Cap 06.

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¿Esto es una mala jugada del destino?
¿Por qué siempre tengo que toparme con él en todas partes?

Le conté a Sasha lo que me está ocurriendo últimamente. Sabía que me diría algo tonto, pero jamás pensé que se pasaría de la raya.

— Guao, qué romántico, parece un amor de telenovelas.

— ¿Qué? ¿Amor? — pregunté sacada de onda.

— Sí, amor. Es que tu no lo sabes, pero cupido los flechó desde aquel día del gimnasio. Por algo lo dejaste encerrado.

— Sasha...

— Ya sé que lo conociste en la heladería. Pero, estoy segura de que fue lo del gimnasio lo que lo enloqueció, y gracias a eso, el jóven cupido los flechó a ambos.

— ¿De dónde sacas tantas tonterías para decir?

— Me levanto temprano, para practicar.

Rodé los ojos.

🍡🍡🍡


Llegó el fin de semana, para mi suerte solo trabajo de lunes a viernes.

Los fines de semanas le toca a los hombres, de 10 a 22 horas.

Salí a caminar, siendo a las 9 de la mañana.

Fui hasta el parque cerca del trabajo y de la universidad.
Allí encontré un gatito de color negro con ojos de color amarillo.

Estaba en una pequeña caja, al parecer lo habían abandonado.
Me senté sobre mis piernas.

Y comencé a acariciar al pequeño gato, el cuál no dudó en ronronear.

— Combinará contigo.

Esa maldita voz ronca de vuelta.

Alcé la mirada, era él nuevamente. En sus manos traía jeringas y un tarrito de al parecer leche tibia.

— Cuando terminé de trotar me percaté de su presencia. — dijo sentándose también sobre sus piernas.

El pequeño gato se coló entre sus piernas, clavando sus garritas en los muslos del azabache.

— Tsk.

— ¿Te gustan los gatos? — pregunté tímidamente.

— Sí. Todos los animales en general.

No respondí nada.
Me limité a observar como alimentaba al gato con la jeringa.
Después de un rato la pancita del gato comenzó a hincharse y en un santiamén se quedó dormido.

— ¿Te lo vas a llevar? — pregunté.

El me observó de reojo.

— ¿Te lo quieres quedar? — cuestionó secamente.

— Sí... bueno — lo pensé mejor — no, no puedo.

— ¿Por qué no?

— Trabajo y estudio, no quisiera que se quedara solo mientras no estoy.

Él no dijo nada.
Simplemente vi como colocaba nuevamente al gato en la caja.

El silencio está matandome ¿por qué?

— Muchas coincidencias. — por fin habló.

Pero esta vez fui yo quien calló.

— ¿Será que incidirás en mi futuro?

Me giré hacia él.

— No sé de que me hablas.

— No te hagas la desentendida conmigo. Sabes a lo que me refiero.

Tragué saliva.

— ¿A qué siempre nos encontramos en algún lugar?

— Sí. — respondió cansado.

— Desconozco el motivo, pero admito, que ya es tedioso.

— De todas formas, tengo una pregunta para ti.

— Dime.

— ¿Por qué me observabas mientras trotaba?

— Tan solo me sorprendió volver a verte. Esto ya es tan cansino. — dije, poniéndome de pie y dándome media vuelta para volver al departamento.

— Adiós, mocosa.

¿Me llamó Mocosa?
Volví a girarme, pero, ya se había ido.

🍡🍡🍡

Cuando terminé de hacer la tarea de estadística, mi celular comenzó a vibrar.
Es Sasha llamándome nuevamente.

— ¿Qué sucede, Sasha? — pregunté al colocar el móvil en mi oreja.

— Te quiero pedir un súper favor.

— Mientras no sea lo del gimnasio todo bien.

Ella comenzó a reír. — No, no es eso. Bueno, mañana es el cumpleaños de una amiga mía, y... — se calló.

— ¿Y?... — esperé a que continuara.

— Quisiera que me acompañaras, por favor.

— Sabes que no me gusta salir.

— Por favor.

— Pídeselo a Niccolo.

— Me dijo que no puede. — comentó.

— Ah... o sea, que soy tu segunda opción eh. — dije bromeando.

— Hmm, no lo tomes así. Por favor.

— Está bien, Sasha, tú ganas.

— Mañana a las 20 horas eh, sé puntual.

— Ajá. Pero, dime, ¿al menos la conozco?

— Eh... — guardó silencio — creo que no.

Suspiré. — Bueno.

— No te preocupes, Hange, es muy divertida.

Colgué la llamada.
¿Hange?

La fuerza del Destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora