Roto

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Oliver

Decir que estaba aterrado era poco.
Se sentía cada vez más asustado con la presencia de la pequeña multitud, en especial porque David estaría apunto de escuchar algo tonto que había escrito. Además cada segundo que pasaba era una tortura con demasiado temor de por medio, pero ya había tomado una decisión y no daría marcha atrás.

- Espero les pueda gustar:

Querido amigo

Lo veía pasar todas las mañanas

En el recreo lo veía charlar con sus amigos, te veías muy lindo

Me atreví a hablarte, me enamoré

Teníamos muy buena química

Pero tenía miedo, seguía atrapado

Quería romper todo mi clóset

¿Aún podemos ser amigos?

Querido amigo

Lo veía salir todas las tardes

En el entrenamiento lo veía jugar y disfrutar, se veía muy confiado

Me atreví a pedir tu número, me lo diste

Charlabamos todas las noches

Jamás me atreví a confesar lo que sentía, no pude evitar ser un cobarde

Acaba de terminar el año escolar

¿Aún podemos ser amigos?

Todos se levantan de la mesa, aplaudiendo y felicitando, no me había percatado de las lágrimas hasta que empecé a sentirlas bajar por mis mejillas, al fin pude superar mi pánico escénico. Entre el público puedo notar como David tira una rosa hacia el escenario, él también tiene lágrimas sobre sus mejillas. Esta sensación es demasiado inexplicable, caótico.

Parado, ansioso y tembloroso, fue hacia al camerino para poder arreglarse. Tomó su ropa y se la puso tan rápido que terminó cayéndose hacía un sofá que se encontraba cerca del espejo. Respirando con algo de agitación y aún con la sonrisa sobre su rostro, se marchó.

Al regresar, vió a David con un ramo de flores, quién sabe cómo lo consiguió. Stephano parecía burlarse por lo muy cursi que estaba siendo su hermano. Pero muy poco le importaba a David, caminó hacia donde estaba y me abrazó, gritaba mi nombre, por muy absurdo que sonara me hacía sentir como si fuera alguien famoso.

- Estuviste increíble, bonito - sonrío. Oliver admiró las rosas- espero te puedan gustar, ¿Puedes creer que hay una tienda de flores al costado?

- Estaba muriéndome de nervios -suspiro. Acepto las rosas y tomo la mano de David en forma de apretón - Verlos a Stephano y a ti me conforto.

- Espero no te molestes, pero grabé el momento y se lo pasé a José - muestra su celular - Gracias a eso, ahora estoy en el grupo que tienen en WhatsApp.

- No tengo ningún problema, porque Stephano me envió varios vídeos tuyos cada vez que te ponías ebrio -sonrío victorioso. Él en cambio me fulmina con la mirada- Estamos a mano.

- Lamento interrumpirlos, pero les tengo que pedir que se retiren, estamos por cerrar -mira a David- Después hablaremos sobre lo que me contaste.

David asiente, ambos nos despedimos y vamos hacia el departamento. Hoy las estrellas se ven muy hermosas, el paisaje es espléndido pero mi estado de ánimo es tan vulnerable. Presiento que habrán más cosas por las que tendré que pasar, de otra forma no habría ninguna puta historia que contar.

Lo ImperdonableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora