Pérdida.

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Había escapado de casa por una locura. Mi padre se emborracho y quería abusar de mi. No volvería, no lo haría.

Pero no sabía a donde ir.

Miré a todos lados, no había ningún lugar donde quedarme, un lugar donde estar, un lugar donde vivir.

Tenía que empezar de cero, una nueva vida. Desde que mi madre y mis dos hermanas murieron, mi padre no ha parado de tomar y de molestar la existencia de uno. Por eso también decidí irme.

En mi casa, era la única con alas, y habló de alas como las de un ángel de hecho. Eran blanca y medianas, casi no las usaba, siempre las escondía de la gente por que tenían cosas distintas, como cuando la luz de la luna daba: las alas brillaban como una aurora en el cielo nocturno.

Seguí volando a toda velocidad y caí en cuenta en donde estaba.

¡Oh no, oh no! ¡Esto no puede estar pasando!

El castillo de sombras.

Le había temido toda mi vida, estaba dentro de el. Salí de allí en cuanto tuve tiempo, pero me vieron. Y ¡caray!. Me atraparon con una malla y me arrastraron a la tierra.

Luchaba por mi vida, luchaba por cómo tenía que escapar. Una vez entrabas aquí, no había forma de irse.

Perdí la conciencia, cuando algo golpeó mi cabeza. Solo recuerdo risas y patadas en el cuerpo.

♧♧♧

Abrí mis ojos lentamente, estaba en un lugar negro con una vela prendida. Supuse que estaba en un calabozo. Me levanté y vi que estaba atada con unas cadenas en mis muñecas. Rapido observé mis alas, y suspiré con alivio al ver que estaban en su sitio. Este lugar era un valle de muerte.

Quise hacer fuerza para librarme de esas cadenas. Pero nada.

Me sorprendió no oír ningún preso aquí. Caminé por la celda y vi que esto no era lo que yo esperaba, era una torre. Lo supe en cuanto vi su forma. Mis cadenas estaban también en mis pies, los cuales se encontraban descalzos y sucios.

Alcé vuelo, he hice fuerza otra vez. Pero nada. Era inútil.

Entonces la puerta de abrió. Mis ojos se abrieron como platos y mi corazón empezó a palpitar a millón. Era un hombre, estaba con una botella, caminó hacia mi y me sujetó la cintura. Susurró algo que no entendí.

Intenté zafarme pero no podía, estaba alterada.

—¡Sueltame, pedazo de basura!— Alcé la voz.

Pero ese hombre busco mis labios para besarlos, rapido golpee su rostro y me zafe de él.

—Eso te costará— me dio un golpe en la cara que hizo que toda mi mandíbula tuviera un dolor horrible.

Volvió a poner sus sucias manos en mi cintura y busco mis labios. Pero no los encontró, vire mi rostro y este plantó su beso en mi mejilla.

Pero terrible error.

Sus besos bajaron a mi cuello, me sentía asquerosa.

—¡Ayuda!— comencé a gritar.

—¡Calla!— golpeó mi barriga.

Ahogue un jadeo y ese hombre se separó para mirarme con deseo en sus ojos. Mi pecho se sobresalto. Mi dolor se intensificó y estaba nerviosa.

Sin darme cuenta, sus labios sellaron los míos con rabia y brusquedad. Me separé.

—¡Ayudaaaa!— grité más fuerte.

Pero no pasaba nada, los besos de ese señor bajaron a mi cuello y hombros. Seguí gritando ayuda pero no pasaba nada, nadie venía.

—¡Ayuda!— no podía seguir gritando, mis gritos eran en vanos.

El rey sombra {#1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora