PARTE DIECISIETE: EL SUFRIMIENTO

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Rachel no podía creer lo que estaba viendo, aquel 'héroe' aquel 'justiciero' que ella tanto admiraba y que hacía que muchas chicas, incluida ella, se sintieran más seguras en las calles de la ciudad, no era otro más que uno de los cinco idiotas que abusaron de ella. La joven estaba en shock, dicha situación no tenía ningún sentido ¿por qué Leo se habría convertido en el arlequín? ¿Por qué un imbécil que la violentó de tal manera ahora va por la ciudad haciendo justicia y asesinando otros abusadores? Las preguntas gravitaban la mente de Rachel sin un rumbo seguro y mucho menos una pronta respuesta.

La joven de cabello dorado cual Rapunzel se levantó rápidamente, se recompuso y se dispuso a pensar qué hacer. Su primer pensamiento era que debía huir lo más pronto posible de aquel lugar, pues había sido testigo de un homicidio y a causa de los disparos la policía prontamente podría venir a inspeccionar.

Antes de que Rachel pudiera tomar una decisión escuchó un alboroto afuera, no era la ley pero los sonidos causados por las armas de los dos jóvenes habían atraído curiosos que se posaban fuera de la vivienda tratando de indagar, asomándose por las ventadas y las rendijas de la puerta. La joven se mantuvo en silencio esperando que esto los despistara y se alejaran del lugar, efectivamente después de un par de minutos sin respuesta a los llamados y golpes de la puerta, los chismosos se retiraron, cabe aclarar que era principalmente jóvenes drogados que fueron atraídos por el ruido, así que ninguno tuvo mucha claridad mental para indagar más a fondo, como por ejemplo entrar a la casa por la puerta de atrás que aún se encontraba desparramada por el daño que le realizó Leo.

Mientras más tiempo pasaba Rachel en el lugar, más la corroía el sentimiento de confusión al ver a Leo en el suelo. Un sentimiento de culpa la iba inundando levemente, pues su consciencia no le perdonaría haber dejado solo a su suerte al chico que la salvó e impidió que fuera ultrajada nuevamente, independiente de que ese chico haya sido uno de los abusadores en un principio.

Sacando fuerzas de donde no las tenía, Rachel revisó el cuerpo de Eric buscando las llaves de su auto, una vez encontradas se acercó a Leo aun inconsciente y con todo el esfuerzo posible empezó a moverlo, pero al hacer esto la sangre que brotaba de la herida del hombro del chico se multiplicó, así que Rachel entendió que debía hacer algo respecto a la herida primero.

La noche ya había caído por completo, pues desde que llegó con el chico de lentes a su vivienda había empezado a oscurecer y entre todo el tiempo que pasó desde el inicio de la confrontación hasta la duda y los cuestionamientos de la chica, había pasado casi una hora. La joven rubia rasgó parte de la camisa de Leo e hizo una especie de venda con la cual cubrió el derrame de sangre del chico. Ahora sí, habiendo solucionado esto, la joven se dispuso a arrastrar el cuerpo inconsciente del justiciero hasta la puerta principal, se asomó por la ventana moviendo levemente la cortina desgastada que cubría el vitral y pudo observar que no había nadie cerca, más allá de los típicos adictos envueltos en su propio mundo a varias casas de distancia.

Rachel abrió la puerta y moviéndose lo más velozmente posible, sacó a Leo a rastras hasta lograr subirlo en el asiento trasero del auto de Eric. La joven cerró la puerta de la casa, se subió en el auto, lo encendió y emprendió camino. ¿Para dónde iba con un hombre inconsciente y a punto de un choque hipovolémico? No lo sabía. Conforme conducía se cuestionaba todo ¿qué estaba haciendo? ¿Realmente es buena idea ayudarlo? ¿Acaso lo perdonó por el hecho que le haya salvado ahora? Las preguntas iban y venían de nuevo en la cabeza de la bella chica rubia, pero no tenía respuesta clara. Habiendo logrado salir del barrio bajo de Eric, Rachel miró por el retrovisor a Leo para ver si daba alguna señal de vida, pero el joven seguía completamente inconsciente y la venda improvisada que la joven había hecho con retazos de la propia camisa del joven ya se había inundado en un color rojo oscuro.

El PenitenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora