Parte 9 - El Centro de la Montaña

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Cuando María abrió los ojos pensó que estaba muerta. El viento y la luz que tanto la aterrorizaron antes desaparecieron, dejando en su lugar un extraño olor a humedad dentro de una oscuridad abrumadora. Si esto no era el cielo, sería un infierno muy raro, pensó ella. Tanteó el suelo y los muros de piedra a ciegas por un rato, asegurándose de que fuera lo suficientemente sólido para levantarse.

- ¿Hola? – preguntó a la oscuridad - ¿Hay alguien ahí?

Pero no hubo respuesta.

- ¿Acaso estoy muerta? – se preguntó, sintiendo la ansiedad de lo que decía caer sobre sus hombros.

- ¿Qué clase de pregunta estúpida es esa? – dijo una voz en la oscuridad – ¿Cómo un muerto preguntaría algo? Rocas nunca entenderá a los humanos.

- ¡Rocas! – gritó la chica en la negrura - ¿Estás ahí? No veo nada.

- Claro, porque está oscuro – contestó Rocas – Necesitaremos luz.

Se escuchó al trol moverse en la caverna, trabajando de alguna manera y haciendo ruidos imposibles de identificar. Después de un rato, una pequeña luz atravesó la oscuridad.

- Ven a la luz.

Pidió Rocas y la chica hizo caso, acercándose a tanteadas por las tinieblas hacia la diminuta luz hasta que esta creció en una llama brillante en el suelo. Cerca de ella estaba Rocas con dos piedras en las manos y soplando el fuego para avivarlo aún más.

El pequeño trol agarró la rama, iluminando el rostro cansado de la chica. Estaba hecha un desastre, con los ojos rojos y cansados, además de temblando por el frío; también sostenía su brazo izquierdo como si le doliera.

- ¿Dónde estamos? – le preguntó acercándose al trol.

- Dentro de la montaña – contestó - ¡Rocas te salvó!

- Recuérdame ser más amable contigo, de ahora en adelante – bromeó con una sonrisa aun sobándose el brazo.

- ¿Estás bien?

- Me golpeé en algún momento – contestó, dejándose el antebrazo – No es nada comparado con... ¡Noel!

María recordó de golpe todo lo que pasó antes y lo que la bruja había hecho, llenándola de una nueva ansiedad. Alterada, se acercó al trol y lo agarró de ambos brazos, agitándolo con fuerza y desesperación, mareando a la pobre criatura.

- ¡¿En dónde está?!

- Deja a Rocas, deja a Rocas – repetía una y otra vez hasta que al fin paró – La bruja está bien – contestó después – Rocas también la salvó, pero...

- ¿Pero, qué?

- Rocas la llevó más adentro – y agarrando la antorcha, agregó – Sigue a Rocas.

El trol dio media vuelta y caminó hacia la oscuridad, acompañado de cerca por María. A la chica todavía le costaba procesar todo lo que había pasado; por ahora sabía que estaban a salvo y podía confiar en Rocas, aunque él mismo no estuviera del todo cuerdo. Y Noel... solo esperaba que estuviera bien.

Pasaron un rato caminando, tiempo en el cual ella desconocía si subían o bajaban.

- ¿A dónde la llevaste? – preguntó María, entrándole algo de duda. Todavía seguía al trol y tanteaba las paredes con las manos.

- Más adentro – le dijo – Había solo un lugar al que Rocas podía llevarla.

- Pareces conocer bien estos caminos.

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