Capítulo 10: Erguido

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La luz ya inundaba la habitación y, antes de abrir los ojos, Jiang Cheng supo que era más tarde de lo que acostumbraba levantarse. Por unos momentos, su cuerpo se puso alerta al notar al intruso en su cama, pero no tardó en recordar cómo ella había llegado allí. Sin embargo, sus cuerpos se habían entrelazado de una forma impropia durante la noche mientras buscaban una posición cómoda y ahora sus extremidades estaban enredadas en un abrazo desprolijo.

Jiang Cheng observó ese rostro dormido y de nuevo se sintió conmocionado, como si otra vez estuviera viendo un fantasma del pasado, pero ella tenía una expresión muy pacífica, no como el rostro en sus viejas pesadillas.

A la luz del día, sin todas esas emociones extrañas que desató la charla de la noche anterior, se preguntó qué estaba pasando por su cabeza como para invitar a una mujer a su cama. Ambos estaban viendo a una persona diferente en el otro y eso solo traería problemas.

Sin querer despertarla, tal vez buscando escapar para no enfrentar la situación, intentó desenredarse y entonces notó cómo el cuerpo de Wei Ying se sentía suave contra el suyo, cosa que lo sorprendió porque sabía lo fuerte que ella era. Sin proponérselo, tocó su cuello con el dorso de su mano y en respuesta, ella hizo un gesto molesto e intentó aferrarse más a él. Esto no hubiera sido tan problemático si al sentir ese movimiento, Jiang Cheng no hubiera notado una sensación eléctrica e incómoda en su entrepierna. Atrapada entre su cuerpo y el estómago ajeno estaba su erección fuerte y dura. Darse cuenta de ese detalle matutino le hizo sentir horrible e intentó alejarse más de ella, pero no fue tan sencillo.

Entre sueños, Wei Ying comenzó a sentirse incómoda y al instante se dio cuenta que era porque Jiang Cheng quería levantarse. De nuevo se aferró más a él de una forma instintiva y se quejó enterrando el rostro aún más en su pecho. Llevaba años sin tener una noche de sueño tranquila. Ella ya se había acostumbrado a que las pesadillas la atacaran apenas cerraba los ojos, pero esa noche junto a Jiang Cheng durmió profundamente y aún no quería levantarse.

—No... No te vayas, A-Cheng... Es muy temprano, quédate un poco más.

Wei Ying había bajado la guardia en ese momento y sólo pensaba en seguir en ese lugar donde se sentía cómoda y segura. Abrazó con más fuerza a Jiang Cheng y pasó una pierna encima de las del otro como hacía cuando era joven. ¿Él se molestaría por esto? Luego podía disculparse cuando se despertara por completo. Jiang Cheng siguió intentando escapar de ella y Wei Ying frunció el ceño molesta porque no se quedara quieto, hasta que se pegó a él y notó algo. Tuvo un ligero deja vu de ese momento y abrió los ojos sorprendida porque nunca pensó que esto pasaría con este Jiang Cheng.

En sus recuerdos, la imagen de su Jiang Cheng durmiendo con ella y despertándose avergonzado por el mismo motivo llegó a su memoria, así que despertó sin sentirse alterada como tal vez reaccionaría una "señorita de bien" y ella claramente no era eso.

—Calmate... No te preocupes —dijo Wei Ying de inmediato con la voz adormilada y pensó que bromear sólo haría la situación más rara—, está bien.

Jiang Cheng solo apretó los labios. Hace tiempo que no se sentía tan mortificado y las palabras de Wei Ying le parecieron algo condescendientes.

—¡No hay manera de que esté bien! —masculló humillado.

Era un cultivador adulto, uno de los más fuertes de su generación, pero después de tantos años ni siquiera podía controlar los impulsos de su cuerpo y su carácter.

—No estoy intentando... —"No estoy intentando faltarte al respeto o hacer nada extraño." Eso estuvo a punto de decir, pero sintió que sonaba como excusas, así que a pesar de que no le gustaba hacerlo decidió disculparse—. Lo siento. Ignoralo.

Zorra de YilingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora