Capítulo 04: Mi espíritu

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❀ Kuroka Hanako.

Shisui-nii se había reído hasta quedar sin aire cuando, entre mi vergüenza, le conté lo sucedido en mi examen de ingreso a UA.

—¡¿De qué te ríes, tonto?! —chillé, sintiendo mi rostro rojo— ¡Fui a hacer el ridículo! ¡Y después casi lloré cuando los profesores me entrevistaron!

—Hanako-chan —me llamó él, secándose unas lagrimitas provocadas por la risa. Me puso una mano sobre la cabeza con su típico gesto cariñoso. Me calmé un poco—, lo más probable es que estés dentro de UA.

—¡¿No me estás escuchando?! —me quejé— ¡Ni siquiera pude cruzar la meta!

—¿Y?

—¡¿CÓMO QUE "Y"?!

Me estaba desesperando en serio.

—¿Acaso UA es una escuela que enseña a ganar carreras? Yo pensaba que era una escuela para héroes.

—Es una escuela para héroes.

—Y tú te comportaste como un héroe —soltó fácilmente. Quise responderle, pero no encontré nada para rebatirlo. —¿Ves? Quédate tranquila Hanako-chan, cuando llegue esa carta de UA ya verás que será para felicitarte porque lograste entrar.

Y sí que tuvo razón. Casi me puse triste al ver que Shisui-nii tenía razón y yo no. 

La carta llegó un día martes por el medio día. Shisui-nii estaba trabajando y papá y yo acabábamos de llegar del supermercado después de hacer las compras del mes. Papá estaba preparando los ingredientes del almuerzo mientras yo regañaba a Prieto por estar mordiendo mis pantuflas de interiores.

—¿Cuántas veces te he dicho? —le decía apremiante al perro, que me miraba desafiante—. Eres un mal agradecido, andas mordiendo mis pantuflas como si no me gastara mi dinero en tus juguetes que tienes botados por ahí.

Prieto era un perro sin raza que habíamos adoptado de la calle. El perro era tan feo que si no le tenías cariño era difícil mirarlo. Tenía el pelaje tosco, apenas con brillo, los dientes extrañamente sobresalientes, ojos saltones escondidos casi en su totalidad detrás de su mata de pelo y siempre tenía los "labios" en una muy rara sonrisa que a veces, cuando lo miraba al despertarme por las mañanas y lo encontraba despierto sobre mi cama, me asustaba.

Aun así, era un perro muy querido y que sin duda aportaba alegría al hogar.

Debido a que estaba parada en la entrada de la casa, al lado del mueble de las pantuflas, pude ver el momento exacto dónde una carta se deslizaba por la rendija. Prieto comenzó a ladrar hacia la puerta y lo tomé en brazos, dejando mis pantuflas olvidadas en el suelo.

—Cállate, hombre.

Me agaché con mi perro en brazos y tomé la carta. Vi el sello de UA en el sobre y Prieto intentó morderlo. Sus dientes rozaron el papel.

Me quedé de pie, sosteniendo la carta en alto para que Prieto no pudiera morderla. No sé cuánto rato habré pasado ahí, mirando la carta y con Prieto sacudiéndose en mis brazos para alcanzar a agarrar la carta con su hocico, pero fue el suficiente como para que a papá le pareciera extraño. Se asomó por el pasillo que conectaba la entrada con la cocina.

—¿Hanako-chan? ¿Por qué estás tan callada?

Estuve menos de 15 minutos sin hablar, nada más... Bueno, eso es bastante tiempo en silencio para mí.

—Es que... llegó mi carta de UA —respondí con un hilo de voz.

Los ojos de papá se abrieron con cierta ansiedad y caminó hacia mí.

Nuestro caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora