina acogedora en la que no tardé en imaginar a Esme haciendo uno que otro postre. Las habitaciones muy tiernas con sillones y cojines a la moda me gritaban "¡Alice Cullen!"; Un iluminación y clima magníficamente bendecido y soleado, con un césped verdecito y flores entre moradas y amarillas que me recordaron a Jasper y nuestro lugar especial. Y finalmente, una ventana inmensa en la que me imaginé a Edward asomado chismoseando si no tuviera sus "poderes".

Edward, chismoso.

No sé si creer que los chupasangre se tomaron el tiempo de decorar todo y tener el lugar bien asegurado por sus varias dudas, o, simplemente es una hermosa coincidencia.








Strong | Jasper Hale.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora