Ella me miró,y sonrío con la sonrisa más hermosa que había visto. Ella se acercó y me abrazo con fuerza. Un fuerte gemido salió de mi boca cuando apretó mi espalda. MI madre me miró extrañada antes de mirar mi espalda mi, para luego mirar a Cassius.
¡Oh no!
—¿Qué le hizo?— dijo mi madre antes de ponerme detrás de ella.
—Mamá, no, él me esta ayudando, él no hizo esto...— traté de calmarla.
Mi madre se había tensado, así que después de que le dije eso, me miró y suspiró.
—Mi niña, te debo millones de explicaciones— dijo poniendo sus manos en mis mejillas.
Pero otra vez llego el dolor a mi espalda.
—¡Ah!— grite, dandome cuenta de que me dolía horrible. —¡Duele mucho!— dije cayendo al suelo de rodilla!
El dolor a veces nos hace hacer cosas raras. Pero mi cuerpo estaba muy débil, lo que hizo que mis piernas volvieran a fallar. Mi corazón a acelerarse, el dolor aumentando, mis ojos vidriosos...
—El efecto de la medicina paso, ven Elian, nesesito que te levantes para poder ayudarte— dijo Cassius, pero estaba en una especie de crisis, solo podía llorar desconsolablemente por el dolor de mi espalda. Luego las marcas en mi piel, volvía a sangrar, las bandas que estaban en ellas estaban llenas de sangre.
—¿Yo provoqué esto?— gimió mi madre con su mano en la boca. Una lágrima rozo su mejilla, y luego otras más.
—No señora, recíen acaba de pasar esto, no le queda mucho, la traje aquí para que puedan ayudarla...— Cassius dijo con una voz quebrantada.
Una señora que estaba con mi madre, caminó hacia mi. Me ayudo a levantarme y ponerme sobre una roca forrada de limo. El dolor aumentaba. Cassius y mi madre estaban a mis costados. Él le dío las alas a la señora y me tomó de las manos con una de sus manos y con la otra colocó su tacto en mi mejilla. La señora, que supuse que era Ada, me daba unos masajes que efectivamente calmaba un poco mi dolor.
—Niña, ¿tú poder es de sanación y luz, verdad?— dijo la señora atrás.
Solo asentí.
—Bien, Crissayda, nesesito que aguantes sus alas justo en su sitio— le dijo Ada a mi madre.
Mi madre coloco mis alas en su sitio y Ada tomó mis manos y las puso en mi pecho. Me miró y entendí lo que tenía que hacer.
—Dolerá— lo sabía.
Junté todo el poco poder que tenía en mi ser. Cerré los ojos con fuerza y sentí el poder salir de mis palmas y tocar mi corazón, luego ese poder correr por miz venas, mi cuello, mis hombros, mi espalda, mis alas.
Mentiría si dijera que dolió poco, por que dolió horrible. Pero seguí. Las marcas en mis manos comenzaron a doler más, pero supe que era que porque estaba sanando. Una ala, primero fue una ala. La sentí unirse a mi de nuevo. Unir todos esos tejidos, el hueso se unió con los otros huesos, las venas se juntaban. Luego la otra. Mi cuerpo dolía, sentía que me iba a morir, pero sabía a la vez que no era así. Las lágrimas rozaron mis mejillas.
Luego no sentí dolor, no sentí ese vacio que estaba ahí hace unos minutos atrás.
Abrí mis ojos para ver primero a Ada, a mi madre que se colocó delante de mi. Y a Cassius, a mi Cassius...
—Mi niña...lo hiciste excelente— limpió mis lágrimas.
—Tu madre tiene razón, pero antes, mueve un poco las alas— le hice caso a Ada, moví un poco las alas pero dolío un poco—. Mm, ya veo, tardará un tiempo en volar, pero lo lograrás, ya verás— dijo ella sonriendome.
—Gracias...— dije y le sonreí devuelta.
—Hija, ¿qué te paso?— preguntó mi madre.
Entonces le conté, con los ojos llorosos, con lágrimas rodando mis mejillas, con la mirada de Cassius en mi y la de mi madre. Aún no podía creer que estuviera viva. Mi madre, todo el rato lloró y se llevo la mano a la boca en muchas ocasiones. Mientras, Cassius solo me miraba con detenimiento.
Ada me huntaba algo en las alas para que ayudase a sanar más rápido.
—Mi niña, lo siento mucho— dijo mi madre llorando y meabrazo con amor.
Esta vez no había dolor, así que pude responderle el abrazo. Sentí su amor, su calor, su aroma. La había extrañado tanto y tanto... Pero no podía evitar preguntarme como era que estaba viva, como era que estaba aquí. ¿Y mis hermanas?
—Mamá, ¿Cómo es que...?— no pude terminar.
A mi madre se le salieron las lágrimas y se separó.
—Cuándo ellas murieron, no tuve el valor de ir a donde ustedes, ¡Lo sé! ¡Soy una cobarde y tienes todo el derecho a enojarte, a gritarme, por que he sido una pésima madre— me quedé helada—. No quisé ir a donde ustedes, así que te dejé al cargo de tu padre, me viné aquí a ayudar a las hadas, quise volver, creeme, pero ya había hecho el entierro, no sé como hicieron para que fuera real que había muerto, pero ¡Entiendeme, estaba desorientada! Yo de verdad lo siento Elian, pero si me das otra oportunida...
—¿Dé que estas hablando? ¿Te estas escuchando?— me baje de la roca y la enfrente— ¡Nos abandonaste! ¿Y quieres una segunda oportunidad de ser mamá otra vez? ¿Te das cuenta que por tú culpa...— la señalé con los aguados—...mi padre la paso mal? Se emborrachaba, me dejaba sola en casa, ¡Hasta intento abusar de mi! ¡Eres la peor, mamá! Jamás, ¡Jamás te voy a perdonarte esto mamá!— le grite y lloré.
Miré a Cassius y él estaba cabizbajo, luego miré a mi madre.
—¡Nos abandonaste! ¡Fuiste una cobarde! ¡Nunca te lo voy a perdonar!— le grité una vez más enojada— ¿Sabes?, que te vaya bien, disfruta tu vida, por que por tu culpa mi vida es un desastre.
—Mi niña, mi hija escuchame...— la interrumpí.
—¡Desde hoy dejó de ser tu hija, Crissayda!— caminé hacia donde Cassius de espaldas—. ¡Gracias por la ayuda!— miré a las dos—, y a ti Crissayda, ¡Gracias por nada! Ah, y no te culpes por esto, no tienes ni la menor culpa de esto, creo que lo de malas desiciones lo heredé de ti, ¿no?— le dije y mi madre lloró.
—Elian, mi niña, escuchame— dijo mi madre acercandose a mi.
—Vamonos Cassius— le dije a él tomandolo de la manos y saliendo de allí con coraje.
Cassius solo me observaba. Estaba tan molesta con mi madre, con lo que había hecho, por como se había vuelto una cobarde y como nos abandonó...
—¿Quieres...?— lo im¿nterrumpí-
—¡No! ¡No quiero hablar de lo que paso! Solo quiero irme de aquí despejar mi mente.—dije firme.
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El rey sombra {#1}
Roman d'amourTrilogía Reyes: Reyes 1: El rey sombra. Se dice que las personas iluminan los caminos de los demás y para el rey sombra eso es más que cierto desde que la vió. Igual a él, tan ella misma, sin nesesidad de ocultar cosas, solo siendo ella. Pero, tamb...