Laguna Depresiva

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Oliver

Los rayos del sol abundan en toda la habitación, la misma melodía de todas las mañanas empieza a sonar.

El ambiente matutino se hace presente, me dirijo hacia al baño y me amarro el cabello con una liga que se encontraba cerca del lavabo, me enjuago el rostro y salgo hacia la cocina para preparar panqueques de plátano.

Durante toda la noche no pude dormir, el sueño se sentía lejano y los pensamientos eran cada vez más difícil de poder apartarlos, enigmático.

La frustración que siento es agotadora, no tengo idea de porque la vida se ha empeñado en hacerme sufrir, simplemente no es algo que sea justo.

Cuando pienso en David, siento alegría, enamoramiento, esperanza, pero también siento tristeza y cólera.

Lo que siento por Alexis es ilusión y tranquilidad, pero no podrá pasar nada.

Resumiendo, el chico con quién puedo andar me hace sufrir, pero con el quién me trae paz, no puedo estar.

¿Suena siquiera lógico?

Preparo panqueques extra para José, no creo que llegue a levantarse temprano por lo que vino en la madrugada, pero de igual forma se lo dejo listo en caso de que llegue a tener algo de apetito.

Termino de desayunar, me pongo unos shorts y un suéter azul, el clima es algo indeciso en estas épocas del año.

Recorro las calles sin rumbo alguno, la agonía y la soledad están cada vez más cerca, no podré retener esos sentimientos nuevamente.

Llego al que solía ser el restaurante favorito de mi hermana, aquí la temática es ochentera y el servicio siempre es excelente, ahora entiendo porque le gustaba tanto venir cada fin de semana.

Voy hacia una mesa cerca del escenario, había olvidado mencionar que los sábados hacen karaoke, veo con mejor detalles las paredes de mármol, la pista de baile y la gente. Todo se ve rústico.

Hay recuerdos que se recuerdan con lágrimas junto al miedo de volverse a enamorar, sentimientos que dejé de sentir a lo largo de estas semanas.

Si tuviera una clase de dispositivo que me permitiera viajar en el tiempo, viajaría a tantas épocas para no cometer los errores que he cometido.

No se cuánto tiempo me quedo pensando en infinitas cosas, pero de pronto siento que alguien me observa y al levantar la vista noto que es un mesero, se ve jodidamente sexy.

Sus ojos son tan hermosos, tiene la mirada tan pacífica pero a la vez presiento que podría asesinar a todos los presentes del restaurante.

Tiene el cabello teñido de azul, un piercing en la nariz que lo hiciera ver rudo si no fueran por las gafas que lleva puesto, casi tiene pinta de un fuckboy.

- ¿Ya pedirá o tengo que seguirlo viendo observar el techo por un rato más? - pregunta algo cómico y relajado-

- Uh, suelo perderme en mis pensamientos incluso en lugares públicos, lamento eso - veo en su uniforme una placa con el nombre de "Stephano"- pediré una hamburguesa con una fanta, Stephano.

- Listo lo tengo apuntado, por cierto ¿Sería muy atrevido de mi parte si pregunto tu nombre? - coquetea-

- La verdad es que ya tengo novio - miento descaradamente-

- ¿Y eso que tiene que ver con la boleta de factura que debo darte? - el maldito me hizo la jugada-

- De igual forma yo no me tomo nada en serio, pero hoy es un mal día y pensé distraerme con algún extraño-

Lo ImperdonableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora