CAPITULO 39

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Llamé a la puerta luego de pasar por los pisos para llegar a mi apartamento y enseguida el Abuelo atienda la puerta.


-Buenos días.- contesto con una sonrisa.


-¡Shhh! Mocoso, ¿Dónde estabas?-


-¿Vas a dejarme pasar?- conteste entre risas.


-¿Ya desayunaste? Estoy muriendo de hambre-


-Aun no, estaba esperándote- contesto el Abuelo tomando asiento con dificultad en uno de los taburetes del desayunador.



-No te preocupes, Abuelo, estaba ocupándome de algunos asuntos, nada malo- dije indiferente para que no preocuparlo más, parecía estar bastante saludable pero no me quiero arriesgar a ponerlo en peligro.


Mientras el desayuno avanzaba, el Abuelo, contaba un par de anécdotas que vivió en el asilo, no parece haberlo pasado mal, y le agradezco inmensamente a Dios que eso haya sucedido, que ese haya sentido a gusto, no la menciono a ella, en ningún momento , y yo rogaba inmensamente que sus anécdotas dieran un giro y su atención se centrara solo en ella, no sé nada, pero el Abuelo se ve tan entusiasmado, sus ojos irradian alegría, su sonrisa me hace sonreír.



-Abuelo, debo tomar una ducha y prepararme para esta noche.- dije levantándome del taburete.


-Lo sé.- dijo el dándome una mirada repleta de tristeza y preocupación al mismo tiempo, el no puede hacer nada tampoco.


- Tranquilo, al final todo estará bien.- mentí, mentí, es una vil y asquerosa mentira nada estará bien, todo se complicará.


-¡Ohh! ¡Claro! Pero ¿Dónde estabas? – dijo apartándose de la puerta, permitiéndome la entrada y cerrándola de vuelta.

BRAVES WAVESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora