Our place

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-Bueno mi amor, vamos, que papá nos esta esperando- Hablo Sarita llamando la atención del pequeño Andrés-

Sara tomo a su hijo en brazos, y se dirigió hacia donde Franco la esperaba en la parte de atrás de la casa. Hoy era sábado, Franco tenia el día libre, así que decidieron dar un paseo por los predios.

-¿Donde esta mi hombrecito hermoso?- Franco tomo a su pequeño en brazos antes de besar a su esposa-

-¿A donde quieres ir?- pregunto Sara- ¿el lago?

-No, tengo una mejor idea, ven.

Franco subió a Andrés sobre sus hombros, y comenzó a caminar junto a Sara hacia un lugar que ambos conocían muy bien

Pasando lo que solían ser los limites entre la hacienda Elizondo y Reyes, la pequeña familia llego a un lugar muy conocido, donde Franco y Sarita solían pasar sus tardes al comienzo de su relacion

Cuando encontró un lugar perfecto para que los tres se acomodaran, Franco bajo a Andrés quien enseguida comenzó a jugar con uno de los juguetes que Sara había traído consigo, y miro a su esposa que tenia una sonrisa de oreja a oreja

-Hace mucho no venimos por aquí- recordó Sara-

-Si, pues, con Andrés hemos pasado mucho tiempo dentro, pero creo que nos hace bien venir de vez en cuando para estos lados

Sara se acerco a Franco, y lo abrazo mientras su esposo le daba un beso en la frente

-Este lugar me transporta a los días en los que recién nos estábamos enamorando, ¿Quién diría en ese entonces, que acabaríamos casados y formando una familia?

-Yo lo diría, desde el momento en que me di cuenta de lo que sentía por ti, supe que eras la mujer con la que quería formar una familia, que eras mi otra mitad y que nunca podría encontrar otra igual- 

Sara miro a su esposo a los ojos, y un par de lagrimas comenzaron a salir de sus ojos, Franco enseguida las limpio con su pulgar

-¿Porque lloras, amor?- pregunto Franco preocupado-

-Nunca me imagine encontrar a alguien que me ame tanto como me amas- confeso Sarita- ya me había hecho a la idea de ser una solterona el resto de mi vida

-Sara, mi amor, eres una mujer maravillosa, hay miles de hombres que quisieran estar a tu lado

Sarita simplemente tomo la mano de Franco y lo guio hasta un lugar donde podían sentarse ambos, cuando estuvieron acomodados, el pequeño Andres gateo hacia ellos, y pidió subirse a las piernas de su mama.

Aquello era todo lo que necesitaban, estar juntos los tres, en paz, en familia. 


sarita y franco imaginesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora