Zorra de Yiling

Capítulo 4: Enfrentamientos

Jiang Cheng tardó bastante tiempo en reaccionar apropiadamente. En general no se sentía cómodo siendo tocado por desconocidos, pero ella le estaba pidiendo disculpas entre lágrimas y se preguntó qué era aquello tan grave que pudiera hacer llorar a alguien como Wei Wuxian.

Si Jiang Yanli y su sobrino estaban bien en aquel otro mundo, su enojo no podía ser tan grave. Si él realmente era tan similar a ese otro Jiang Cheng, y si la relación entre ellos había sido como la propia con Wei Wuxian, había pocas cosas que podían hacer que le diera la espalda a esta persona.

De repente recordó el pasado, las veces en que había intentado tocar a Wei Wuxian y éste lo rechazó, y se encontró devolviendo el gesto aunque con cierta reticencia.

Quien por fin interrumpió el momento fue Wei Wuxian quien hizo un sonido para llamar la atención de ambos y prácticamente puso una de las botellas de licor en la mano de Wei Ying.

—Esto ayuda —dijo con un tono algo forzoso.

Apenas se dio cuenta de lo que acababa de hacer, Wei Ying se separó de Jiang Cheng y lo miró con sorpresa y algo apenada por ese impulso. Limpió su rostro sintiéndose avergonzada por haberse quebrado así frente a una persona que no conocía en realidad, pero aún no terminaba de aceptar que en serio él no era su Jiang Cheng y que, a pesar de haber hecho todo ese viaje para encontrarlo, en realidad nunca podría volver a hablar con el suyo. Respiró profundo y sostuvo la botella que Wei Wuxian le dio hasta que se animó a beber otro trago. Sí ayudaba, pero no era suficiente.

—Disculpen, pero... —habló ella despacio sin querer observarlos directamente—. Preferiría continuar luego...

Wei Wuxian compartió una rápida mirada con Jiang Cheng pensando que no podían dejarla ir, pero también debían entender que necesitaba un poco de espacio.

—Calma, si quieres podemos ir a un lugar más tranquilo y...

—Estoy bien —interrumpió—. Quiero estar sola... Me gustaría dar una vuelta por el muelle.

Al decir esto, ella se levantó mirando a Jiang Cheng para saber si él estaba bien con eso. Después de todo, ese era su hogar y ella sólo una extraña, pero tenía ganas de apreciar un poco ese reconstruido Muelle de Loto mientras se calmaba y pensaba un poco.

Jiang Cheng asintió de manera mecánica, todavía un poco conmocionado por lo que acababa de pasar.

—No vayas a las zonas donde veas guardias con una túnica oscura —dijo como única advertencia antes de dejarla marcharse—. La biblioteca, el área de purificación y unas cuantas zonas tienen barreras... No las rompas.

«No causes problemas», fue lo que pretendía decir. Confiaba en que al menos, a pesar de que parecía tan dramática como su Wei Wuxian, sabría que no era una buena idea caminar encapuchada por allí.

En cuanto la mujer salió, Wei Wuxian se paró frente a él con el ceño fruncido.

—¿Crees que es buena idea dejarla ir sola?

—Si no creyera que es una buena idea no hubiera dejado que se vaya —espetó Jiang Cheng con molestia—. Si tanto te preocupa dime de una vez si notaste algo raro en ella.

No pensaba dejar que Wei Wuxian enviara a su seguidor a pasearse por Muelle de Loto. En términos generales, no necesitaba su ayuda, pero ya que esto estaba íntimamente relacionado con él, decidió consultarlo.

Sobre su invitada, sus subordinados sabrían qué hacer en caso de problemas.

Wei Wuxian abrió y cerró la boca varias veces como si estuviera a punto de decir algo. Estaba bastante molesto por la diferencia de tratamiento que ella y él habían recibido... Aunque Jiang Cheng lo había dejado entrar junto a Wen Ning después de todo, así que no quería darle una razón para reconsiderar.