PARTE DOCE: LA RAZÓN

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Maggie soltó la mano de Leo y volteó su mirada hacia otra dirección, Leo se quedó apreciando el rostro de la chica por unos segundos. Para él, este pequeño momento con la chica de los tatuajes, era de los pocos en los que encontraba paz. El silencio fue interrumpido por la joven diciendo:

MAGGIE – Sabes... yo también he estado un poco apagada últimamente.

Leo se sorprendió al escucharla pues todo el tiempo se veía tan jovial y tan alegre, que era casi imposible imaginarla triste o deprimida, incluso en el momento del abuso, sus ojos reflejaban miedo, ira, pero nunca tristeza o simplicidad.

LEO – ¿Tu? ¿Triste? Es algo difícil de imaginar. Dijo el chico.

MAGGIE – Todo es una fachada, desde lo que sucedió con el chico raro... me siento más insegura, temerosa, de hecho solo creo que puedo estar tranquila cerca de ti. Exclamó la joven.

Leo quedó asombrado al oír esto, nunca había pensado en las consecuencias que pudo tener el evento traumático para Maggie, pues solo se enfocaba en su propio dolor y en el de Rachel.

Maggie miró fijamente al joven y le tomó las manos.

MAGGIE – ¿Quieres salir conmigo? Dijo de manera súbita.

Leo la miró y no supo articular palabra, la mueca de sorpresa en su rostro alertó a Maggie quien enseguida añadió.

MAGGIE – Solo salir a tomar algo sin ningún compromiso, para que ambos despejemos nuestras mentes. Comentó entre risas.

Leo no respondió inmediatamente pero pensaba en la sensación de paz y tranquilidad que le traía estar cerca de la chica, así que asintió con la cabeza y respondió.

LEO – Si quiero...

MAGGIE – ¿¡En serio!? ¡Súper! ¿Te parece esta noche? Nos vemos en el centro comercial a las 6 Pm. Dijo Maggie emocionada.

LEO – Está bien. Respondió Leo con una leve sonrisa.

MAGGIE – Perfecto, nos vemos esta noche entonces.

La chica que llevaba una sonrisa de oreja a oreja, se levantó del asiento y se dispuso a retirarse, dio tres pasos y rápidamente se devolvió y le plantó un beso en la mejilla a Leo, después de esto si se retiró.

Leo no reaccionó de ninguna manera, solo quedó paralizado y luego una pequeña sonrisa se asomó en su rostro.

Después de este episodio tan lleno de sube y bajas para León, llegó la noche, era la hora designada y el chico estaba en el centro comercial, a lo lejos venía Maggie, vestida con su ropa característica que la hacía resaltar entre los demás y dejando a la vista todos sus tatuajes. Se acercó suavemente y dijo.

MAGGIE – Bueno... ¿Quieres helado? Preguntó.

Antes de que Leo pudiera responder, su teléfono empezó a sonar, el joven lo sacó para observar quien era y su rostro apacible se tornó lúgubre. Era Jamal, así que Leo le pidió excusas a Maggie y se dispuso a contestar.

JAMAL – ¡León! Mi muchacho ¿Dónde estás? Tenemos trabajo, dime tu ubicación y te recojo.

LEO – ¿Qué? ¿Ahorita mismo? Preguntó Leo angustiado.

JAMAL – Efectivamente, dame tu ubicación. Dijo Jamal con insistencia.

Leo observó a Maggie que estaba a pocos metros de distancia mirándolo con una expresión de curiosidad. No quería dejarla plantada pero tampoco involucrarla, pero no podía negarse a Jamal.

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