Antes de chocar con el suelo, María esperó no sentir nada, simplemente deseando que fuera como dejar de estar despierta en el instante del impacto. El dolor fue mucho más agudo de lo que creyó, en especial en la parte de atrás de la cabeza.
- ¡OUCH!
Gritó, sobándose el pequeño chichón que empezó a formarse, producto del impacto con la mesita de noche al costado de su cama. La ansiedad y la sorpresa de a poco fue sepultada por la realización que todavía respiraba y de que ya no estaba en algún lugar extraño. Era su habitación.
Aterrada y confundida de cómo seguía viva, la chica se preparó para lo que sea que viniera, pensando que era un truco. Miró a todos lados y giró como loca antes de darse cuenta de que en verdad en su cuarto.
- ¿Qué está pasando...?
Se preguntó viendo la ventana abierta que mostraba una bella y calurosa mañana de verano, luego al desastre de su escritorio y por último a su cama desordenada. En ella se encontraba Saúl, aun durmiendo sin darle atención al berrinche de su ama.
Una tensión pareció formarse en sus hombros al darse cuenta.
- Todo fue... un sueño - se dijo mirando a su gato, casi esperando que este se levantara y hablara - ¿No?
Acarició a la bola de pelos que todavía dormía, haciéndola despertar y buscar las caricias de la mano, ronroneando con cada mimo que recibía. Cuando la chica paró, Saúl se quedó mirándola con curiosidad antes de dar un suave y simple maullido, uno normal que escucharías en cualquier gato.
Un suspiro, tanto de calma como de decepción, salió de sus labios.
- Supongo que sí
Dijo, quitándole importancia al sueño y mirando a Saúl antes de dedicarle una sonrisa cálida.
Tras unos minutos de eso, la chica se levantó para sacar al animal de la cama, arreglarla e ir al escritorio, donde lo dejó. Ahora frente a su computadora y, más importante, ante la ventana abierta que mostraba la ciudad y la costa cubiertas bajo un cielo azul y caluroso, ella pensó. Una ráfaga de aire frío y agradable la golpeó, llenándole la cabeza de nostalgia y de ideas de campos abiertos de verano.
Su mirada luego se dirigió a la computadora, todavía prendida, con el manuscrito aún vacío y esperando para ser usada. Pensó en cerrarla, en no volver a revivir lo que pasó la noche anterior, y, antes de que pudiera, un golpe la asustó a sus espaldas.
Miró hacia atrás y vio un libro en el suelo, y también a Saúl sobre uno de los muebles tratando de tirar más.
- ¡Cuántas veces te tengo que decir que no hagas eso!
Le dijo al ir a buscarlo y recoger el libro, viendo por solo un momento el pequeño muñeco barbudo que siempre estuvo ahí sentado sobre el borde del estante.
Con gato en mano, volvió a su computadora, dando un suspiro al sentarse al no saber que hacer
- ¿De verdad valdrá la pena?
Le preguntó a la pantalla en blanco, recordando la tensión y la ansiedad de la noche anterior y sintiendo un extraño deja vu. Ya hizo esa pregunta, pensó, y había recibido una respuesta.
Aun perdida en introspección, Saúl aprovechó y saltó de los brazos de su ama al escritorio, dirigiéndose a una punta donde el sol pegaba con más fuerza para acostarse y estirarse con el derecho que solo un gato tenía. Cerca, María vio la pequeña y vieja planta que le habían regalado, justo al lado del plato de piedras que ya ni se acordaba de donde salió y como Saúl estiraba las patas para jugar con ellas.
El simple jugueteo de su gato le sacó una sonrisa de ternura, y también le hizo olvidar su preocupación. Había algo de todo aquello que le recordaba a su sueño, aunque ya ni se acordaba de que se trataba.
Reconociendo como se distraía, la chica miró con determinación la pantalla, golpeándose dos veces los cachetes antes de decir.
- Sin miedo.
Saltó al documento en blanco para poner una serie de palabras que no sabía a donde la iban a llevar.
- "Perdido en un armario" – empezó a escribir – "Apareció un mundo de troles y brujas, con una montaña que cortaba el mismo cielo... y entre sus praderas verdes, había un gato..."
Y así siguió, sintiendo como las palabras eran incómodas y algo torpes, pero que de a poco cobraban forma. Ella no sabía si sería bueno, menos aún si valdría la pena para el concurso, pero por alguna razón ya no le importaba, solo le interesaba saber en donde terminaría.
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Camino de Valor
Fantasy-Tomaremos el camino difícil- es lo que Saúl le dijo a María, un camino que promete dar las respuestas que necesita la joven y frustrada escritora. ¿Acaso será suficiente? ¿Encontrará la respuesta magica para mejorar como escritora? Bien o mal, las...