Cap 01.

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Ahí estaba yo, observando en la lejanía, mis amigos Armin y Sasha venían corriendo hacia mi con dangos en las manos.

Bueno...

Armin traía en las manos. Por el contrario, Sasha no solo traía en ambas manos, sino tambien en la boca.
Por Dios, no puede ser tan glotona.

Mi vida se resume en...
Buscar trabajo, realizar tareas del hogar e ir a la universidad.

Y bueno...
A veces salir con Sasha y Armin.
Llevo una vida prácticamente repetitiva y aburrida, siempre es lo mismo. Es como un bucle.

— ¿Y? — observó Armin. — ¿Ya le vas a dar una oportunidad a Eren? — preguntó.

— Mmm, yo creo que mejor a Jean. — comentó Sasha con la boca llena de dangos.

Simplemente suspiré y meneé la cabeza.

Al llegar al departamento que mis padres trataban de pagármelo como podían.
Sonó el teléfono, era una llamada mi madre.

— Mamá. — pronuncié algo cansada.

— Hija... — su voz era llorosa — tengo algo que decirte.

Me dio un apretón en el pecho — Dime, madre.

— Tu tía Kiyomi.... está en la cárcel.

— Eh... ¿por qué? — pregunté no muy sorprendida, a decir verdad, no me cae muy bien.

Mató a un hombre.

Eso sí me sorprendió — ¿A quién?

— Fue a... — la interrumpieron.

— Mikasa, hija — la voz de mi padre resonó desde el otro lado del teléfono — no tienes que saberlo todo, no tienes porqué involucrarte. Yo sé que es tu tía. Pero, si está en la cárcel es porque cometió un crimen — dijo relajado — tú solo concéntrate en tus estudios, espero verte pronto, ánimo hija, te mando un fuerte abrazo.

¿Qué?

Mi padre colgó la llamada.

No pude decirle absolutamente nada.

Pero como dijo mi padre, no tengo el porqué de involucrarme, solo está pagando por sus actos.

🍡🍡🍡

Recibí una llamada de Eren, ahí estaba de vuelta él. Insistiéndome para ir por unos helados.
Y, cansada de su insistencia, accedí.

Íbamos caminando por las veredas, hasta llegar a la heladería.

Después de pedir los sabores y terminar de consumir el helado, llegó un hombre viejo, me brindó una sonrisa, lo correspondí.

— Con permiso — habló el viejito — me llevaré sus copas.

— Oh, no se preocupe señor, yo lo hago.

— Mikasa — llamó Eren.

— Usted es cliente y yo el limpiador, señorita, no se preocupe. — dijo amablemente.

— De igual forma, lo voy a ayudar. — insistí.

— Mikasa, ese es su trabajo. Déjalo, parece un pobre diablo. — habló Eren.

— Con todo respeto jóven, no le he hecho nada para que se refiera a mí de esa forma.

— Yo te hablo como se me dé la maldita gana, es más — agarró el helado derretido de su copa y derramó en el piso. — Has tu trabajo, viejo.

— ¡Eren! — lo miré furiosa.

— Tienes una cara bonita muchacho, pero, uf, tu actitud es asquerosa, tu actitud apesta. — sonrió levemente — si querías que esta bella mujer sea tu novia, probablemente la has decepcionado.

— ¿Y tú quién te crees que eres vejestorio para hablarme de esa forma, eh? — golpeó la mesa — tú no sabes con quién te estás metiendo. Mi padre es doctor y mi hermano es un gran científico y tenemos dinero.

— ¿Y tú? — escuché una voz ronca, al lado del señor de la limpieza — ¿estás orgulloso de que tu padre es un doctorcito y tu hermano un gran científico? Bueno, esos son logros de otras personas, no tuyos. — hizo una pausa — apuesto a que no eres más que un simple muchacho hijito de papi que no se gana la vida, que se esconde detrás de la falda de su mami.

Silencio...
Cuando Eren abrió la boca para decir algo, simplemente pude pronunciar.

— Lo siento mucho, señor. Yo le ayudo a limpiar.

— ¡Mikasa, no te rebajes! — exclamó el ojiverde.

— Eren — lo observé — eres un asco de persona, gracias por demostrarme quien eres en verdad.

Quiso volver a dirigirme la palabra, pero le di la espalda para agarrar el trapo para limpiar. Cuando, sin darme cuenta, fue tarde. Lo único que pude tocar fueron unas manos tibias.
Lo observé.
Téz pálida, ojos azules obscuros, pelo negro.
Sí, es el muchacho quien defendió al viejito de la limpieza.

La fuerza del Destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora