Un rayo

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No me atreví a girarme, pero me arme de valor y lo hice. Entonces sentí mis piernas fallar, mis ojos aguar y mi boca, secar. No me podía creer que estaba aquí, y ¿por qupe estaba aquí? ¿No tenía una nación de dirijir?. Estaba vestido de negro, sus alas estaban más brillantes que nunca. Tenía su cara perfecta aunque había una cicatriz en su frente casi tocandole el ojo ocasionada por el rey Felipe. Estaba muy cambiado. Había escuchado que uso magia negra para poder matar al rey anterior. Su magia. Él estaba mas perfecto que nunca.

Pero no me dió tiempo de hablar, él se acercó a mi y me alzo al aire con el volando. Seguía en un trance, así que no emití ningún quejido. Mi corazón amenazaba con salirse de mi pecho y mis ojos, bueno, más grandes y abriertos no podían estar. Me dejó en una rama de un árbol lejos de casa.

—¡Elian, no sabes cuanto te...!— no lo dejé terminar.

—Cassius, ¿que haces aquí?— le dijo bruscamente.

¡No otra vez, no otra vez!

Él arrugo su frente confundido y unas par de lagrimas rozaron mis mejillas.

—¿Elian, qué pasa?— dijo dolido.

¡Pasa que no puedes estar aquí. Qué me casaré dentro de unas horas y lo estas estropenado todo, Cassius!

—No se supone que estes aqui y lo sabes, Cassius— dije bajando la mirada.

—¿Por qué se supone que no?— ¿Y lo pregunta?

Lo miró con descaro y me alejó de su cercania.

—Yo me tengo que ir Cassius, me estan esperando— dije con brusquedad en lo que me levantaba de la rama y caminaba hacia la punta.

Cassius solo me siguió hasta que llegué a abrir las alas. Me giré hacia él con tristeza. A veces solía ser tan bipolar. Mi emociones eran como un torbellino, un remolino de hecho, son inestables, impredecibles.

—Me casaré mañana Cassius, he hecho mi vida, y ¿Aún me preguntas por que no deberías estar aquí? He hecho mi vida, merezco al menos ser libre— dije aletenando un poco para no caer.

—¿Casarte? ¿Con quién y donde?— su voz se torno de una voz tranquila a una violenta, así que me asusto.

—En la capilla del pueblo, en la mañana, es lo único que te diré Cassius, por favor, ¡Haz tú vida!— lo empuje un poco con mi dedo en su pecho— dejame, hacer la mía, ambos sabemos que no podemos vernos, que es un error estar aquí— dije con los ojos aguados— me podrás llamar drámatica, pero sabes que tengo razón— dije mirando sus ojos.

—¡Maldita sea! ¡Todo esto es mi culpa!— solo dijo, y salió como un rayo de una rube impredecible y desapareció de mi vista. 

Noté que estaba enojado, que lo que le dije le dolió, pero era la verdad, sabía que tenía mucha razón.

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La casa de los Jones es sumamente grande, docenas de habitaciones, docenas de mucamas, docena de personas, niños corriendo por la casa con sus madres detrás, era una hermosa casa, bueno, mansión. La casa era de color blanco, tenía rayas doradas y rosas blancas y rosas como adornos, era una casa muy limpia. El piso estaba tallado de un color crema rondando a marrón claro y estaba muy, pero muy delicadamente limpio, ni un polvo.

Mis cosas ya estaban en la habitación que me asignaron por hoy, y todas las miradas estaban en mi y en... mis alas, las miraban como si fuera lo más raro y éstupido del mundo, cuando para mí, era una de las cosas más bonitas que podía tener.

—Señorita del Valle, que gusto verla de nuevo— solo me limite a sonreir a la señora Jones— ¿que tal?

—Todo bien señora Jones, nerviosa— confesé, por qué si, estaba muy nerviosa con el hecho de que me casaría al día siguente y no me sentía preparada. 

El rey sombra {#1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora