Cap 09.

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Después de todo lo ocurrido, tuve que contarle de todo a Sasha, la que por cierto, me había dejado sola el día de ayer en el baño tan solo porque "olió comida".

— El amigo de Hange entonces es tu futuro esposo. — dijo abiertamente con una gran sonrisa en el rostro.

— ¿Esposo? En serio, a veces ya no puedo con tus locuras.

— Es que ayer los vi solitos, uno frente al otro. Dime tonta, ¿qué quieres que piense?

— Nuevamente nos encontramos por casualidad, Sasha, como siempre. — dije algo molesta.

— Esta bien Mika. — sonrió

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A la salida de la universidad vi que frente al portón se encontraban Jean y Eren agarrándose de las camisas.

— Oigan, — habló Armin — sepárense.

— Tú no te metas, niñita. — habló Jean.

— Tampoco le hables así a Armin. — dijo Eren.

Ambos simplemente ignoraron las palabras de Armin y siguieron tratando de golpearse el uno al otro.
Cuando salieron los alumnos de la universidad del frente.
Sí, siempre existió un tipo de rivalidad, ya que al mismo tiempo comenzaron a edificarse, y por ende, a pelear por quién obtiene más alumnos.

Mi universidad Paradise, está en la acera derecha, mientras que la Universidad Titans en la acera izquierda.

Allí salieron algunos ex compañeros de preparatoria; Reiner, Bertholdt, Ymir y Connie.
Cabe recalcar que Historia, también fue nuestra compañera, pero ella ingresó en una universidad un poco más lejana.

— ¿Lo mismo de siempre? — preguntó Connie.

Reiner y Connie separaron a Jean y a Eren.

— ¿No les da pena? — habló Ymir — Mikasa ni siquiera el saludo les da.

No pude evitar mirarla de mala forma.

— Algún día será mía. — dijo el ojiverde, agarrando su mochila del suelo.

— Te equivocas idiota, será mía. — dijo Jean siguiéndolo.

Estaba tan cansada de eso.

— Tranquila, Mikasa — dijo Armin poniendome una mano en el hombro.

— Armin — dije sonriéndole.

Hace tiempo que ya no pasaba ratos con él, una parte de mi lo extrañaba muchísimo.
Ya que, ahora en los momentos de descanso tan solo hablo con Sasha.

— Armin. — lo llamé.

— ¿Que sucede?

— ¿Qué harás mañana por la noche? Luego de la universidad.

— No tengo planes. ¿Por qué? — cuestionó un tanto curioso.

— ¿Vamos a caminar? O ¿a comer algo por ahi? — pregunté esperando un sí.

Lo pensó — Si, claro.

🍡🍡🍡

Por suerte, en todos estos días me va súper bien en el trabajo.
Isabel ya es más amable, pero, mi mejor compañía es Hitch.

— Sabes Mikasa, — habló la castaña — lo que más me da rabia es que él la haya preferido a ella.

Hitch me estaba comentando acerca de su vecina, que al principio se odiaban, pero con el pasar del tiempo comenzaron a tolerarse más.
Pero cierto día, Hitch vio a un jóven, el cuál llamó su atención y comenzó a atraerle. Sin embargo, ahora se dio cuenta de que es novio de su vecina.

— Pero, no puedo negarlo, — continuó Hitch. — hacen una bonita pareja, y se nota que se quieren. — soltó un gran suspiro.

— ¿Y quiénes son? — pregunté, para no dejarla hablando sola.

— El muchacho tan guapo... ni idea.

Un sudor cayó de mi frente.

— No entiendo ¿no que te gustaba? — pregunté confusa.

— Sí, pero, nunca le hablé.

— Hmm, entiendo.

— Pero mi vecina se llama Annie, es una chica muy seria, tiene cara de malvada, pero aún así es bonita.

Abrí mis ojos más de lo normal.

— ¿Annie Leonhart? — pregunté, ella me miró sorprendida y asintió con la cabeza.

— ¿La conoces?

— Solo de vista, es decir... — jugué nerviosa con las manos — ella es novia de mi mejor amigo.

Hitch abrió los ojos como platos.

— ¿QUÉ? — gritó.

— Shh — traté de silenciarla.

— ¿Me estás diciendo que ese chico guapo, rubio de ojos azules y cara tan tierna, es tu mejor amigo? — comenzó a sacudirme de los hombros.

— Sí. — respondí para luego apartarme de ella.

— ¿Y si mejor se ponen a trabajar? — habló la pelirroja.

— Hay un solo cliente ¿no lo ves? — se defendió Hitch. — y fui yo quien tomó la orden y también ya le lleve su capuccino.

Isabel puso cara de enojada y entró a la cocina.

Sonó la campanita, indicando la llegada de un cliente.

— Le toca a Isabel, pero fue a la cocina. ¿Vas tú o voy yo? — preguntó la castaña.

— Iré yo, tú ya atendiste al de la mesa 4.

Salí del mostrador, con la pequeña agenda y un boligrafo de colo negro en las manos.

Llegué a la mesa dos.
¡Sorpresa!

— Uh, hola. — saludó.

— Hola... — me sudaron las manos.

— No sabía que trabajabas aquí. — relajó el rostro — lo siento, no me presenté aquella vez, — extendió su mano — mucho gusto, soy Erwin Smith.

La fuerza del Destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora