Parte 6 - La cordillera

3 0 0
                                    


La mañana se nubló luego de salir del bosque, mientras la pequeña compañía continuaba su camino por la nueva planicie de tierra y roca. Se adentraban cada vez más a una cordillera que parecía extenderse por el horizonte.

- ¿Tenemos que cruzar todo esto? – se quejó María, aun deseando alguna clase de descanso.

- "Es lo último que falta" – respondió Saúl – "Ese Loco está al final de la Cordillera de la Miseria."

María dio una mirada a los topes de las cumbres. Era un vasto mar de montañas de diversas formas y tamaños que se perdían en el horizonte. Por alguna razón, pensó que el nombre era apropiado, temiendo a todo lo que tendría que caminar.

- ¡No terminaremos nunca!

- "¿Cuántas veces te tengo que recordar que esto no iba a ser fácil?" – dijo Saúl.

- Yo estoy disfrutando mucho del paseo.

Comentó Noel desde atrás, siendo ignorada por ambos, pero contenta de estar ahí.

- Tiene que haber un atajo – dijo María.

- "Sí, obvio que hay uno" – respondió Saúl con todo el sarcasmo que su extraña voz le permitía – "Está allí abajo" – apuntó al vacío del acantilado – "Solo tienes que lanzarte y todos tus problemas terminaran."

Hubo un momento de silencio antes de que María respondiera.

- No estoy segura si hablas en serio o no.

- "¿De verdad?" – El gato la miró con una profunda decepción – "Pensé que eras más inteligente."

- ¿Puedes parar de fastidiar? –pidió ella, deteniéndose - ¿Cuál es tu problema?

- "Tu" – respondió sin parar – "No dejas de actuar como una idiota"

- Bueno, quizás si me explicaras un poco...

- "Ya te dije que es una pérdida de tiempo" – respondió - "ahora muévete y deja de actuar como una estúpida que perdemos tiempo."

- ¡De acuerdo, suficiente! – Gritó María – No me voy a mover de aquí hasta que te disculpes.

- "Estás bromeando, ¿verdad?"

- ¡Desde que comenzamos no has parado de insultarme y tratarme mal! Al principio no me importaba porque me ibas a ayudar, pero... ¡Ni siquiera me has explicado algo de este lugar!

- "Dioses, ¿acaso no puedes decir otra cosa? Te he dicho que solo me tienes que hacer caso y todo saldrá bien" – respondió sin darle importancia a sus quejas – "El loco sabrá qué hacer."

- ¡¿CÓMO?! ¿Qué tiene de especial? ¿Cómo hablar con un viejo demente me va a ayudar a escribir historias?

- "Si fuera un simple loco, ¿crees que estaríamos haciendo todo este viaje? ¡Piensa un poco!"

- ¡No me has explicado absolutamente nada! ¡Pretendes que caminé sin parar y me arriesgue a quien sabe que peligro por algo que ni entiendo!

- "¡Puedes dejar de chillar!" – le gritó de vuelta – "¡Ya tengo suficiente para estar tratando con tu actitud! ¡Te dije que te iba a ayudar y es lo que estoy haciendo!"

- ¡Entonces dime algo! Hay un gato parlante, una bruja hecha de madera, días que terminan en minutos... No sé qué está pasando y tengo miedo, ¿por favor dime algo?

- "¡No espero que conozcas nada! ¡Pretendo que te calles y me sigas!"

Ambos se habían detenido para mirarse, ninguno de los dos estaba dispuesto a dejar que el otro tuviera la última palabra. Se podía sentir la tensión en el aire. Noel, quien no estaba acostumbrada a nada de esto, se limitó a ignorarlos y continuar disfrutando de los nuevos paisajes que nunca había visto.

Camino de ValorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora