Capítulo 8: Confianza. Parte 1

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Luego de aquel paseo en bote y de haber pasado varios días en la secta con el título de maestra que aceptó a regañadientes, Wei Ying dejó de intentar escapar y Jiang Cheng pareció sorprendido por esto. Incluso ella misma no encontró ninguna explicación para aquel cambio. Tal vez se había cansado de que todos sus intentos fueran frustrados por él o quizá fuese porque pasar tiempo en Muelle de Loto logró distraerla lo suficiente como para que quisiera quedarse.

Conversar y bromear con Jiang Cheng se volvió una rutina para ella. La frialdad y distancia de aquellos primeros días quedó olvidada y, como era su naturaleza, cuanto más recibía más quería. Apenas las conversaciones comenzaron a volverse más amenas, Wei Ying sintió que quería pasar más tiempo con él.

Jiang Cheng podía ser arisco y rápido para defenderse de cualquier cosa que pusiera en duda su liderazgo, y sin embargo, ni las bromas de Wei Ying habían causado algún problema entre ellos, ni el sarcasmo de Jiang Cheng había provocado una pelea aún. Para ambos, parecía que se conocían desde siempre y al mismo tiempo eran un enigma para el otro.

Las cacerías nocturnas donde Jiang Cheng la invitó fueron interesantes y esos jóvenes poco a poco fueron acostumbrándose a su presencia, sobre todo cuando vieron que la maestra de los niños era muy fuerte y tenía conocimientos útiles. Wei Ying siempre procuraba no usar su cultivación demoníaca frente a nadie y eso, más el haber cambiado sus ropas negras, parecía ayudar para que los discípulos entraran en confianza con ella.

Ahora no la veían más con desconfianza, sino con curiosidad y eso no dejaba de asombrarla. Sin embargo, con quien más disfrutaba pasar su tiempo era con los niños pequeños y un poco se acostumbró a oírlos llamándola maestra. Emocionarse por algo así era algo ingenuo de su parte considerando la persona que era, pero nadie juzgaría la sonrisa en su rostro mientras le daba sus lecciones al grupo de discípulos más jóvenes.

Ese día, el líder Jiang sugirió que sería una buena oportunidad para practicar con las cometas y los niños le preguntaron si ella alguna vez participó en esos juegos. Wei Ying no dudó en alardear sobre sus habilidades mientras caminaba con los pequeños para encontrarse con Jiang Cheng y los demás discípulos.

—Espero que este líder esté con energías para jugar hoy, sino voy a estar muy aburrida cada vez que te gane —dijo de una forma provocadora ignorando que allí había mucha gente y debía hablarle con más respeto, pero era difícil dirigirse a él de otra forma.

—Veo que no aprendiste a dejar de alardear —dijo Jiang Cheng entre molestó y divertido recordando cómo había sido gracias a su boca que le fue tan difícil decir que no a ser la maestra de los niños—. ¡Veamos si puedes probar lo que dices! No te he visto tomar un arco desde que llegaste.

Él mismo se levantaba temprano para entrenar todos los días y supervisar a los discípulos, pero a ella la había visto mayormente estudiando los pergaminos a los que le había dado acceso en la biblioteca y jugando con los niños pequeños. No es que se confiara, puesto que sabía que aunque no fuera la persona que él conocía, no podía descuidarse con ella o terminaría haciendo el ridículo.

Señaló a su izquierda para dejar que ella eligiera un arco y no se sorprendió al saber exactamente cuál iba a tomar entre todos.

Pensar en todo eso lo hizo darse cuenta de todo el tiempo que Wei Ying había pasado ya en Muelle de Loto y todo el tiempo que él mismo había dedicado a vigilarla.

Con el arma en sus manos, Wei Ying miró las cometas volando para elegir cuál sería su blanco perfecto. Por supuesto que eligió la más lejana y difícil de alcanzar. Ella sonrió mientras tensaba la flecha en su arco.

—Lo principal que deben recordar al disparar una flecha es tener confianza —aseguró Wei Ying hacia sus chicos y luego miró a Jiang Cheng con una sonrisa mientras seguía apuntando hacia la cometa—. Si no dudan, lograrán darle en el blanco.

Zorra de YilingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora