Capitulo 19: Cautivo

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Cuando Shoto despertó visualizo a su lado al mayor durmiendo tan cómodamente abrazándole con una sonrisa suave plantada en sus labios. Una sensación de agrado paso por mente al percatarse de lo pacifico y lindo que el rubio se veía. Pero aquélla ensoñación no duro demasiado tiempo en su cabeza al rememorar los recuerdos de las ultimas horas.

Su cuerpo se tenso y busco removerse y escapar cuanto antes de donde estaba, forcejeo al sentir sus manos y pies atados, por cada jalón que daba lo que le mantenía sujeto a la cama le lastimaba haciendole soltar bajos quejidos por lo mismo.

Pronto Bakugo comenzó a despertar por el ruido ocasionado debido a las esposas al rebotar con la madera de la cama ante los jalones que el de ojos bicolores provocaba, además de aquellos quejidos por el dolor que se ocasionaba y los jadeos de cansancio producidos por lo mismo. El de ojos rubíes paseo su mirada por la habitación deteniéndose en el chico que se había quedado estático al percatarse de su despertar.

—Te lastimaras si sigues haciendo eso Sho

La voz somnolienta y suave hizo estremecer a Shoto al igual que sentir cierta tranquilidad, por lo menos el contrario no parecia molesto por su intento de escapar. El cenizo se levantó yendo a buscar un pequeño botiquín con el cual volvió ante la mirada algo aterrada del bicolor por su repentina cercania, mas Bakugo solamente se centro en colocar una pomada sobre sus muñecas lastimadas por los recientez forcejeos.

—¿Por que haces esto? Sueltame Bakugo...—

Shoto rápidamente noto el ceño fruncido en el rostro ajeno, además de que había dejado de masacrar con delicadeza sus muñecas, el chico cerro con brusquedad la pomada y se alejo para guardarla de un golpe al interior del botiquín

—Llamame por mi nombre Sho , me gusta cuando lo haces ¿si?—

El ceño fruncido se calmo al cabo de segundos y con una tranquilidad que hacia poner los nervios de punta al bicolor, Bakugo sujeto su rostro en sus manos mientras plantaba una sonrisa amplia, con cierto cariño reflejado en la misma pero sus ojos se fijaron en los contrarios que parpadeaban muy fugazmente. Aquellos ojos rojos reflejaban un inmenso amor, pero no era solo eso.

—K...Katsuki dejame ir—

—No, no cariño, no puedes irte. Ahora que te tengo no pienso dejarte escapar así como así. No cuando me descubriste—

Las manos ajenas dejaron su rostro en paz para pasearse por la habitación recogiendo un par de cosas y ordenando varias repetidas veces ante la atenta mirada del menor. Bakugo lo miro por el espejo que daba en dirección a la cama dándole nuevamente una sonrisa.

—Queria darte tiempo Shoto...quería darte el tiempo para pensar en lo que sentias por mi, pero insististe en buscarme, insististe en llamarme, insististe en enviarme mensajes...ah ¿sabes lo mucho que todo eso me hizo feliz mmh? Saber que no me rechazaste fríamente al primer instante—

Musito dándose la vuelta y se subió a la cama para abrazarlo de nuevo dejando posicionada su cabeza sobre el hombro ajeno.

—Eso...yo...—

—Te haré amarme Sho, aunque creo que por lo menos ya me quieres ¿no?—

El bicolor fruncio el entrecejo con molestia pero no le respondió en absoluto.
















[...]










Tras un par de semanas fue noticia nacional que el hijo menor de la familia Todoroki había desaparecido por completo de la ciudad. Aunque este mismo había enviado un "mensaje" a su hermana mayor diciéndole que no le buscaran y muchas cosas mas, tras la insistencia de la chica por que eso no cuadraba con su hermanito Enji decidió buscarle par traerlo a rastras si era necesario.

Sus amigo estaban angustiados por el, ya que jamas les dijo que querría huí, y no lo creian para nada posible después de todo el menor estaba triunfando en su carrera, sus pequeñas lineas de ropa entregadas para tareas se habían echo populares en internet en los últimos meses, no tenia muchas razones para huir.

El mas angustiado de todos era Bakugo, que se esmeraba junto a Midoriya, Iida, Uraraka, Momo y Fuyumi la hermana del chico en colocar panfletos por toda la ciudad, además de salir casi a diario a buscarlo.

Aunque claro todo era una simple fachada para el rubio, tras aquellos cansados días llegaba al departamento con una enorme sonrisa en sus labios, dejaba los panfletos desparramados sobre la mesa de centro de la sala y finalmente caminaba a su habitación donde el bicolor siempre estaba.

Lo tenia completamente para el...

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